Indefectiblemente, la principal función de la escuela es socializar. Ese, el logro más evidente, en inmersión uniforme sin importar ningún matiz de existencia. Lo que forja es subliminal y la mayoría nos adaptamos a ese formato de buena gana. La excelencia académica, el cuadro de honor, las becas… todo tan hermoso y estimulante. Armas de doble filo. Sobresalir no es éxito asegurado. “Ser del montón” no es sinónimo de mediocridad.
Pero hoy, el meollo del aprendizaje hoy, es la revelación y el redescubrimiento de la conciencia a través de pedagogías que pasen por el cuerpo. Cambiar el chip, plantearse la autoformación (y el consecuente desaprendizaje de las viejas estructuras) desde la inversión en mí como sujeto, propuesta, idea, imagen, imaginario, en distintas actividades, activaciones, juegos, experiencias, procesos que impliquen espacios que normalmente no transito ni habito.
¿Y por qué el desaprendizaje?
Pues si bien encuentro conocimiento en la relación colectiva, también lo hallo en el encuentro individual con el cosmos, algo que llamamos el “no hacer” (y en la escuela nunca nos lo dijeron): navegar por el envés de las hojas, sondear la cara oculta de la luna, descubrir lo que hay debajo de las piedras.
Un cuerpo se sabe en estrecha ligazón con las ondas energéticas terrestres (esto aquí incluye a todos los seres vivos y todo elemental mineral) y reconoce que esta relación está viva, en movimientos constantes, constelándose con el sujeto conciente y ecuánime saboreándose. Desde nuestro templo incendiamos los nudos somáticos enquistados en los nervios sutiles, manifiestos de prevenciones irreconocibles en un ser activado en su sabiduría corporal. Acéptalo, eres cuerpo ser, mutante, terrícola. Aprender es integrar, integrar es expandir, expandir es abrazar, abrazar es aceptar. Aceptar que el buen vivir se fundamenta desde un cuerpo bien vivido.
Un fuego somos. Pero esto y todo lo que diga es un lugar común para muchas personas que contemplan la transformación como una posibilidad, como una misión certera. No obstante, hay otros seres que buscan y sienten diferente, están en busca de la felicidad, o la paz, o la estabilidad económica, o de recorrer el mundo, o de ser grandes ingenieros, etcétera.
Ahora bien, hay que recordar que toda educación, todo aprendizaje, toda pedagogía pasa por el cuerpo. Axioma indiscutible. Verdad de Perogrullo. ¿Cómo así? Pues sí. En todo y en cada instante, nuestro cuerpo aparece en su confinamiento instrumental, un lugar al que lo hemos relegado descaradamente. Porque, con este cuerpo, puedo todo. Y en mi cuerpo la mente, misma mente tuya. Percibir es una cosa de mente, pero para controlar la percepción solo el cuerpo avala la moción. El cuerpo es un proceso acumulativo, experiencial, mientras que la mente es una orilla de mar con oleaje eterno. Es bueno dejar descansar a la mente de vez en cuando, y esto se logra activando los mandos cerebrales de las distintas componentes materiales que nos forman.
La inmersión del organismo entero en las ondas del reino del cuerpo mueve las fibras nerviosas, expande las ideas. Esto es más claro desde un abordaje conciente. Es sencillo como dedicar cada inicio de clase a una respiración profunda, o a cantar una canción. ¿Una rutina siempre igual? ¡NO! La vida todos los días y a cada instante es improvisación.
¿Cómo no interrogarse por este vehículo lúcido? Decidir qué hacer con el cuerpo era lo que hacían los antiguos samurái japoneses. Estar en el mundo y vaciarse, poner el cuerpo, experimentar, accionar. Ser la espada, ser la flecha, ser el mensaje. Los pueblos de oriente promueven filosofías que enfocan en el gobierno de su ser y la conjugación certera de su energía con la energía circundante en una armonía intrínseca a cada momento y lugar. ¿Qué hacemos aquí en medio de todo?
Por su parte, los griegos vieron que la educación debe ser también un proceso de construcción conciente guiado por el principio espiritual (espíritu considerado como una región de verdad y de belleza eternas, por encima del destino y de los azares de los pueblos) del humanismo. El contenido de la educación griega es al mismo tiempo moral y práctico. La palabra y el sonido, el ritmo y la armonía, son las únicas fuerzas formadoras del alma, donde la energía es más importante todavía para la formación del espíritu que para la adquisición de las aptitudes corporales.
De mama África y de América la rica, intuímos y sentimos cómo la sabiduría de los pueblos que han defendido sus tejidos comunitarios, inicia en la escucha y el compartir colectivo. Las danzas, los cantos y la música emulsionan las particularidades corporales de las gentes entre sí. Todo es soluble en el ritmo que nos fortalece.
DANZA Y CONOCIMIENTO
Don juan me dijo una vez que un hombre de conocimiento tiene predilecciones. –Ahí tienes a Sacatecas (…) él baila y sabe (…) pero no todo el que mira su baile puede ver que esa es su forma especial de saber (Castaneda, “Una realidad aparte”, p. 18)
Contra todo dogma, contra toda casta, contra toda doma; por fuera e independiente de todo concepto, la naturaleza reina. Es curioso cuando nos regalan cosas que no esperamos ni pedimos, como las reglas y normas de comportamiento y convivencia regaladas en el ejercicio de relacionarnos con otres. ¡Pero todo es impermanente! Nos urge descubrir las verdades por nosotres, desde nuestros movimientos. Hacemos a partir de lo que somos, y donde están nuestros pies dibujamos nuestra realidad, nunca la misma.
El ser danzante es una semilla fértil para la evolución, la trascendencia, la transformación, la confianza. Danzar es un camino potente para reconocer nuestra intuición como sabiduría natural, y nos lleva a comprender la vida de otras maneras. El ser entrenado, quien busca enseñar, recuerda que en ningún caso se trata de hazañas. Se trata de propiciar que cada quien encuentre la verdad en su cuerpo, de su propio cuerpo.
Tu cuerpo es tan versátil, que a donde llega sabe lo que debe y lo que siente. Cuando entras en un espacio concebido para todos los cuerpos, hay un regocijo intrínseco respirable en la habitación, en los poros de la piel abiertos y emulsionados por Danza. Revuelos creadores desde el pulso vital del corazón.
Te reto a experimentar lo que es un cuerpo creador, como danzante natural, como bailarín, como protagonista de un pequeño ritual que es invisible hasta que te quitas el pudor y la pereza. Si ya danzas, sabes de qué hablo. Si no lo has intentado, te reto a que sanes tus heridas a punta de movimiento.
IR A LAS FUENTES…
Antes que nada, vuelve a ti, a tu cuerpo, a tu origen…
«Aluna«, el documental que nos introduce un poco la sagrada y profunda cosmovisión Kogi, pueblo nativo de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia. URL: https://www.youtube.com/watch?v=Ex2dpcWAbZM
Cardona, Patricia. “Incidencia social de la danza y pedagogías emergentes”. URL: https://www.patriciacardona.net/blog
Castaneda, Carlos. Una realidad aparte. Edición CFE, 2002.
«Danza colombia – Trayecto indígena». Serie documental de Señal Colombia. Disponible en youtube.
Huang-Po. Enseñanzas zen de Huang-Po sobre la mente única. Edición Miraguano, 2013.
Jaeger, W. (1933). Paideia. Edición de 1992, FCE, Colombia.
Musashi, Miyamoto (1994). El libro de los cinco círculos. Manual de estrategia para el samurái.
Padilla-Corral, J.L. (2006). Sistemas de regulación energética en medicina tradicional china. Miraguano Ediciones
Fotografía de portada: Ana Loaiza