Manual para la comprensión del insomnio (El transbordador Ediciones, 2019) es el primer poemario publicado de Alicia Louzao, colaboradora habitual de Liberoamérica.
Doctora en Filología Hispánica y licenciada en Filología Hispánica y Filología Inglesa, además de haber cursado un Máster en Formación Literaria, la autora nos presenta un libro que se aleja de las normas de “poemario” entendido como tal. Prosa poética, frases sentenciosas (“sólo podemos caer”) e incluso teatro bullen por las páginas de esta obra.
El yo-lírico nos traslada a diversos espacios, a veces oníricos, como ese viaje a la casa de la puerta rosa en la que el yo-lírico nos lanza la pregunta: “¿Qué sucede cuando entras en una casa y revuelves la ropa de los muertos…?”.
El dolor está presente a través de agujas, de clavos, de gritos en la noche que impiden dormir. Ese insomnio también nos lleva de la mano al mundo de los sueños y, poco a poco, los textos van calmándose como se calmaría una herida cuando la cuidas despacio. Y Alicia nos trae de vuelta el mundo de los niños, las bicicletas, todo aquello que se ha perdido como también se pierden las relaciones humanas, como se pierde todo lo que no puede durar.
El yo-lírico parece que busque en los cajones de su cuarto todo lo que una vez existió y lo cuelgue por las paredes para dedicarle una plegaria.
Además, la autora nos presenta un personaje recurrente como es el doctor Emetteus, catedrático y experto científico con el que aúna lo etéreo con la matemática y presenta incluso la posibilidad de medir el aire o la descomposición del adverbio de tiempo “siempre”.
La música aparece presente de forma sutil. Ese “chico de la trompeta” en la playa se presenta como la propia voz de “Elephant gun”, canción del grupo Beirut que da título a uno de los epígrafes del libro. Precisamente esa música aniñada y melancólica, con tintes de tristeza, acompaña a la perfección muchos de esos versos, o sentencias, que aparecen en el libro.
Manual para la comprensión del insomnio trata las cosas pequeñas, las cosas que no se ven y las cosas que una vez existieron.

Conversamos con Alicia para que nos desvele en mayor profundidad cómo y por qué creo este curioso manual literario que no podéis dejar de leer.
1. Llevas gran parte de tu vida dedicada a la literatura y formándote en estudios relacionados con ella pero ¿Cuándo en concreto surgió la idea de lanzarte al mundo editorial y escribir este libro?
Realmente siempre he querido publicar, siempre he tenido material abundante escrito para componer un libro, y con “siempre” me refiero a los veinte años (comencé a presentarme a certámenes de literatura con trece años). Lo que sucede es que debes enfrentarte a la respuesta de las editoriales…que muchas veces es negativa, especialmente si no cuentas con publicaciones ya lanzadas. Es un poco como la pescadilla que se muerde la cola. Actualmente hay muchas ayudas para cumplir este deseo: autopublicación o bien co-edición. Son muchos los autores los que se decantan por esta opción, pero no quería entrar en ese campo. Quería ver si alguien apostaba por mí, como hizo El Transbordador, sin previamente conocernos. Valoraron mi obra y decidieron publicarla.
2. Manual para la comprensión del insomnio no es un poemario al uso. Se puede ver simplemente si nos fijamos en la estructura. No encontramos poemas en verso sino con una estructura que recuerda más a la prosa. ¿Qué te llevo a escoger esta forma para escribirlo?
Para mí las imágenes no atienden a un sistema matemático, o hermético. Al menos, mis imágenes y cómo las concibo. Si por ejemplo tomo a Ray Loriga o a Julio Cortázar, estos autores nos llenan los ojos de imágenes que casi no nos caben en las pupilas y en el más completo verso libre, y a veces, ni siquiera verso, puesto que Loriga escribe prosa. Lo mismo que sucede con Baricco, una prosa suave y transparente. Personalmente, siempre he roto el esquema del verso y cada vez lo rompo más. La escritura necesita toda la libertad posible para moverse, al menos mi estilo.
3. Algunos de los temas que tratas en el poemario son la nostalgia de la infancia o el paso del tiempo ¿por qué escogiste esos temas y no otros?
Creo que la infancia es necesaria para sobrevivir al periodo adulto. Decía Leopoldo María Panero que en la infancia vivimos, en la madurez sobrevivimos. Y estoy completamente de acuerdo con él. Tener la cabeza enredada en recuerdos de la infancia me ayuda a convivir con la realidad actual. De ahí la nostalgia. Y esa nostalgia también se tiñe de cierta tristeza, sobre todo cuando hablo de tiempos más presentes, como aquellas personas que ya no están y la imposibilidad de que las cosas permanezcan. Yo no seré la misma mañana. Así que cómo voy a poder controlar a los que me rodean.
4. Háblanos de uno de los personajes más recurrentes: el Doctor Emetteus. ¿De dónde apareció este doctor, cómo se te ocurrió este personaje?
El doctor Emetteus creo que nace en mi padre. Él es médico y una vez me dijo “la Medicina es un arte”. Esas palabras me llamaron la atención y se quedaron en mi cabeza: el reflejo del absoluto amor por lo que hace, por lo que trabaja y lo que ha estudiado toda su vida. El doctor Emetteus toma objetos etéreos, líricos y abstractos y los pasa por su microscopio. He querido aunar, quizás, en un intento, ese arte y esa medicina.
5. A lo largo del poemario se suceden mil y una imágenes surrealistas, en ocasiones me ha parecido encontrar entre las líneas reminiscencias de la esencia de algunos cuentos Cortázar ¿Qué y quién te ha inspirado a la hora de escribir este libro?
No podría hablar de las influencias, creo que los que somos lectores llevamos muchas voces por dentro de nosotros, y no nos damos cuenta de lo que nos está dejando huella en esos momentos. Sí que es cierto que en poesía no podría olvidar al autor que mencionas, Cortázar, a quien visité en Pere Lachaise y regué sus flores, pero creo que los que te leen son los realmente capaces de observar los ecos. El autor, como es mi caso, escribe y prácticamente no se da cuenta de todo lo que le late dentro. Lo deja simplemente salir.