El mundo.
El mundo es un distractor constante del viento.
El rerrocer
el ravresbo
el rartsiger
Un semáforo encendido
1550 pisadas
palabras junto a sonidos alternos;
minúsculos, desvariados, sin sentido.
Me forjo en un espacio en el que soy;
me ausento.
Soy irreversible.
No creo saber dónde estoy
no creo saber dónde estás.
Los viajes en el tiempo no existen
solías decir.
Los agujeros negros
aún tienen luz.
Muchas barreras formaste,
muchos vagones volteados.
Los letreros,
–expresan los daños-.
Las arrugas acentuadas en el tiempo
me conversan,
me miran «extrañamente»,
me cuentan que no te han sacado de la vía.
Gira,
recorre aquella ruta vieja;
con papeles, pluma, trastes,
y alfajores.
No te bañes de azufre
porque el infierno ya lo he vivido.
El mundo está lleno de uchuvas,
música y migrañas.
La psicodelia,
–desangra mi cuerpo-.
Lo que el agua dejo arrastrado,
lo que yo dejé tirado
y lo que la aguja, la tela y yo,
desbordamos.