I
Escribir sobre la violencia
que se multiplica
es desafiarla, combatirla
Escribir es poner en la boca
y en los ojos de la otredad
los nombres amontonados
en búsquedas incansables
Es gritar por las que no volvieron
por las que han puesto a dormir
en el corazón de la tierra
Elijo desnudar con la palabra
el castigo que arrastramos
el perpetuo retorno
hacia el fuego que prefieren
para quemar nuestras voces
ellos no saben
que aún siendo cenizas
tierra de siglos
vamos a emerger para cantar
II
Ella teje su espera
en el silencio del cuarto
la isla es un nido de lobos
sitiando su cuerpo
Ella desteje sus esperanzas
al pie del santuario
rompe furiosa en la noche
los retazos de tiempo
Afuera se la disputan
como bestias a la carroña
le han cosido la boca
le han atado las manos
le han borrado hasta el nombre
para arrebatarle la existencia
Ella resiste el atropello de sus voces
de sus cuerpos poderosos
preguntándose hasta dónde
hasta cuando
la violencia y el silencio
Hasta donde y hasta cuando
Penélope rompe la espera
cocida a los mandatos
se caen en hebras las leyes
que la quieren callada
y obediente
rompe y desteje su destino
de enjaulada
Grita la reina del fuego
el placer encendido
de la libertad
III
Nadie entenderá nunca
La infancia que nos rompen
El miedo que nos crece
La vida que se trunca
De una mujer que pudo ser
Canción antes del fuego
Que pudo ser atrevimiento
Antes del grito
Pero no
porque somos el cuerpo portador de la sentencia
Voces, rostros, peligro
Por eso nunca entenderán
El dolor del grito
El desprendimiento definitivo
De lo que no necesitamos
Ahora de pie en la boca del fuego
hechas memorias, hechas cenizas
organizadas, orillamos al derrumbe
las catedrales de sangre
Arderán las leyes de adán a nuestros pies
Para que vuelvan a ver
para que vuelvan a escuchar
a las incineradas
bailar desnudas sobre sus altares
sostener sus cuerpos rotos
sus miedos latentes de calles vacías
embrujar el mundo