Pedro Víllora es uno de esos hombres cultos, refinados, perfectos protagonistas en una obra de Oscar Wilde. Su erudición es digna del periodo de la Ilustración: periodista, biógrafo, dramaturgo, estudioso, docente, y seguro, se me olvidan más oficios de este prolijo escritor. Todo este conocimiento del pasado suma interés a sus reflexiones y críticas sobre la actualidad cultural española de la que siempre ha sido un activo representante.
Nombre
Pedro Víllora
Profesión
Escritor y profesor de la Real Escuela Superior de Arte Dramático.
¿En qué ciudad vives?
Madrid
¿Qué ves desde tu ventana?
Las mansardas del edificio de enfrente, que afortunadamente es más bajo que el mío, y mucho cielo por encima. Saliendo al balcón veo un poco del Jardín Botánico y los árboles del Retiro más arriba.
¿Cuál es tu rutina diaria durante el confinamiento?
Primero leo la prensa, los periódicos que leía habitualmente y también algunos digitales que antes no miraba. Hago ejercicio. Después hago cosas sin seguir un horario: leer libros físicos, escribir, cocinar, ver alguna película…
¿De qué manera ha cambiado el COVID-19 tu vida?
Hacía mucha vida fuera de casa: al menos tres veces por semana tengo que ir a la Resad, casi cada tarde voy al teatro o al cine y veo muchas exposiciones. Prácticamente venía a casa a dormir. Ahora nada eso es posible.
¿Cómo ha perjudicado la pandemia a tu sector profesional?
El teatro como tal ha desaparecido y tardará en recuperarse. Se están haciendo muchas experiencias de teatro desde el confinamiento, hay montones de autores e intérpretes realizando estas propuestas y a mí mismo me han invitado a participar en alguna, pero creo que el alcance de las mismas es minoritario y que solo nos interesa a los que ya nos dedicamos a esta profesión. Es algo que hay que hacer porque nos mantiene activos y porque la creatividad necesita forjarse en la práctica, pero la experiencia teatral de la reunión física es inviable ahora mismo. Muchos de los montajes ya estrenados o en preparación seguramente ya hay que descartarlos. Eso implica miles de profesionales que tendrán que reorientarse para salir adelante.
¿Has encontrado algún punto de vista positivo en el confinamiento?¿Y negativos?
Algo positivo es la recuperación de mi casa y de tiempo para mí mismo. En los últimos años he trabajado mucho y estaba agotado y estresado, así que estoy aprovechando para descansar, que es algo que tenía muy desatendido. He descubierto que me lo paso muy bien solo en casa, volviendo a leer horas y horas como cuando era adolescente. Lo negativo es ver cómo la crisis económica está afectando a mucha gente que no ha tenido capacidad de ahorro y se encuentra sin recursos. Cuanto te cuentan los casos concretos es tristísimo, porque la ayuda que se que pueda dar es circunstancial pero no soluciona el futuro inmediato. Y aparte está el miedo a perder seres queridos: eso lo tengo siempre pero ahora está agudizado. Quisiera ser capaz de vivir con menos miedo, pero no lo soy y mucho menos con esta situación.
¿Qué va a ser lo primero que hagas cuando levanten el estado de alarma en España?
Dar un paseo y, si fuese posible, ver la exposición de Rembrandt en el Thyssen. Llevaba meses con el sueño de ir a Roma a ver la exposición de Rafael, pero ya no creo que vuelva a viajar en mucho tiempo.
¿Hacemos una porra? Fecha en la que se normalizará la situación.
Aún tenemos que pasar una segunda oleada a finales de otoño y un tercer brote el próximo invierno, que ojalá ya esté controlado con vacunas y otros recursos médicos, así que creo que nos queda un año antes de que podamos hablar de normalización.
Gracias por compartir en forma de cuestionario tus pensamientos pandémicos.
Pedro Villora nos cuenta sus proyectos antes del confinamiento:
Justo antes de esto había estrenado en la Resad mi traducción y adaptación de «Into the Woods» de Stephen Sondheim, así como una dramaturgia para «El embrujado» de Valle Inclán. La Comunidad de Madrid lo escogió para ser representado en El Escorial con motivo de La Noche de los Teatros, el día 27 de marzo, algo que no se ha hecho, claro. Tampoco se ha podido representar «Mundo Dante» en la VI Muestra Internacional de Teatro Solo Tú de Oruña, en Cantabria, donde estaba programado los días 27 y 28 de marzo.
Otra cosa que se me ha caído es la adaptación de «El caballero encantado» de Pérez Galdós, que iba a hacerse también el 27 de marzo, en el Teatro del Canal, dentro del Año Galdós que programa la Comunidad de Madrid. De momento se ha aplazado a septiembre.
Y el 23 y 24 de abril, también dentro del Año Galdós, me encargaba de coordinar la actividad «Galdós se mueve en metro», dentro de La Noche de los Libros, con representaciones de escenas de Galdós en el Metro. Pero esto tampoco se podrá hacer.
Algo que tampoco se hará al menos de momento, es «La manta zamorana», la zarzuela de Manuel Fernández Caballero para la cual escribí un prólogo el año pasado. Estaba programada el 25 de abril en el Teatro Ramós Carrión de Zamora, con participación de la Orquesta Sinfónica de Castilla León, para hacer una grabación audiovisual.
A finales de junio tengo programadas en el Festival de Oviedo las adaptaciones de las zarzuelas «Agua, azucarillos y aguardiente» y «La revoltosa», con dirección de Curro Carreres, que es lo que andaba ultimando estos días.
Lo que sí estoy haciendo es dos libros: uno es la recopilación de diez adaptaciones mías que publica la editorial Punto de Vista Editores (enlace abajo a «Qué hacen los hombres cuando están juntos», que es la crítica de un libro de esta misma editorial). El otro es la recuperación y adaptación de unos textos renacentistas sobre mitología que se publican ilustrados por Das Pastoras.