Dossier «Mujeres y cuidados» | Entrevista a Clara C. Scribá | Por Inés Martínez García

Clara C. Scribá (Madrid, 1992) Estudió el grado en Estudios Hispánicos en la UAM y tiene un máster en traducción, trabajó varios años en la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker y fundó en 2015 la agencia Letropía, desde donde asesora y corrige libros a diario. Tiene dos poemarios publicados: Plurales (Harpo Libros, 2014) y Ya no (Huerga y Fierro, 2018), además de una novela en camino o más bien en búsqueda continua de la editorial adecuada. Clara es una de las fundadoras de Letropía, una empresa de corrección, traducción y asesoría para que los libros, tesis o textos comerciales lleguen a los lectores adecuados y así ayudar al profesional a conseguir sus deseos y sus metas. También es la creadora del curso Todo para publicar tu libro y el programa Saca el libro que llevas dentro.

Clara, comenzaste la aventura letríope con tu socia y amiga Inés de la Higuera. ¿Cómo ha ido evolucionando tanto la empresa como vuestra amistad desde el momento en el que Letropía se hizo pública?

Empezamos la empresa de una forma inocente y estos cinco años nos han hecho conocernos mucho mejor y que nuestra relación se fortaleciera. Cuando montas un negocio con otra persona, sea amigo, pareja o un conocido, te vas a encontrar en muchas situaciones a las que tendrás que enfrentarte con esa persona. Es esencial que los caracteres de ambos sean compatibles y que el compañerismo prime por encima del egoísmo.

¿Qué miedos e inseguridades anidan en una cuando emprende, como en tu caso, con una muy buena amiga? ¿Crees que las relaciones se tambalean cuando una idea conjunta se hace pública?

Creo que con Inés tuve suerte, pero realmente es difícil que una relación de amistad no se tire por la borda cuando se monta un negocio. Llevar un negocio no es ni algo sencillo ni nos han enseñado a hacerlo, tiene mucho que ver con la intuición, y si la dos personas que se unen son opuestas o sus valores no están alineados, es probable que cada una quiera tirar hacia un lado. Yo no tenía inseguridades con Inés, porque conocía sus virtudes, pero es verdad que me he llevado sorpresas positivas con las que no contaba.

no creo que haya que pedir favores a los amigos, una empresa no se sostiene así, sino ofrecer colaboraciones y trueques beneficiosos para otras partes, sin necesidad de considerar a la otra persona o empresa un amigo, sino un aliado.

Lleváis cinco años en activo, ¿qué cambios ha habido tanto en la empresa como en la organización de las tareas entre vosotras?

Yo decidí por mi cuenta y riesgo mostrarme más en redes sociales y hacer cursos de formación para las personas que no se atreven a dar el paso de publicar su libro. En este sentido, mi socia Inés no está tan vinculada a Letropía, es algo que llevo yo. A pesar de esto y del curso que ha ido tomando el desarrollo de la empresa, la creación de estos talleres ha sido posible gracias a que Inés ha sido generosa y me ha dejado el espacio para ello, mientras que trabaja en la docencia.

Clara C. Scribá y su socia Inés de la Higuera

En tu modelo de negocio prima la sororidad y el compañerismo con otras mujeres (que también hombres, pero en menor cantidad) a través de las redes sociales. ¿Son las redes sociales un puente entre nosotras?, ¿es más fácil crear espacios interactivos y de soporte entre mujeres emprendedoras?

Sí, también hay eventos de networking, pero ahora las redes sociales nos permiten conocer el trabajo de las demás sin tener que conocernos físicamente. Hay algunas emprendedoras que siento que conozco desde hace tiempo, algunas son españolas y otras de latinoamérica, pero sí, con Instagram nos apoyamos, recomendamos y ayudamos de forma altruista. También ofrecemos nuestros servicios, pero antes de dar ese paso, ya nos hemos ayudado, sin más.

Si te seguimos atentamente en redes sociales podemos observar que has crecido como empresaria en parte gracias a la ayuda de muchas otras mujeres emprendedoras que ofrecen sus servicios. De hecho, es gracias a esta ayuda que los respectivos negocios de cada una lleguen al resto de los usuarios de Instagram. ¿Qué hay que hacer para crear comunidad y ayudar con la visibilización de los negocios emprendidos por mujeres? 

He de decir que mi negocio como tal no recibe una gran afluencia de clientes mediante redes sociales, aun así, es cierto que cuando creo contenido en Instagram que ayuda a otras personas de forma altruista, otras cuentas lo comparten y se va tejiendo una red de compañerismo que de otro modo no existiría. Y sí, eso me proporciona visibilidad, especialmente como mujer emprendedora. Para crear una comunidad en redes sociales hay que dar mucho de una misma y no esperar nada a cambio, más que ayudar.

Es cierto que partes mucho de la amistad para conseguir tus metas e ir desarrollando tu empresa. Por ejemplo, Letropía y Liberoamérica España son dos espacios de unión, nos ayudamos mutuamente cuando podemos en redes sociales y hacemos eventos en común. Viendo esto, ¿deberíamos pedirle más a nuestras amigas que nos ayuden? ¿Dónde se encuentra el cruce/límite entre pedir ayuda a las amistades y el abuso del otro para conseguir ciertos bienes? ¿Puede llegar esto a ser un abuso de la intimidad y del cuidado?

Más que de la amistad, parto de las sinergias y del compañerismo, pues no necesito tener una relación de amistad con personas que con las que puedo crear algo interesante. Respondiendo a tu pregunta, no creo que haya que pedir favores a los amigos, una empresa no se sostiene así, sino ofrecer colaboraciones y trueques beneficiosos para otras partes, sin necesidad de considerar a la otra persona o empresa un amigo, sino un aliado, alguien a quien tú puedes ayudar y que puede ayudarte así. Colaboro con distintas empresas que tienen esa filosofía en común conmigo y resulta muy beneficioso y satisfactorio para ambas partes precisamente porque no hay un vínculo de amistad, sino de respeto y confianza. De hecho, a veces resulta más fácil crear estos vínculos con emprendedores que no conoces que con amigos de siempre, pues no se generan deudas. En el caso de Liberoamérica, lo considero así, es una ayuda mutua y equilibrada porque nos encontramos en espacios paralelos y existe una colaboración bidireccional.

Clara C. Scribá con la antología Liberoamericanas. 140 poetas contemporáneas (Liberoamérica, 2018)

Imagino que como correctora y “guía” editorial te encuentras con muchas obras de carácter machista o que cuentan con un lenguaje que bien podría considerarse poco inclusivo/apropiado. ¿Cómo actúas ante esto? ¿Sigues las pautas de la RAE paso por paso en algunos términos aunque tu ideología sea diferente? 

En cuanto al uso del lenguaje, suelo tener más problema como correctora cuando se pretende hacer un uso del lenguaje inclusivo, ya que esto todavía no está regularizado como convendría y entran en conflicto mis facetas de mujer y correctora cuando tengo que corregir un texto con: «chicos/as», «bueno-a», «todes», o con todo el texto en femenino genérico cuando el lector podría ser cualquiera. Todavía no existe una fórmula normativa para ello, por lo que intento llegar a un consenso con el cliente. En cuanto al contenido de las obras, no me he encontrado con ningún texto que haya herido tanto mi sensibilidad como para dejar de corregirlo, y, si así fuera, debería analizarlo bien antes de negarme a corregirlo. Sí he recomendado modificaciones en algunas ocasiones, sobre todo cuando sé que la intención del autor no es realmente la que el lector percibirá al leer ciertas palabras.

¿Hasta qué punto debe ser una mujer profesional y no meterse en la obra del otro aun cuando se perciben matices irrespetuosos y machistas? ¿Qué es para ti la profesionalidad desde el punto de vista del género?

Como decía, podría llegar un punto en que dejara de trabajar para algún cliente en concreto, pero no me ha pasado. También creo que la obras a veces reflejan la realidad machista y no por ello hay que censurarlo. Es decir, tanto si en una obra aparece una escena machista como si escritor refleja con su narrativa que su pensamiento es machista (algo que puede estar ligado a su edad, educación y concepción del mundo), no tendría sentido censurarlo. Primero porque quizá esa escena machista aparece precisamente para denunciarla; segundo, porque si un autor es machista y su obra lo refleja, se está dejando en evidencia a sí mismo y los posibles lectores que tenga o que no tenga son los que harán ese juicio, además de las editoriales que decidan o no representarlo. Yo puedo y debo hacer sugerencias, sobre todo cuando hablamos de que el autor no tiene la intención de ser machista y el lenguaje se le va de las manos, o se puede malinterpretar. De alguna manera, que un texto sea machista es como si un texto es violento. Hay textos violentos como los bélicos que son una maravilla de lo bien escritos que están y eso no significa que se haga apología de ello. Por lo general, no me he encontrado con ningún escritor abiertamente machista.

Al final tu trabajo consiste en “cuidar”. Cuidar la estética textual, la ortografía y el estilo de los textos del otro. Un parte muy importante, además, es cuidar al cliente dado que trabajar sobre sus creaciones artísticas no es algo fácil. ¿Cómo es el trato con la persona que hay detrás de la pantalla cuando te metes mucho en sus textos? Y a ti, ¿cómo te cuidan los clientes? 

Algo que ha caracterizado a Letropía desde el principio es la relación con nuestros clientes. De hecho, muchos son hombres, y es bonito ver cómo se pueden crear relaciones a largo plazo de respeto y admiración mutuos sin conocerse cara a cara. Con algunos no hemos hablado ni por teléfono, pero es cierto que, a través de los textos, llegamos a conocerlos muy bien. Por lo general, ellos asumen bien nuestras intervenciones, pues saben que nuestro objetivo es que su texto esté lo mejor posible.

no me he encontrado con ningún texto que haya herido tanto mi sensibilidad como para dejar de corregirlo, y, si así fuera, debería analizarlo bien antes de negarme a corregirlo.

Y dentro de toda esta vorágine empresarial y de continua estrategia para lograr la visibilización y el cambio, ¿cómo te cuidas tú? 

Es complicado. Como me encanta lo que hago, me cuesta cortar, pero para mí que mi negocio funcione es una forma de cuidarme, porque es una faceta que me mantiene muy viva. Eso sí, los fines de semana intento que sean siempre para mí, mi familia, mis amistades y mi pareja. 

Para terminar, ¿nos recomiendas empresas pequeñas levantadas por mujeres?

Claro, os va a encantar Cuentos de boda, que se dedica a escribir historias de amor personalizadas, ya sea de parejas o de seres queridos. También Ponchelina me encanta, es un grupo de música para eventos y bodas que versionan cualquier canción en guitarra, ukelele, violín y cello. Si estáis en el sur de Madrid, la tienda Violet tea es la mejor para compra té a granel, os atenderá Violeta, toda una experta. Laurissi es una marca de moda y complementos con poesía, muy original y literaria. Hay muchas más, pero estas son las que se me han venido a la cabeza… 


Inés Martínez García (Madrid, 1994) es periodista, editora y escritora. Es la directora editorial de Liberoamérica en España y coordina la revista junto a la editora de Argentina Denise Griffith. Ha publicado reseñas literarias y textos creativos en diversas revistas de lengua inglesa e hispanohablantes; ha participado en la antología Liberoamericanas. 140 poetas contemporáneas (Liberoamérica, 2018), en la muestra de poesía Piel fina (Maremágnum, 2019) y ha publicado el poemario Pasión silenciosa (Liberoamérica, 2019).

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