Las herederas del fuego

I

Hay un grito
en el corazón del fuego
que continúa latiendo
aún con la hoguera
vacía y apagada

Escuchar
es la herencia que nos toca
para encender
nuestro propio camino
como herederas del fuego

devolveremos la costilla
que levantan
Como bandera de la esclavitud
y romperemos todo
para hacernos de nuevo

II

La furia de una madre
huérfana
es incontenible
imposible de callar
de esconder
de ensuciar
porque su voluntad de fuego
la osadía que nace
del dolor
crece y se propaga
para quemar
el cansancio

La furia de una madre
no puede perdonar
sin la verdad
no puede olvidar
la ausencia forzada
de un hijo
nunca
jamás
por eso siembran
la semilla que continuará
avivando el fuego
de la búsqueda

III
Hay una madre que espera
su hija no regresa
No volvió a casa anoche, dice
en todas las puertas le preguntan
¿La llamaste?
mientras la ven
parada en el centro de la espera
mientras la ven abrazarse a otras
que también buscan
Sí, responde
treinta mil veces
IV
Hay palabras que tienen
que decirse en su crudeza
sin amortiguar el impacto
con la belleza del lenguaje,
sin metáforas

La violación es
una de esas palabras
que tienen que decirse así
fuerte, para que entiendan
que sucede
todos los días
dentro y fuera del cuerpo

La violación nos sucede
y no es ni la hora, ni la ropa
ni la soledad de la noche
pero el castigo es nuestro
la herencia de Medusa
repitiéndose
a pesar de fuego
que mantenemos encendido
en la palabra, en las calles
en la memoria

V

Hay mujeres que su andar
implica un incendio
imposible de apagar
llamas que han dejado
su nombre impregnado
en las batallas
por la libertad
de un país
de un pensamiento
o del propio cuerpo
De mujeres como Juana
aprendemos la fuerza
y la rebeldía
Por que siempre habrá
en el mundo
gente que tema
el poder de nuestros pasos
gente que no entienda
la vida en desventaja
y quiera regresarnos
al fuego del que venimos

VI
Escribir los motivos
del fuego
Es ponerse al hombro
la fuerza de la palabra
el poder de la memoria
latiendo en todas
las puertas del tiempo

Es ponerle rostro
a las mujeres que matan
nombre a la vivencia
de la maldad
que no se gesta en un caldero
sino en el puño invisible
de una sociedad
de lobos mirando
hacia el pasado
VII
La mujer que soy
habitó el fuego
por decir lo que pensaba
Me nombraron monstruo
por ir en contra
De la ley

Esperaban de mí
la mansedumbre
ejercida a fuerza de silencios
y mandatos indiscutibles

Entendí entonces
la soledad de Alfonsina
frente al mar
El mundo era joven
para entender su belleza

Leerla me hizo loba
y ya no temo
los balidos del rebaño
la desaprobación del pastor
porque hay vida
fuera del corral

Yo quiero ir junto a las lobas
que devoran la llanura
que se dejan embrujar
por la luna en el agua
siempre hermanadas
alrededor del fuego

VIII

Cuando digo herencia
digo poder
y la sola mención del fuego
es fortaleza
Para amansar los lobos

Montar sobre su lomo patriarca
para desandar las huellas
de las cruces encarnadas

Dios no va a poder sostenerse
en su cielo inventado
porque ahora somos
nuestro propio rezo
nuestra propia deidad

La magna palabra
de los lobos
derrumbándose
ante la grandeza de la luna
haciéndose camino
para detener la sangre
que derraman en sus cacerías
para detener la vociferación
de la culpa

Los lobos no van a poder
sostener a Dios
ni lapidarnos con sus mentiras

La luna haciéndonos
alumbrando la desnudez
de nuestras voces
de nuestros cuerpos encendidos
dispuestos a guerrear
con las manadas salvajes

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