Soundtrack de esta nota:Los Tabaleros – Escalera
«En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra». John Williams, Stoner.
Sueltos, deben conectarse:
Al inicio de su teoría del Amor Líquido, Zygmunt Bauman explica que en el modelo de sociedad actual, donde nada es permanente, los vínculos adoptan un patrón perecedero. La conexión que se establece entre las personas, del tipo que sea, no debe estar bien anudada, para que sea posible desatarla en cuanto cambien las condiciones. Esto implica someter la emotividad a la utilidad, transformándola en un valor agregado a otra cosa que resulta mucho más importante: la individualidad. El humano inmerso en la modernidad líquida busca la forma de «degustar las dulces delicias de las relaciones evitando los bocados más amargos o menos tiernos». La preocupación principal es, por tanto, evitar que esos vínculos se establezcan y echen raíces para poder desecharlos en cuanto empiecen a suponer una carga para el desarrollo del Ser unitario. Y explica que «(…) por haber crecido en la época de las piezas de repuesto, nunca tuvieron la oportunidad de aprender el arte de reparar los daños». En la era de la gratificación inmediata, el amor no es la excepción. Para completar, Bauman también expone que toda relación amorosa está teñida del impulso antropofágico. Los amantes tienden a querer dominar y arrancar la alteridad que los separa del amado. Los límites entre la adoración y la sumisión se vuelve frágiles y es ahí cuando el nudo del vínculo tiende a desatarse.
La ciudad de Leonia:
Gracias a Italo Calvino existe una ciudad llamada «Leonia», en donde todo se rehace a si mismo de un día para otro. Sus habitantes estrenan todo lo que usan, por la mañana, y lo desechan por la noche. Las veredas se llenan de bolsas que guardan los restos de lo que, casi de forma inmediata al uso, ha perdido valor. Cuenta Calvino que «el resultado es éste: que cuantas mas cosas expele Leonia, mas acumula; las escamas de su pasado se sueldan en una coraza que no se puede quitar; renovándose cada día, la ciudad se conserva a si misma en la única forma definitiva: la de los desperdicios de ayer, que se amontonan sobre los desperdicios de anteayer y de todos sus días y años y lustros».
El dilema del erizo:
«En un día muy frío, un grupo de erizos que se encuentran cerca sienten simultáneamente una gran necesidad de calor. Para satisfacer su necesidad, buscan la proximidad corporal de los otros, pero cuanto más se acercan, más dolor causan las púas del cuerpo del erizo vecino. Sin embargo, debido a que el alejarse va acompañado de la sensación de frío, se ven obligados a ir cambiando la distancia hasta que encuentran la separación óptima (la más soportable)».
En 1851, Arthur Schopenhauer expuso ésta parábola para ilustrar la idea de que cuanto más cercana es la relación entre dos personas, más probabilidades hay de que puedan hacerse daño, mientras que, a mayor lejanía, más profunda será su soledad.
En «Psicología de las masas y análisis del yo», Freud toma este dilema para afirmar que ningún individuo soporta una aproximación demasiado intima del otro.
«Tal vez era así como se conformaban las familias»
En su última novela, Patricio Pron narra el micro cosmos de una relación larga que termina abruptamente por culpa de la rutina, del aburrimiento y de la compulsión a la omisión. Los protagonistas, Él y Ella, relatan, por separado, todo lo que significa romper un vinculo de años y empezar de nuevo a entablar contacto con un mundo que no es el mismo de la última vez que estuvieron solos. Él se refugia en una amistad que vira hacia una cercanía demasiado aséptica en la que no se reconoce. Ella explora las experiencias de sus amigas con Apps de citas, relaciones «abiertas» y vínculos líquidos, donde prima la exposición física y se omite cualquier tipo de alusión al amor. El viaje de ambos termina en un punto de cruce, porque la vida es un círculo y, como bien explicaba Bauman, es inútil buscar su cuadratura. Lo importante de este relato no es, por supuesto, ese punto, sino el trayecto que hubo de hacerse hasta llegar a él.
«Pensaba en Ella, o más bien la sentía; mejor dicho, sentía su ausencia y la forma en que pesaba sobre Él desde el día anterior y pensaba que, si Él fuese un ladrón, un ladrón reputado y eficacísimo, robaría su ausencia y la arrojaría al mar para que nadie pudiera continuar padeciéndola, mucho menos Él».
El amor millennial:
«Me llena de Likes pero no me habla/ Chateamos todos los días/ Está bien que vea a otras personas, no quiero que se enamore/ En la cama estamos bárbaro, pero afuera no hablamos/ Me llama sólo cuando quiere acostarse conmigo/ De repente me dejó de hablar».
Inmersos en la era de la gratificación inmediata, la economía de la impaciencia y la supremacía del individualismo, buscamos remediar siglos de procrastinación personal evitando levantar la vista del Smartphone, temiendo siempre que el amor vaya a alejarnos de nuestros proyectos, o incluso de nuestro ideal del Yo. Sin embargo, el humano es un Ser Social, programado para funcionar dentro de un contexto, obligado a interactuar en un sistema de trueque de virtudes. Lo que yo no tengo lo busco en otro, más por instinto que por decisión. Los vínculos líquidos son débiles, volátiles y volubles. Por tanto, quizás sea momento de repensar la salubridad de éste modelo y la posibilidad de reemplazarlo por uno en donde la simbiosis no sea necesaria y ambos individuos se animen a amar la alteridad en el otro.
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Bibliografía:
- Amor Líquido. Zygmunt Bauman. Fondo de Cultura Económica. 2005.
- Las ciudades Invisibles. Italo Calvino. Siruela. 2002.
- Mañana tendremos otros nombres. Patricio Pron. Alfaguara. 2019
- Stoner. John Williams. Fiordo. 2016