Cinco mil años de cárcel para el periodismo

Rodney Sieh recibió esa condena y una multa de 1.5 millones de dólares de un tribunal civil de Liberia por “difamar” a un ministro acusado de malversación de fondos públicos. Reconocido como uno de los emblemas de la libertad de prensa en el sudoeste de África, en noviembre fue distinguido con el Premio Internacional UMA – UNESCO. Cómo hacer reportajes de investigación en una región signada por la guerra y la corrupción.

–Si condenás a alguien a la cárcel por cinco mil años es porque querés matarlo. El Gobierno me quería muerto –. Lo dice y sorbe un poco más de té. Ya naturalizó referirse a las condiciones infrahumanas de su detención en la cárcel central de Monrovia, en Liberia. Se acostumbró a que se lo pregunten, que le pidan detalles de su cautiverio. Mejor dicho, de cómo sobrevivió física y anímicamente a una pena de por vida solamente por hacer su trabajo. Por hacerlo bien.

Distinguido con múltiples premios durante la última década y reconocido como el fundador del diario que revolucionó el panorama periodístico de Liberia, Rodney habla del rol de la prensa con una sencillez abrumadora. –Creo que los medios de todo el mundo tienen la responsabilidad de hablar por la gente, especialmente por quienes están sufriendo y necesitan ayuda. Los medios deben ser su voz.

Si condenás a alguien a la cárcel por cinco mil años es porque querés matarlo. El Gobierno me quería muerto.

El pasado 12 de noviembre, Rodney Sieh fue galardonado con el X Premio Internacional Libertad de Prensa Universidad de Málaga – UNESCO. Es su primera visita a España, las rotondas y estrechas cruzadas del casco histórico de la ciudad todavía lo desconciertan. Está alojado en un hotel de tres estrellas situado a un puñado de cuadras del Rectorado donde al día siguiente a esta entrevista celebrarán su carrera y su compromiso con el periodismo de investigación.

Esta parte de Málaga está demarcada por un tablero de diagonales que se abren inesperadamente hacia el malecón donde hace orilla el Mediterráneo. Con cinco minutos de retraso llega con una campera de cuero negra, atípica para la aridez malagueña. –Me desorienté –se disculpa. La cafetería contigua al hotel está prácticamente vacía. Sonríe con timidez y sin mostrar los dientes, pide un té, piensa durante algunos segundos antes de responder cada pregunta y recién después desfila en un inglés ligero imágenes de su pasado, las primeras impresiones en torno al premio internacional y, por sobre todo, reflexiones relacionadas a la libertad de prensa en la convulsionada realidad del sudoeste africano. 

Más de cien estudiantes de Periodismo asistieron a la premiación en el Rectorado de la UMA.

–Creo que este premio es una validación a mi trabajo. Yo comencé en Gambia y luego viajé al Reino Unido y a Estados Unidos escapando de la guerra. Ahí estudié, saqué mi licenciatura y trabajé en varios medios antes de fundar FrontPage Africa. Pero regresé a Liberia en 2007 para impulsar la versión impresa del periódico y avanzar en investigaciones locales.

Frontpage Africa es, ante todo, un medio de resistencia. Fundando en 2005, dos años después alcanzó a contar con una versión gráfica paralela a su plataforma digital, pero los costos y la persecución gubernamental provocaron su clausura en dos oportunidades. Actualmente, su plataforma online se encuentra nuevamente activa y varios de sus profesionales han sido distinguidos con nombramientos internacionales, como el Premio de Libertad de Prensa del Comité para la Protección de los Periodistas, el Premio Periodistas Canadienses por la Libertad de Expresión y el Premio Alemán de Medios de Desarrollo para África.

–Desde el principio nuestras investigaciones fueron analíticas y controvertidas, porque exponían casos de corrupción del Gobierno, por lo que en 2008 y 2009 sufrimos atentados incendiarios en nuestras oficinas y varios de nuestros reporteros fueron llevados a la cárcel.

El periódico nació de las cenizas de la segunda guerra civil en Liberia, que se precipitó desde 1999 hasta 2003, entre las fuerzas aliadas al presidente Charles Taylor (acusado de defraudar al Estado por un millón de dólares y ser el responsable de crímenes de lesa humanidad durante el conflicto civil de Sierra Leona) y las guerrillas rebeldes conocidas como Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia (LURD) y el Movimiento para la Democracia en Liberia (MODEL). El enfrentamiento liberiano recién culminó en octubre de 2003, con la llegada de 200 soldados estadounidenses y la intervención de cuadrillas de cascos azules de Naciones Unidas, que derivaría en el exilio de Taylor a la nigeriana ciudad de Calabar, un gobierno de transición a cargo de Moses Blah y la asunción en 2005 de Ellen Johnson-Sirleaf como la primera mujer presidente del país.

–La guerra civil en mi país fue por corrupción, principalmente por ambición. Y yo sentí que debía fundar un medio que cubriera la realidad y se asegurara de que las razones que produjeron la guerra no se repitieran. Por eso desde FrontPage investigamos a ministros y al Gobierno y los expusimos –levanta la mano derecha y la abre, como si quisiera enseñar una verdad escrita en su palma–. Y creo que el mundo ahora sabe lo que está ocurriendo en Liberia, lo que me ha ocurrido a mí.   

Cinco mil años por hacer mi trabajo

Rodney no se cansa de repetirlo. Busca deliberadamente alcanzar esa frase, sabe que es el epílogo de su experiencia y el compromiso que le quiere legar a los futuros periodistas:

–Me condenaron por hacer mi trabajo –y agrega sin arrogancia-. Por hacerlo bien.

La investigación que lo condujo a la cárcel se originó en 2010, cuando FrontPage Africa publicó los resultados de dos registros de la Comisión General de Auditoría, el organismo de control de corrupción de Liberia. Los informes, que habían sido pedidos por la propia presidenta Sirleaf, detectaron una operación gris por seis millones de dólares destinados a la lucha contra la enfermedad del gusano de Guinea (Dracunculiasis), que tenía como eje al ministro de Agricultura, Christopher Toe. El Gobierno resolvió destituirlo, pero prefirió no abrirle un sumario legal ni divulgar los motivos, por lo que Toe inició una demanda por difamación y perjurio en contra de Sieh y FrontPage Africa. Un Tribunal Civil –dos de cuyos miembros fueron investigados por aceptar sobornos- impuso un resarcimiento impagable de 1.5 millones de dólares. Y, en su defecto, una condena de cinco mil años de prisión efectiva.

El 20 de agosto de 2013, minutos después de las seis de la tarde, Rodney era trasladado a la prisión central de Monrovia, la más populosa de los 16 centros de detención que hay a lo largo de Liberia y tristemente famosa por ser el reducto final para violadores, asesinos y conspiradores de golpes de Estado. El penal fue construido para albergar a no más de 350 prisioneros, pero -como también ocurre en varias penitenciarías de América Latina- su capacidad está sabidamente colapsada y su población ya supera el millar, prácticamente un 35% de la tasa penitenciaria del país, según Word Prison Brief. Rodney compartía una estrecha celda con otros diez hombres, algunos acusados de robos menores, otros de homicidio y unos pocos de sedición. Así lo equiparaba el Tribunal.

Recuerda su temporada en la prisión y el rostro se le comprime, busca las palabras precisas y toma distancia de lo que dice. No le agrega dramatismo, se ciñe a describirlo sin pretensiones. No pretende dar lástima, solamente cuenta sus días en Monrovia.

–Si condenás a alguien a la cárcel por cinco mil años es porque querés matarlo. El Gobierno me quería muerto –asegura–. Yo no podía comer en la cárcel, estaba en huelga y encima la comida estaba en mal estado: caía enfermo cada vez que la probaba. Dentro de la prisión sufrí de neumonía y malaria y en dos ocasiones tuvieron que trasladarme al hospital.  Era una celda pequeña, pestilente y hacinada, y con un solo inodoro al que no le podías tirar de la cadena. Para dormir, debíamos colocarnos un velo sobre la cara porque el hedor te mareaba.

Intentaron desmoralizarme. Sin embargo me hicieron más fuerte, sin miedo al Gobierno ni a nadie, he sobrevivido a todo, a intentos de incendio y asesinato, a detenciones, amenazas… ¿Qué más pueden hacer contra mí?

Pese a la sentencia y a las múltiples intimidaciones, Rodney no se ha corrido de la portada de los medios ni de las investigaciones de corrupción que afectan a varios ministros del gobierno anterior de Liberia. –Intentaron desmoralizarme, asegurarse de que volviera foja cero y me convirtiera en alguien completamente neutral. Sin embargo me hicieron más fuerte, sin miedo al Gobierno ni a nadie, he sobrevivido a todo, a intentos de incendio y asesinato, a detenciones, amenazas… ¿Qué más pueden hacer contra mí?

–En el sudoeste de África los líderes ven a la prensa como una amenaza. Si trabajás en el periodismo independiente, serás un objetivo. Lo veo en Liberia, Camerún, Ruanda, Gambia, Sierra Leona y Uganda. Pero también en Estados Unidos, con (Donald) Trump calificando de fake news a todas las investigaciones en su contra. Ahora si los exponés, es una fake news, y así intentan criminalizarnos. Ocurre en Estados Unidos y también en África, ocurre en todo el mundo.

La presión internacional facilitó la liberación de Rodney Sieh en noviembre de 2013. Crédito: Greg Stem.

El caso de Rodney, insuflado por la presión multilateral ejercida gracias a organizaciones como Amnistía Internacional, Global Witness y Human Rights Watch, derivó en un trato que facilitó el retiro de la denuncia en su contra (18 de noviembre de 2013) y conminó al nuevo gobierno liberiano del presidente George Weah a evaluar la controvertida Ley de Difamación.

De regreso a Liberia

Desde el último capítulo de su libro Journalist on trial (Periodista en juicio), editado en octubre de 2018 por Manor House, Rodney interpela: No tememos más opción que mantener el fuego ardiendo y preservar las esperanzas de un futuro para nuestro continente, de pie y fuerte, orgulloso y poderoso, vivo en los corazones y almas de nuestros ciudadanos.

A horas de recibir la mayor distinción de su carrera en la sala central del tradicional Rectorado de la Universidad de Málaga, Rodney no pierde de vista la realidad liberiana: –En el sudoeste de África hay hambre, las mujeres son abusadas, se practica la ablación del clítoris y se registran violaciones a los derechos humanos todos los días. En ese contexto, aunque también en todo el mundo, los medios tenemos la responsabilidad de hablar por quienes están sufriendo y necesitan ayuda. Los medios deben ser su voz.

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