Tres razones incuestionables por las que leer «Urticaria», de Leticia D’Albenzio

Prácticamente por obra y gracia de una muy insólita casualidad, llegué hace unos meses a la obra de Leticia D’Albenzio (Buenos Aires, 1983), animando un poco la idea de resucitar la pequeña llama de narrative reader que sabía viva todavía en mí [¿no tan pequeña quizás?].

Más que satisfactoria fue la sorpresa al percatarme de que, en medio de tanta cruzada editorial y narciso suelto, existe aún quien responde con virtuosismo y con honesta aptitud vocacional a la buena voluntad de los lectores y al amparo moral del género (repulsiva como pocas la palabra «moral», pero prometo que viene al caso).

Acá, entonces, mis tres razones incuestionables para perderse un rato entre las páginas harto atrapantes de Urticaria (Milena Caserola, 2019).

 

leticia

 

  • Suspense garantizado:

Sí, confirmado está: casi rozando lo empírico, el de Leticia es un libro de peligro infatigable. En la primera página lo viene a ratificar con un epígrafe una tremenda Clarice Lispector. Hay un acecho que persiste y que insiste, uno que invita con sutil perspicacia a transitar el camino siempre fortuito de la incertidumbre, y nos obliga a pararnos bien de frente ante nuestras manías  y obsesiones más temidas.

El bar, la escuela, un ómnibus de larga distancia, una vieja casona, el colectivo, la casa de la abuela y hasta incluso la calle desértica – con sus veredas ávidas de hazañas y sus hostiles halls de edificio – ofician de escenarios para los inquietantes relatos con los que Leticia viene a revelarnos in situ el mejor momento de su diplomacia narrativa.

  • Empatía 24/07:

Desprotegidos, y con un agobio psicológico excelentemente logrado y en ascenso, la tensión nos encuentra a mitad de ruta en lo que parece ser la sala de espera de un consultorio en el que «no hay nadie», a excepción de un único personaje con el cual formamos una mímesis física, psíquica y emocional suprema. Se trata de la mujer que «en la sala» nos vulnera de la manera más ordinaria y grosera posible: exponiéndonos a una muy incómoda e incontrolable «picazón», a la que no solamente ya no podremos controlar, sino que además avanzará hasta colmar nuestros cuerpos y mentes de una angustia bestial.

  • Círculo perfecto:

Viene la tormenta. La historia de este libro despega con ese registro y con la extrañeza de sabernos atravesados a diestra y siniestra por él. Y es este aguacero inminente el que aparecerá también hacia el final, para dar remate y simbiosis completa a la narración. Con un cuento que sin lugar a dudas revalida su genio escritural, nos traslada la autora con mobiliario y todo hasta el departamento en caos de Lorena, donde el previously anárquico de una tormenta eléctrica hará literal y textualmente la vida imposible a la protagonista. El suspense, la irritación y el desasosiego encontrarán en este relato su máximo esplendor.

Perversión, vulgaridad, deseo, tensión y simetría narrativa se abren paso ingeniosa y convenientemente sobre este orbe de suspenso enigmático – por momentos esotérico – que nos propone Leticia D’Albenzio. El resultado es un fantástico viaje hacia lo real pero necesariamente desconocido, donde soportar es el verbo-motor de cada paisaje visitado.

El gran desafío es, entonces, resistir al impacto y persistir, dejarnos desplazar por el relato cual heroicos personajes de nouvelle hasta nuestros menos reconocibles pero mejor cotizados instintos de supervivencia.

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