«no hay rutina humana que no esté dotada de arte» entrevista a Sara Montaño Escobar

Entrevista a Sara Montaño Escobar* (Loja, Ecuador, 1989)

 

La enseñanza, como noble oficio y como reivindicadora del ejercicio natural de un derecho, requiere el antecedente obligado de una incomprensión, de un enigma a descifrar, de un desconocimiento sobre tal o cual cuestión que el otrx, en su calidad de especialista o de simple conocedorx, querrá ajusticiar, mitigar o erradicar.

Con este horizonte, y con el inconsciente despejado para dejar libre acceso a unas máximas que pueden cambiar para siempre nuestra manera de sentir la poesía, nos adentramos sin preámbulos en Enseñanzas (Liberoamérica, 2019), una aventura – casi pizarnikiana, casi freudiana – a la que irremediablemente vamos a querer, tarde o temprano, regresar.

En diálogo con su autora, exploramos un poco más de cerca el cursor de fuerza de este poemario, y su bellísimo y particular proceso de creación.

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La enseñanza, que no deja de corresponderse con algún tipo de precepto o disciplina, supone un ejercicio conciliado de adiestramiento, de instructivo primario y vital. ¿Qué vínculo pensás que ejerce tu poesía en relación con este designio? ¿Qué nos enseña el poema?

El poema recoge la enseñanza o la experiencia que se obtiene cotidianamente. A través del poema se intenta dar un testimonio que se corresponde tanto con un  contexto como con la historia personal de la persona que escribe. Todo esto, además del estilo y de la voz del poeta, nos deja una memoria que muchos pueden interpretar como una enseñanza.

 

«Ya no decir / sólo mirar / y que la escritura / nos sobreviva / como un acto de derrota», declara el número 39 de tus poemas. ¿Es la escritura verdaderamente un acto de derrota? ¿Tiene la poesía que «ser útil», revelarse necesariamente funcional a algo pragmático?

Raramente la gente ve el arte como algo útil, como algo que sirva en función de sus intereses. Sin embargo, como lo hemos visto en los tiempos actuales, con todo esto de la pandemia y de la consecuente crisis social y económica que nos deja, es a través del arte que logramos mantener esa sensación de estabilidad, belleza y creatividad inherente al ser humano. No hay rutina humana que no esté dotada de arte, de poesía. La poesía supone un acto de derrota en sí porque ninguna de mis acciones puede desligarse de ella, es y vive a través de todo lo que hago, es mi forma de sobrevivirme en este caos que supone estar vivo.

 

Poniéndole la distancia a ese posible perfil «educador» y situándote ahora en la exclusividad del proceso creativo: ¿Qué te parece que es lo que no dice, lo que no llega a decir (o no puede o no quiere decir) un autor en su obra?

Depende mucho del proceso creativo y lo que se intente conseguir a través de él. Bien puede ser un proceso de catarsis, de rebelión, de testimonio o asociación libre entre el presente y el pasado. Te puedes proponer escribir, puedes proponerte hablar sobre una temática que no hayas vivido realmente y por tanto sólo ser la creadora; sin embargo, cada poema, cada obra, estará influida por tus propias experiencias, por tanto cada escritura siempre será una mirada subjetiva de la realidad, y tal vez sea eso, lo que el autor prefiere callar.

 

Quizás el poema más radical del libro, «Enseñanza 41» (abajo transcripto) nos invita o nos fuerza a una demora más que necesaria: ¿Cuál creés que es la lucha actual de la mujer que atiende a los hijos y que «hace la cena», y cuál la de la mujer que escribe (suponiendo, claro, que se trate de mujeres diferentes)?

Realmente este poemario es sumamente intimista y escribí desde mi experiencia de mujer soltera, con una relación a distancia, con un trabajo inestable, que sueña a veces con tener una familia, con servir la cena y tener hijxs…pero sé que ahora estos deseos no se relacionan con mis intereses ni mis capacidades, es así que lo que me queda es escribir, escribir hasta que sea una realidad en mi vida. No podría decir que una mujer que es esposa y madre no pueda llevar adelante una vida profesional, costará mucho más eso sí, ya que sabemos que la carga familiar (casi) siempre será responsabilidad de una mujer, pero por todas las escritoras que he leído, que admiro y que sé que son madres, sé que todo esto es posible.

 

Contános cómo articulás tu trabajo poético personal con las colaboraciones que desempeñás en Editorial Unicornias y Liberoamérica.

Una de las actividades que más disfruto, pese a toda la responsabilidad que me representa, es la gestión cultural que mayoritariamente he realizado a través de revistas digitales. Esta actividad me ha permitido acercarme a poetas que admiro, conocer nuevas realidades, diferentes percepciones a las mías y todo esto me permite tener una visión más madura sobre el ejercicio poético y lo que espero de mí misma al momento de plasmar mis poemas. Son actividades íntimamente relacionadas que me han permitido (tal vez) ser más madura, más empática con la realidad de otrxs.

 

Por último, ¿Qué estás leyendo estos días? ¿Qué libros considerás indispensables o pendientes?

Actualmente, regresé a la narrativa. He leído estos días a Amelie Nothomb en su libro El sabotaje amoroso. Además descubrí a un autor rumano sumamente interesante quien me atrapó con su narrativa en su obra Lulú. Por estos días estoy leyendo a Stephen King en el título Bellas durmientes, en donde casualmente nos habla sobre una pandemia que solo afecta a mujeres. Poesía leo a Ángela Álvarez, brillante poeta española a quien admiro muchísimo, en su poemario titulado El hijo culebra.

 

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Enseñanza 41

Escribo poemas.
Algunas mujeres preparan a sus hijos
hacen la cena
y entienden a la poesía
como un regreso pospuesto
por el tiempo de familia.
Yo escribo
deseando algún día
posponer como ellas.

 

Enseñanza 16

No decir la boca del animal.
No decir el vientre del animal.
No decir la herida del animal.
No decir la trampa del animal.
Llamarnos ante los otros
con el nombre impuesto
para disfrazar la bestialidad
que nos amansa
ante el rostro genuino
del espejo.
No decir el animal
hasta que lo encontremos
en cosas cotidianas
e intentemos deshacernos
de su sombra
en la negación del otro.

 

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*Sara Montaño Escobar (Loja, Ecuador, 1989). Licenciada en Psicología, escritora. Fundadora de Editorial Unicornias. Colabora actualmente en las revistas de interés cultural y literario Liberoamérica (España-Argentina) y El Humo (México). Publicó Génesis de ausencia (Viz-k-cha, Ecuador, 2017), La ruta del espejo (Dipsomanía poética, México, 2018) y Enseñanzas (Liberoamérica, Argentina, 2019).

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