Un fuego que acabe con lo que molesta (Reseña de la novela «Esos no son todos los vicios», de Mauro Yakimiuk)

No es saludable estar adaptado a una sociedad profundamente enferma,

Jiddu Krishnamurti

Con unos diálogos cinematográficos, la novela Esos no son todos los vicios (Azul Francia, 2018) nos adentra en un mundo hostil en donde las calles porteñas reflejan una sociedad egoísta y enferma, donde cada quien solo ayuda cuando busca algo a cambio. Como dicen, nada es gratis en esta vida, lo barato sale caro.

Marcos, el protagonista, se queda sin trabajo y en sus terribles peripecias en la ciudad se va cruzando con varios personajes, cada uno más desagradable que el otro, y va haciendo lo que puede para ganárselos y obtener lo que necesita. Siempre su manera de relacionarse deja ver una carencia afectiva, producto de la complicada relación con su padre difunto:

«Una vez me robaron en serio. Llegué asustado a mi casa. Mi viejo estaba leyendo el diario. Le conté lo que había pasado. (…) «Sos un cagón, miedo tenés que tenerle a un revólver, no a un cuchillo insignificante», me dijo. Volví a asustarme por la cara que puso al decirme eso. Después de esa frase siguió leyendo el diario sin siquiera mirarme». 

Por otro lado, él no tiene ningún familiar vivo que sea cercano, su hermana es una persona cruel y tampoco cuenta con pareja o amigos. Está solo, probablemente porque nunca se interesó por nadie más que por sí mismo. No es una soledad romantizada. Tiene que ver más bien con que ahora le toca sufrir las consecuencias de haber querido salvar siempre su propio pellejo. Además, como cuenta Luis Mey en la contratapa, el tipo va por la vida pensando que todo el mundo le debe algo y ahora es él el que se empieza a endeudar.

En este fragmento vemos lo diferente que se siente, su propia percepción: «Nunca me gustó correr. Nunca me gustó entrenar. No sé a qué sorete habrás salido, me decía. Y tenía razón. No teníamos mucho en común. Yo no tengo mucho en común con la gente».

Tal vez las maniobras del protagonista que muchos verán como inmorales no sean más que técnicas de supervivencia, un manotazo de ahogado en una economía voraz y mezquina. Un emperador una vez dijo: “Pueden ser crueles los actos de un hombre, sin necesidad de que el hombre sea cruel». 

Mauro Yakimiuk nos presenta un escrito dramático que a la vez culmina en situaciones que casi dan risa de lo extremas que son, que nos recuerdan a los libros del célebre escritor estadounidense John Fante. Lejos de la corrección política, Esos no son todos los vicios nos muestra cómo cualquiera puede pasar con facilidad de vivir cómodamente a tener que arrodillarse por un pedazo de pan. La historia, que va por la segunda edición, es tan magnética que queremos terminar cada página para saber qué sucede con Marcos, si logra salvarse, si le llega alguna epifanía y cambia. Habrá que leer hasta el final.

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