Del otro lado de la pantalla Juan Solá nos recuerda que no hay contexto lo suficientemente adverso que nos impida disfrutar de la poesía. Su ciclo de textos en Cuarentena, disponible en Youtube, concibe de una forma diferente a la poesía, tal vez, como un collage de imágenes significativas o, podríamos decir, como un retrato personal que se abre al mundo.
En estos tiempos, en los que la abundancia de palabras ahoga, escuchar a Solá —o leerlo— es algo así como subirse a una balsa en el medio del océano.
De Juan pueden decirse varias cosas: Es argentino, nació en Entre Ríos un verano de 1989. Empezó a hacer literatura a los seis años. Cuando era chico decía que quería ser escritor y le respondían que de algo tenía que vivir. Hoy es considerado un referente de la poesía independiente y también de temáticas LGTBIQ+. Es editor del sello Árbol Gordo y publicó varias novelas entre ellas Naranjo en flúo (Sudestada), La Chaco (Hojas del Sur) y Ñeri (Hojas del Sur); y los libros de relatos Épicaurbana (Sudestada) y Microalmas (Sudestada).
No es fácil caracterizar a la escritura de Solá. Tal vez, lo mejor para hacer referencia a la poesía sea otra poesía. Mi vecino tiene tormentas en la boca, decía Gelman, en su poema Lluvia. De la escritura poética de Juan podríamos decir que provoca tormentas, o que es la tormenta, y que una vez que el agua corre nada vuelve a ser igual. Algo de todo esto se nos muestra en su primer poemario Esquelas, publicado por la editorial Sudestada.
Escoja cuidadosamente la tierra donde habrá de sembrar la semilla propone Solá en el prólogo del libro compuesto por 93 poemas breves que además de leerse pueden arrancarse y regalarse. El libro a deshojar nos revela un recorrido que va desde los escombros del arte hasta la cima de la voz poética del autor.
Esquelas fue publicado en el 2019. La poesía deja entrever los vínculos del poeta, el cuestionamiento de una masculinidad impuesta: ¡Cómo me gustan los varones que bailan!”) y los recuerdos de una infancia modesta (“y adentro de la casa había tormenta/ y ustedes me llamaban desde el portón de lata/ me decían/ vení/ papá ya no está enojado con vos.
El amor, la experiencia, el arte, la intimidad se funden en la escritura de Solá. Su prosa oscila entre el frío de las injusticias del entorno hacia el fuego de quienes luchan por sus derechos en una plaza (yo celebro/ la esperanza del hambre en pausa/ la ficción posible de la justicia/ los derechos que se reencuentran con los rotos/ el despertar del barrio/ la memoria).
¿Por qué un poemario tan vivaz recibe el nombre Esquelas? La respuesta es al mismo tiempo la invitación a leerlo: Las esquelas del amor que nos negaron seguirán siendo necesarias, como es necesario cada escombro de arte haciendo piso en los corazones de los que han permanecido demasiado tiempo de rodillas frente a la enfermedad y la injusticia.
El libro es una voz que germina y vence a la muerte comprobarás que la muerte es mentira,/ cuando reconozcas el eco de tu voz/ en otra voz/ que germina o incluso un refugio rojo de tanto atardecer en las ramas. Pero por sobre todas las cosas es una propuesta: Despídase del árbol que duerme en la semilla/ respire.