La arquitectura de la palabra (Vol. X): Voces del alba

Foto de portada: Portal de viajes en Latinoamérica Conocedores

La poesía es una labor complicada. No es solo componer, sino poseer la poesía para hacerlo suyo y entregarlo al mundo. Por eso, encontrar una poesía que vaya más allá del mero placer estético es interesante. La poesía, a opinión personal, debe conducir a una experiencia metafísica. ¿Qué quiso decir el poeta? ¿Qué sentimientos o ideas quería transmitir? Los poetas jamás hablan por hablar, no los maduros, sino que buscan interpretar algo que está más allá de nuestros sentidos, que se juntar con la naturaleza para darle voz y existencia. No hay forma de que un ser exista sin voz, la voz transmite y transmuta. El poeta le da voz a todo. Por ello, encontrar poesía así siempre se vuelve una alegría. Cada crítico o lector elige sus gustos, sus estilos, a las personas que desea leer.

Sin embargo, un plus adicional es encontrar un artista que siempre esté dispuesto a ayudar. En los recitales de Las voces del colibrí buscábamos siempre ayudar a albergues y asilos. Muchos poetas siempre están dispuestos a ayudar, pero las intenciones siempre son ocultas y distintas. Es difícil confiar. Pero las autoras que aquí presentamos siempre han estado dispuestas a ayudar. De igual manera, las luchas que promueven buscando dar luz a las voces de la poesía femenina, a sus labores de madre, de promover la cultura (a pesar de los actos nefastos de gobiernos e instituciones), de mujeres que se abren paso en una sociedad tan hermética, tradicional y, decirlo sin tapujos, machista. Entonces no es solo el testimonio personal, sino su propia poesía. Versos que conmueven y cuestionan, que son gritos de esperanza, que son voces del alba. Porque no tenemos certeza de poder despertar luego de dormir, y la luz del alba siempre es esa confianza, esa puerta hacia que el mañana es mejor. ¿Cómo no buscar algo así en tiempos de pandemia?

Por eso, les presentamos a tres autoras de la poesía contemporánea que florece y abunda en el Perú. Tres artistas que son escritoras, madres, luchadoras y amigas. Aquí les dejamos con estas destacadas autoras.


Úrsula AlvaradoÚrsula Alvarado (Lima, 1979) Licenciada en Administración de Turismo en la UNMSM, gestora cultural, ilustradora y poeta. Obtuvo menciones honrosas en el Concurso de Poesía para Mujeres Scriptura en 2014 y 2015 respectivamente y ha publicado la plaqueta de poesía Metamorfosis Inversa (Vagón Azul Editores, 2015) Tienes inéditos los poemarios Canto a la hoja que cae y Albas a Orfeo. Actualmente administra su proyecto personal “Poesía en la ciudad” que establece conexiones entre la literatura y el patrimonio histórico de Lima. Enlace: https://poesia-en-laciudad.blogspot.com/

Epicentro

Tú que santificas la naturaleza
acude al llamado mudo de mi epicentro
a la voz sin eco de la madre tierra.

Te invito
a reinventarte entre las dunas generosas
de mis cumbres
soy tu selva virgen
una maraña misteriosa de ramas y lianas
en donde puedes enredarte
rodar por el suelo
_____________sin remordimiento.

Bebe de mí que soy oasis de agua clara
nada en la desembocadura
de mis extremidades pretenciosas
tú que eres río travieso
y vienes a mí sonriendo en meandros
deja que mengüe el cansancio
que azota el caudal de tus rodillas
ven y descansa en el lecho
de mi vientre madreselva.

Recibe como ofrenda
los cerezos en flor de mis pechos azules.

 

Formalidad

Cuando el hombre que amas
luego de haber reinventado el fuego
de haber derretido contigo los círculos polares
de haberle hurtado la miel a los panales de tu cuerpo
se vuelve de pronto
_____________tan formal

y te habla como quien redacta un memo
o un informe lleno de frases cordiales
es porque no conserva ya
el aroma de tus rizos en su torso desnudo
porque debajo de su almohada
no se cocina ya
_____________tu nombre.

De Metamorfosis inversa (Vagón azul Editores, 2015)

Transmutación

Con la llegada del otoño transmuta mi voz,
se despiden mis hojas y en esta desnudez
encuentro abrigo.

¿Cómo pueden, criaturas del alba, no reconocerme?

No asoman los ciervos que a mis manos confiaban
el brillo de sus cornamentas,
las ardillas que en el recodo de mis piernas hallaban abrigo
hoy bajo la grama se esconden,
las aves del crepúsculo ante el saludo de mi canto enmudecen.

¿Y qué hay del eco? _____________
_____________¿Qué de la esencia y del aroma?

Soy yo la inflorescencia que amaron.
He liberado mis cometas,
desdeñado el polen innecesariamente impuesto.
Heme aquí desdibujada del trazo que se remarca,
he emprendido la búsqueda del boceto primigenio.

Con gozo mudo de mis versos primeros
me desvisto,
uno a uno con ternura los aparto
como a capas de una cebolla
sonrojada.

De Canto a la hoja que cae (Inédito)

Yo soy esta cicatriz que dice no

Con destreza de artesano maquillo el defecto,
pero en la reincidencia descubro el versículo perdido:
cubrirse del frío no desaparece el invierno.

Incómoda a la vista y al tacto, es mi cicatriz

un heroico tejido trasplantado
________de una coordenada______a otra
en mi propio cuerpo.

Yo soy esta cicatriz que dice no.
No me esconderé.

Abatida la tormenta, será el amor
como el del navegante al barco maltrecho
que lo llevó a buen puerto.

Repetiré con mi herida
la misma historia del barco y su marinero.

Negar la belleza del navío sería mezquino.
Una ofensa torpe e imperdonable.

(Inédito)

 

Ceci n´est pas un poème d’amour

Esto no es un poema de amor. Tan solo un murmullo entre dientes.

Un suave canto acerca de la ciencia de ver caer la tarde sobre la manzana que reposa en mí. De la sombra que proyecta el fruto a la altura de mi ombligo, nace una flor oscura como una nube llena de lluvia.

Todos tenemos un botón de terciopelo anidando en el vientre,
aromático huevo floral que no siempre se descubre.

Alguna vez sentí su latido azul. Su compás igualaba la frecuencia del ulular de las gaviotas. Una semilla desde su gestación sedienta.

Cuarenta años ha tardado en germinar la tácita flor de mis deseos más oriundos. Hoy que tus palabras han pronunciado la cábala del desprendimiento, de la cámara de los secretos han asomado los primeros pétalos. Con destreza de contorsionista han girado hacia ti como el heliotropo que inmerso en un jardín de luces artificiales reconoce de pronto y sin vacilación la inequívoca fuente de luz.

No. Esto no es un poema de amor.

(Inédito)


Katherine EstradaKatherine Estrada Aguirre (Lima, Perú)Comunicadora Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Editora, poeta y gestora cultural. ​Dirige desde el año 2012 Perú Tambo Editores bajo su sello Tribal. Organiza el Festival de Poesía de Lima (Desde el 2012 hasta la actualidad). Presentó su primer poemario Intrarrevolución en la FIL Cusco 2016. Ha sido invitada a diferentes festivales nacionales, y ha participado como editora en ferias del Perú y el extranjero.

Peruanitos

Me reciben pequeños,
pero ninguno corresponde a mi fascinación,
no me miran porque aún no se ha fecundado
el odio en sus tiernos lados,
sólo me repasan recelosos
desde la arena abonada por el sendero de sus padres,
sobre los desperdicios que hoy los alimenta.

Creen que los insultaré
y estiran la mano,
lo he visto a menudo.
Ahora soy yo la que no los puede mirar,
pero calma, no hay porqué llorar.

¡Corran niños!, aún hay tiempo,
huyan hacia las dunas de su imaginación,
allí donde el amor a la patria te da esperanza…
¿y es que no la conocen?,
entonces, sí hay porqué llorar chiquitos,
no por ustedes,
son nuestras entropías
las que han surcado sus manitas.

Mejor vengan aquí,
y brinquen bajo la sombra del rescate,
cierren sus ojitos,
y acaríciense con tanto amor
que despierten vuestros sueños.

¡Achachay!,
sí, ya sé que duele,
pero los sanará…
¿en serio la ven?
les presento a mi reina pobreza,
la de mi niñez.
Ahora respiren y conozcan la felicidad.
¿……………………………………..?
Entonces, ¿tenemos que sonreír?
¡Claro! ¡eso es! rían, carcajeen,
se los suplico angelitos,
y con su bello estruendo exterminen,
para empezar,
los tentáculos de los actos agazapados
y el veneno de las risitas telúricas.
Háganlo guagüitas,
por cada sueño enmohecido,
por cada ronquido serpenteante
de oscuros y espesos pechos.
Rían así, y sobre todo, mírense.

 

Alegoría intrínseca

Soy vida, mientras seduzca a la muerte,
soy viento, mientras que mi fuerza
cause temblores en las entrañas de otro ser.

No intenten saludarme,
he visto su pasado arrastrarse por mi puerta
unidos de los talones por cadenas blandas.
Coagulantes me esquivaron.

Observándolos me soñé sobre un trono granate,
guiada por ángeles y amada por sabios,
¡oh no!
he claudicado ante el amor desconocido.

Hoy las Furias me arrastran a los suplicios de su infierno,
me reencuentro en su vehemencia, sin juzgar,
no soy hija de la eterna noche,
pero me temen,
ellas saben que muy pronto despertaré.

 

La Cantuta

Garúan las ánimas sobre una conciencia
sórdida y circular,
fratricida, tirano, bestial.

Sus detalles, eran diez,
terminaron bajo la tierra que los procreó,
grises, calcinados, imborrables.

Mancillaron lo vespertino
de sus criterios,
caminando en fila india,
tejieron fragmentos quejumbrosos
sobre los talones de una novela negra
que alguna vez los marcó.
Lágrimas humanas, hermanos míos.

Hoy persisten en la belleza de nuestra flor nacional,
y en su impunidad, la culpa.

 

Alma agónica

Me agrieto entre una flacidez falangiana
y las frunciones de unos labros áridos.
«Buenos días», «buenos días» (en mi menor por favor).
Mi presente escupe ante cada nuevo intento,
mi mente crea situaciones que sonrojan al hastío,
al fin me oigo respirar.

Ante consejos de treguas y disimulos,
centro mi universo en una humeante
sopa de letras que pronto se descompone,
formando una palabra antes de su expiración:
a-g-o-n-í-a.
La lucha contra el yo
consume el tiempo aquí, sabes?,
lo calcina.

Miro a mi rededor
y se me agotan aún más los motivos por seguir,
cada vez me hago querer menos, lo sé.
Hoy no haz venido
y me duele el alma.

Los enfrento y no me lastiman,
todo está aquí dentro.
Desairo a la resignación
y a falta de lágrimas, la náusea.

 

Ambivalente

Eres otro,
y una y otra vez, en tus pupilas, estoy con otro.
Ya no me hablas del azul ni de Venus,
pero los veo destellar en tus deseos.
Te han herido tanto pequeño,
deja que te pellizque un poco,
conmigo tu dolor se volverá orgullo.

¿Porqué me amas tanto?,
porque hoy te niegas a los complejos, a las dudas,
haz ido allá, mucho más allá, y te sigo.
Sé que hoy me buscas por nuevas terribles razones.

Haz sucumbido ante tu hipersubconsciente,
desafías a la vida, por mí, la denominada negación.
Estoy subyugada por tu oscuridad.

Con desparpajo me ofreces paz,
así, amplio, te desconozco,
hereje, te aplaudo.
No más rechazos, no más temores,
al fin dime si es real este cielo en vivo fuego
(el asombro, el maldito asombro).

Me tientas, me regalas lo que muchos nunca poseerán,
y yo jamás te perdonaré tanta comprensión,
ya no eres quien amé,
y aún eres tan joven, eres otro, eso es, estoy con otro,
y no me lo perdones nunca.


Leda QuintanaLeda Quintana Rondón. Educadora, poeta y colaboradora de La Primera Vértebra. Tiene amplia experiencia como formadora docente en proyectos de lectura y de escritura, así como en talleres de mediación literaria. Es integrante fundadora del programa Escribir como lectores-Perú (Fundación SM-Comunidades letradas-Aele) y es asesora del proyecto “Aulas lectoras” de CPUR-Juliaca. Como poeta ha participado en el Festival de Chepén Chepén, Caravana de la Poesía, Antifil) y algunos festivales de poesía feminista. Ha publicado materiales educativos diversos y poemas en algunas revistas, periódicas feministas y plaquetas colectivas peruanas. También ha coordinado Muestras de Poesía Escrita por Poetas Peruanas en las revistas Ojo zurdo e Insula Barataria.

Martín en Chayara

El corazón de mi madre es una caverna
Allí nos guarecemos del frío
Mis hermanos y yo
Pétreo y celeste es el útero
Desde donde escribo este poema.
Madre remueve la tierra
Siembra en mí guijarros oscuros
Me riega con sus sudores
Quita mis malezas
Barbecha con cuidado mis surcos.
Yo crezco entre los molles
Con las voces de cedrones y retamas
Dibujo y abro ventanas en la cueva
Excavo túneles.
Me pierdo en los laberintos de Chayara
Allí queda la chacra de mis padres
Una cuesta de piedras donde escucho
Batallas de cerros, risas de acequias.
Allí empecé a leer mi tierra
Los silencios de mi cueva
Los abismos y sus constelaciones.

 

Casa umbría III

Abril siempre fue el mes más bello
desprende sótanos
Una lámpara debajo de las frazadas
hiende leda un denso tul
La niña ovillada en su cama
grita sin voz
pide ayuda
No puede hablar
pero
lee
respira
ecos oscuros, sonámbulos
del lugar más alejado de la quinta

La niña camina
A tientas
es de noche
abre el zaguán de la casa de Huasta
se mira desde el pozo en que cayó su hermano
escucha el granizo
una rueca en movimiento
el huso de silencios de su abuela que ahora fuma
Un oráculo
-la humareda-
las cenizas caen como anillos y collares
con ellas la anciana unge los dedos y el cuello de la nieta
cierra los ojos
sus manos
hilan con vigor
versos en el aire
un tejido en tres tiempos:
el primer esposo perdido
sus seis hijos
(dos murieron casi al nacer)
su segundo esposo
un único amante al que nunca volvió a ver
su nieta con la que duerme todas las noches
un bisnieto de abril
una hermana perdida

La abuela Rosalía vuelve a prender su cigarro Inka
Y escribe
Hojas perdidas de su corazón a pie
Sus manos cuidan flores en su nueva casa de Jesús María
Sus manos enseñan a su nieta
A hilar una nueva casa
Una casa con zaguán / sótano/ muchas ventanas
Hilar
Porque urge púrpura la niebla
hasta la desesperación requiere un cierto orden

Una mujer de cabellos negros y largos
se encuentra con la niña
Ellas escriben
-con la saliva de sus madres y de sus abuelas-
Intentan juntas
hilar/se
y con los ojos de las cenizas
de todas sus casas
en sus manos
Navegar.

 

El pozo de Huasta

“Puede cambiarse de ciudad,
mas no puede cambiarse de pozo (…)
I Ching- El libro de las mutaciones

En el fondo de las aguas
del pozo de Huasta
viven mis hijos muertos.
Durante años corté la cuerda,
escondí las cubetas,
hui a la capital,
caminé partida y sin ojos
para no ver los ecos
de sus voces púrpuras
en la niebla limeña.

El ruido de la guerra me silenciaba
yo me tapaba los oídos
para no escucharlos
ni escucharme.

Ya han pasado muchos años…
ahora soy una anciana,
una maestra rural jubilada
que vende tocosh en Neoplásicas.

Nunca aprendí a cocinar
pero hago mazamorras
para los enfermos de cáncer.

Todas las noches
viajo hasta el pozo de Huasta,
me sumerjo en sus aguas
para ver a mis hijos muertos
abrazarlos y pedirles perdón,
recomponer sus pedazos
y unir cada uno de sus vestigios
en una sola boca de Luz.

 

Peregrina y sus hermanas – otro final para el cuento de Barba Azul

Para Orfi y todas mis hermanas… y para mis bisabuelas y abuelas, hermanadas.

No se hallan mis ojos,
Peregrina,
espejo errante
en mis venas
(menos la voz
-el eco de un cuento -)
y la sangre cayendo de tus encías y tu garganta
mientras te leo los libros que quisiste leer de niña
(y Barba Azul, desde abajo, te amenaza)
Y tú clamando, cogida de mi mano,
-Leda, mi hermana,
¿No ves venir a nadie?
Y yo respondiendo:
No veo más que el sol que resplandece
Y la hierba que reverdece.
Y tú insistiendo…
-Leda, mi hermana,
¿No ves venir a nadie?
Y yo, angustiada, respondiendo:
Recién puedo ver
una llave manchada de sangre,
un cuarto ataúd con mujeres moradas y desnudas,
durmientes y colgadas.
Yo te entrego, hermana,
las voces
de nuestras abuelas, madres y hermanas
como collar de versos
y ofrenda de
latidos
las voces de las otras
poetas,
nuestra propia saliva
y la de todas
nuestras hermosas pájaras horneras.
Voces como
Lanzas
en el aire
cantando
y
cortando
azules y frondosos bosques de barbas
que ahorcan nuestro corazón.
La travesía de clavarnos
-y desclavarnos –
del cuarto oscuro de Barba Azul,
hermanas,
y ser latido
de los cuerpos desaparecidos
y ser la Lengua
de nuestros  propios
cuerpos
degollados.

 

CEREMONIA

Escribe
este hormigueo en el cuerpo
crees que lo vomitaste todo
pero hay un líquido oscuro
que une tu respiración
con tus placas tectónicas
y una sombra
se siente en tu esófago

No has cenado
pero el volcán se alimenta
de eso que no sale
la visión de tu madre degollada de niña
en la Casa umbría
ves sus ojos antiguos y lloras
gritas por ella
con ella
con todas tus abuelas

La hija da a luz a la madre en su poema
y la madre da a luz una casa
y todas las casas arden en tu cuerpo
por fin puedes ver y luchar
contra los nueve monstruos
en el sueño eres escudo que erupciona
y rezas plegarias
por cada uno de sus habitantes

Te alimentas
en la ceremonia del vértigo
del temblor que arde
en lava que lava en la sangre

Encuentras palabras en el huerto
la memoria es medicina

El poema es lo que escribes escondida en la sangre

Escribe del fuego de las mujeres de tu familia
en la vulva
escribe del frío que perforó la espalda de tu bisabuela
por cargar durante días a su pequeño hijo muerto
escribe de las astillas en la garganta
en el batán de las palabras no dichas
moliéndose en el vómito que no llega
a ser voz

Escribe nuestra voz

 

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