Imagen de cabecera: Iosune de Goñi
La idea para este dossier surge a raíz de una de las últimas ilustraciones que comparte la ilustradora y amiga Anna Escapicua en su perfil de Instagram, una que dice: “cuida de tus amigas”.
Y ¿cómo no hacerlo? ¿Cómo no escuchar, acompañar, apoyar, reír con y llorar a pesar de nuestras amigas? Qué somos, sino amigas de nuestras amigas (valgan la redundancia y el cliché) y qué hacemos por ellas, sino cuidarlas y dejarnos cuidar.
Pero ¿qué es cuidar? Un verbo, definido como “ocuparse de una persona, animal o cosa que requiere de algún tipo de atención o asistencia, estando pendiente de sus necesidades y proporcionándole lo necesario para que esté bien o esté en buen estado”. Según el diccionario, claro; en realidad, todos y todas sabemos que cuidar, cuando hablamos de amistad, tiene mucho más que ver con las pequeñas cosas que hacemos en nuestro día a día que con grandes definiciones, promesas y declaraciones.
Sin embargo, cuando hablamos de cuidar, cuidarnos y cuidarse, hay que tener en cuenta que la amistad, como todo lo demás, no es un fenómeno envasado al vacío, sino que se ve influenciada y condicionada por las circunstancias biográficas y el contexto socioeconómico. Así, podemos ser conscientes de que, por mucho que se diga que “quien tiene una amiga, tiene un tesoro”, lo que se espera de la mayoría de mujeres no es precisamente que nos volquemos en nuestras amigas, porque en su lugar, se nos educa para priorizar a nuestras parejas amorosas. Sobre todo, cuando salimos o nos casamos con un hombre.
Y es que, más allá de la educación patriarcal en la competencia impuesta (y en general, la competencia instaurada en ambientes educativos y laborales propia de este contexto económico), al final tener amigas y poder cuidarlas es más una cuestión de tiempo, economía y prioridades que de ganas. Muchas tenemos ganas de ver a nuestras amigas, pero ¿queda tiempo, entre el trabajo remunerado, el no remunerado (como lo es un porcentaje significativo del trabajo femenino, en las propias casas) y el tiempo de calidad con el novio o el marido?
Al final, se trata de comprender que las amigas no están ni sólo en las buenas, ni sólo en las malas. Que la amistad no es una cuestión de asiduidad ni de exclusividad, pero sí de tenerse en cuenta, buscar huecos donde a primera vista no los hay y priorizar, cuando se puede, ese alivio que sentimos ante un: “te entiendo tanto” y ese peso que nos quitamos de encima con el abrazo al encontrarnos, o el “cuéntame” al otro lado del teléfono o del chat.
Y, sin embargo, y volviendo a las representaciones de los cuidados entre mujeres en la creación artística, estos se encuentran en la actualidad ante un obstáculo inesperado: el de la proliferación del discurso omnipresente de los “auto-cuidados”:
¿Estás triste? ¡Cómprate lociones y productos de baño y tómate un día para ti! ¿Estás ansiosa? ¡Date un “capricho” y tómate ese licuado de frutas!
Y podríamos seguir, y seguir, y seguir. Porque por supuesto que ser amables y compasivas con nosotras mismas es la clave para sentirnos mejor y es, de hecho, lo que nos merecemos; pero ¿es verdaderamente el archiconocido “self-care” la panacea para todos nuestros males? ¿Dónde quedan la escucha activa, la ternura de una mano apretando la propia, el consejo desinteresado o, sencillamente, la mirada cómplice?
Esto, por supuesto, se encuadra dentro del fenómeno de las soluciones individuales a problemáticas colectivas. Mientras no iniciemos y mantengamos conversaciones honestas sobre el apogeo de nuevas modalidades de explotación laboral y la salud emocional en declive, por poner dos ejemplos que se me hacen muy representativos de los males de mi generación, seguiremos pensando que el problema lo tenemos nosotros y nosotras por no “pensar en positivo” o “amarnos tal y como somos”. Y, mientras los auto-cuidados sean un producto que vender, una tendencia millonaria en Internet, los vamos a tener hasta en la sopa, mucho más que lo que muchos y muchas denominan “cuidados comunitarios” o redes de apoyo mutuo.
Así que, ante la proliferación del discurso de los auto-cuidados “por encima de todo”, somos muchas las que proponemos la dependencia más sana como verdadera herramienta de cambio: la inter-dependencia para con nuestros seres queridos. Tener amigas no es ninguna revolución del siglo XXI, porque la amistad entre mujeres, como la amistad en general, no la ha inventado ningún gurú del clic fácil; pero cuidar a tus amigas y que tus amigas te cuiden, priorizarlas cuando tus circunstancias te lo permitan y en definitiva, apoyarnos mutuamente, sí puede salvarnos del individualismo más atroz. Y, estoy convencida, puede mejorar nuestra salud sin necesidad de invertir en un coach de vida ni en lencería de temporada.
Por eso, nos invitamos a sumergirnos en este Dossier en el que los cuidados entre mujeres son la ventana a un mundo de amor, amistad, apoyo mutuo, en definitiva. Nos concedemos la oportunidad de pausar, de pararnos a reflexionar entre todas, a través de las palabras de las artistas y creadoras entrevistadas y de sus propias visiones de este mundo que estamos construyendo juntas. Las amigas, antaño, se escribían cartas; nosotras, ahora, recuperamos este gesto a través de nuestras pantallas para iniciar una correspondencia en torno a la creación, la escritura, el arte y los cuidados.
Biografía de Sol Camarena Medina:
Sol Camarena Medina (Valencia, 1997) es una joven poeta y escritora que también se define como feminista, lesbiana, y loca (pero de las de verdad).
Ha auto-editado dos poemarios, pétalos y espinas y ya lo escribieron ellas.
Algunos de sus poemas forman parte de la antología Hay tantas formas de llover: Cuatro poetas valencianas, editada por FEA Feminista. Un poema suyo forma parte de la antología 52 semanas: un año de poesía, publicada por entropía ediciones. Otros de sus poemas han sido publicados por plataformas y revistas literarias como Ariadna Revista Cultural, Díscola Ediciones, El Periódico de las Señoras, Madness Muse Press, Sprout Club Journal, Pulp Poets Press, Moonchild Magazine y Yes Poetry.
Ha escrito sobre salud mental en primera persona para la revista virtual Mente Sana, en su sección Diario de una loca.
A día de hoy, coordina la plataforma virtual para mujeres artistas contemporáneas artebruja y es co-editora de la revista feminista virtual La Gorgona. Es asidua en encuentros poéticos y culturales como Versonalidad, Voces de Barrio, Versillos a la Mar, Versat i Fet y Mercado de Autoras.
Coordinan este dossier: Sol Camarena Medina y Marta Castaño