Ferias pospuestas, cuentos online y estrategias digitales en tiempos de Pandemia

Con la emergencia desatada por el virus conocido como Covid-19, desde febrero en Italia y desde marzo en el resto del mundo, la pandemia puso en alto casi todas las iniciativas destinadas a promover el libro infantil: Ferias Internacionales del Libro como la de Buenos Aires fueron canceladas; la Feria Internacional del Libro de Bolognia solamente realizó eventos digitales en vivo del 4 al 7 de mayo (por primera vez en más de 50 años de historia) y actividades recurrentes en toda América Latina; como bibliotecas, clubes del libro, centros culturales, tiendas especializadas y escuelas tuvieron que cerrar sus puertas.

¿Qué hacer en tiempos de pandemia para seguir promoviendo la lectura?

La primera reacción, entendible por cierto, fue un vuelco a enorme a lo digital. Las editoriales y centros culturales, las bibliotecas y escuelas buscaron la manera de adaptarse rápidamente con las herramientas disponibles. Los encuentros en vivo en Zoom, Facebook e Instagram coparon nuestras pantallas. En un momento, la oferta fue tan abrumadora que se hizo difícil escoger qué atender. ¿Las lecturas de cuentos online por las y los autores de los mismos? ¿Los eventos promovidos por los centros culturales? ¿Las visitas guiadas y gratuitas?

A nivel de municipio, en nuestra ciudad de La Paz la estrategia de #LaPazLeeEnCuarentena tuvo resultados altamente positivos. Se dio la oportunidad de interactuar con diversos grupos, como los clubes dedicados a eventos internacionales como Harry Potter, Star Wars y el Señor de Los Anillos; con plataformas como Bee Little que promocionaron lecturas de cuentos de autores nacionales en “La Hora del cuento”, y centros culturales y bibliotecas municipales, cada cual desde casa y con las herramientas con las que contaba en ese momento, pusieron su granito de arena.

A nivel latinoamericano, tanto en Argentina como en Perú, por dar un ejemplo, las actividades se concentraron a través de páginas como la editorial Norma, Avión que va y La Hormiguita Viajera. En España, la editorial SM lanzó a través de su página iniciativas acompañadas de lectura como #Yo leo en casa.

En las escuelas, la necesidad de mantener a los niños activos impulsó a los maestros a probar distintas plataformas digitales. Sin embargo, la brecha entre la educación urbana y rural, las desigualdades de ingreso y las consecuencias en la economía impactaron grandemente tanto en el desempeño como en el alcance de estas iniciativas a nivel latinoamericano.

Además, la interrupción de la cadena del libro es un tema preocupante para todos los actores involucrados. Se abrieron diversas interrogantes que recién podremos contestar con el tiempo. ¿Cómo afecta a los derechos de autor la lectura indiscriminada de sus libros por las redes sociales? ¿Cómo seguir promocionando la venta de libros si todas las ferias se cancelan y las tiendas permanecen cerradas? La recesión económica, que ha cambiado tanto el panorama a nivel global, afectará sin dudas al sector librero.

En Estados Unidos, por ejemplo, con 30 millones de personas solicitando apoyo económico del estado, las editoriales tomaron un conjunto de decisiones a corto plazo: limitar el número de novedades publicadas cada mes, posponer los tours de promoción de los autores hasta finales de año y ofrecer grandes descuentos en la descarga de libros digitales. Las plataformas de suscripción de entretenimiento digital, como Vooks y Kindle Unlimited, comenzaron a ofrecer suscripciones con meses gratuitos o a un costo menor a un dólar.

¿Cómo ayudar a escritores, ilustradores, libreros y editoriales?

De alguna manera, aquellos actores que pudieron adaptarse o reinventarse rápidamente son quienes resultaron más favorecidos. El autor e ilustrador Mo Willems, lanzó una campaña de dibujo de sus personajes que promociona no solamente sus libros, sino que impulsa y solicita a sus espectadores que compren libros de tiendas locales, con servicio de ventas a domicilio. Esta será una estrategia necesaria para revalorizar lo local y apoyar a nuestro entorno más inmediato.

Si bien el consumo de bienes culturales puede presentarse como no prioritario, si algo nos ha enseñado este confinamiento es que el arte en todas sus formas nos acompaña y da refugio. Sin libros, sin películas y sin música, este encierro hubiese sido más intolerable. Dentro de las posibilidades de cada uno queda pensar en cómo apoyar a los creadores de contenido, porque es gracias a ellos que nuestra sanidad está un poco menos abollada.

Consideraciones a futuro

Con doce semanas en aislamiento social y muchas actividades de gran aglomeramiento de personas suspendidas a futuro, pareciera que el giro digital llegó para quedarse. Sin embargo, no todo puede ni debe ser digital. Todavía leer un libro es un refugio, y leer en casa con nuestros hijos es más importante que nunca.

Los desafíos que presenta esta pandemia sí convivirán con nosotros de ahora en adelante. La vida no puede reducirse a un espacio de confinamiento, pero nuevas precauciones a la hora de retomar clases, trabajo y “normalidad” se imponen.

Tal vez pueda verse esta gran plataforma que es el internet como una oportunidad: Textos que no eran fácilmente disponibles han facilitado su acceso, autores e ilustradores se encuentran a una pantalla de distancia, y tal vez la cadena del libro pueda reinventarse y diversificarse ante este nuevo escenario. Siempre un cambio de paradigma nos impulsa en nuevas direcciones. Es posible que las voces de la literatura sean ahora más diversas, más locales, menos globalizadas.

Paradójicamente, valores como la solidaridad, el apoyo entre vecinos, el respeto a los docentes, médicos y personal de servicios se ha incrementado también, a una escala inimaginable. Esperemos que los cambios en la educación, la formación de lectores y las nuevas tendencias como el cómic sean positivos más allá de la emergencia presente.

 

 

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