El trabajo fotográfico de Victoria Mejía embriaga al espectador con un aura de curiosidad y empoderamiento; en cada una de sus obras, la artista barranquillera pretende seducir con la calidez de sus tonos los bosquejos más íntimos del ojo receptor. Desde la temprana edad de quince años, Victoria inició su quehacer artístico a través del autorretrato, significando este, un punto de inflexión en su relación consigo misma. Su proceso creativo –en general- es una fuente de constante búsqueda; el estilo y la técnica para ella son una insaciable pesquisa de identidad y auto reconocimiento.
Gracias al estrecho vínculo que crea con sus modelos, Victoria explota cada uno de los elementos que la escena ofrece, resalta en cada una de sus fotos la esencia del momento, ofrece a través de los ángulos un encuadre perfecto que realza en cada una de sus modelos la intención artística. Aunque es evidente al disfrute del espectador su calidad fotográfica, el performance de su obra se centra en la reivindicación de la mujer a través del redescubrimiento de la sensualidad.
A propósito de su performance, es preciso mencionar que, en Michel Foucault, su obra fotográfica enmarca una de las rupturas discursivas más vastas en Occidente; la sexualidad. Cada uno de los factores integrantes de su trabajo son un manifiesto en contra la tradición heteropatriarcal; es una oda al empoderamiento, a la naturalización y conocimiento de la estrecha relación que vincula el poder/placer, es finalmente, un juego obscuro de matices que concluyen en que, en estos tiempos metamodernos, todos nos encontramos desnudos frente a una situación.
En el mismo sentido, encuentro en Victoria Mejía la imagen perfecta para cuerpo utópico, conferencia radiofónica pronunciada por Michel Foucault el 21 de diciembre de 1966, ya que para ella los cuerpos son ese molde fantástico y atemporal donde se atesoran los mejores lugares sin lugar, donde es posible deconstruirse y hallarse, donde, evidentemente, es el cuerpo el actor principal de la utopía y la confrontación social de una lucha.
Es evidente que su trabajo también describe una de las principales frases del movimiento feminista: lo personal es político; el cuerpo y la estructura general de sus obras es un grito de libertad y responsabilidad. Victoria Mejía es una invitación a soltar los complejos frente al lente, es el llamado a aceptar tu Otredad, a destruirte y resaltar en cámara para renacer persona.