Julia Llerena (Sevilla, 1985) busca un diálogo íntimo, una cercanía con la gente que comparten los mismos intereses y preocupaciones. Su deseo es que, tras dar con ese espacio común, puedan ver desde allí el ámbito que les rodea y entenderlo mucho mejor. Esto lo logra creando vínculos con objetos que, a primera vista, nada tiene que ver entre ellos.
Por ello, se dedica a encontrar estos elementos, a veces con una idea muy clara de cómo deben ser, otras dejándose llevar por el hallazgo fortuito. La guían lo roto, lo frágil, el vacío en medio de las cosas. Pues cree que, aunque siempre demostramos nuestra humanidad a través de la debilidad, esas delicadezas se transforman en un tejido resistente al unirse entre sí. Todo esto con el fin de enfrentarse a la incomunicación que nos separa, al aislamiento que impide que acerquemos nuestro interior al otro.
Además, lo recuperado transmite la nostalgia de pensar en una utilidad que se ha perdido, el recuerdo de una edad anterior en la que sirvieron para algo. Cada una de las piezas —trozos de vidrio, metal, madera o plástico—se usan como las palabras escritas en un texto. Debido a lo cual, la mayoría son pequeñas, construyendo con ellas un objeto artístico de mayor escala a través de la conexión armónica, al unirlas por colores, tamaños o formas.
Tras esta construcción de un artificial yacimiento arqueológico del pasado cercano, la artista logra liberarse al conseguir inéditos paisajes íntimos que se pueden habitar. Lugares reveladores al que estamos invitados.
Al contemplar tus trabajos, detecto un ansia de perfeccionar una comunicación universal de manera a la conseguida durante la Prehistoria en Europa con ciertos ideogramas. Como si fuera un texto que cualquiera pudiera comprender sin tener que aprender una lengua.
Busco una comunicación íntima y estrecha con la gente cercana con la que comparto intereses y preocupaciones.
O sea, que tienes aspiraciones más modestas. Yo lo entendía como una necesidad más ambiciosa. ¿A pesar de ello, crees que la sociedad actual se ve afectada por esa voluntad de diálogo sin barreras aún no logrado?
El arte es un modo de comunicación muy potente y valioso.
Sí, supongo que solo él puede conseguir algo así. Quizás sea la vía para enfrentarnos a lo que nos rodea. ¿Te sientes a veces ajena a la realidad en la que vives?
Me siento parte de ella, hay muchas cosas que me gustaría que fueran diferentes pero convivo bien con el mundo, es el tiempo que me ha tocado vivir y está en continúa transformación.
¿Entonces no necesitas evadirte mediante la abstracción que empleas en tu trabajo?
Yo no lo llamaría evasión, sería otra forma de habitar la realidad, hallar un espacio íntimo y un canal distinto. Todos lo necesitamos y es un modo de entender lo que nos rodea.
Sí, la mayoría queremos fundar otro pequeño universo dentro de este, pero pocos hallan el modo de hacerlo. ¿Aspiras a ese cosmos recuperado gracias a la metáfora, a la representación?
Me interesa crear vínculos y conexiones entre aspectos que aparentemente no tienen nada que ver entre sí y darles forma y significado nuevo.
¿Por ello necesitas recoger y coleccionar metales, minerales, vidrios, con el fin de ordenarlos de otra manera y archivarlos; como medio de hacer visible esa unión de lo que, en principio, nos parece alejado, y así fundar un espacio propio?
Más que necesidad, es una práctica bastante integrada en mí. No lo hago todo el tiempo, a veces busco unos objetos determinados porque tengo claro lo que quiero contar con ellos. Otras veces, es como si los propios objetos hallados de manera fortuita me dieran la fórmula para ser archivados de un modo u otro. Depende del lugar y las circunstancias, nunca sé de qué materia me puedo servir.
¿Entonces, deseas hacer esos archivos y así cobijar lo perdido en el renovado espacio ideal?
La fractura, el vacío o la fragilidad me seducen bastante porque creo que nos movemos entre ellos, a la vez nos sostiene un tejido resistente y fuerte que nos hace estar aquí.
Cierto, se establece un vínculo entre lo débil que nos fortalece a la hora de soportar el entorno. ¿Por ello, tu obra se enfrenta a un universo caótico y cruel, que desecha a numerosos elementos como inútiles o rotos?
No suelo trabajar desde ese lugar. Quizás me aproximo más a la nostalgia que me producen los objetos que se han dejado de usar por el motivo que sea. Están vinculados a un recuerdo propio o ajeno posible de imaginar. Para mí es más una reconstrucción de un hecho.
Creía que tu intención era la de integrar esos recursos abandonados en otro dominio armónico en el que tengan otra vez una utilidad. Pero veo que te interesa más reconstruir el ayer intuido, volver a configurar lo ya visto con el objetivo de crear algo diferente.
Hablo de lo cotidiano. En su contexto original, fueron objetos bien ordenados y armónicos. Me sirvo de ellos para contar y representar otras realidades.
Supongo que la principal dificultad reside en que esa reordenación se entienda o se perciba de forma adecuada. Incluso yo he malinterpretado algunos aspectos de tu creación. ¿Son la fragilidad y la confusión del lenguaje los mayores enemigos que tenemos al enfrentarnos a la existencia?
Cuanto mayor uso y manejo tengamos del lenguaje, mejor habitaremos y entenderemos la realidad en todos sus tiempos. La comunicación lo es todo.
Otra intuición que tenía, también errada al parecer, era tu voluntad de lograr una reparación ética al recuperar los desechos y que así apreciemos su valor.
Los objetos son el canal y la materia física para poder desarrollar ideas y pensamientos.
Entonces, más bien, planteas un novedoso sistema de escritura, en el que los términos se sustituyen con materiales.
Las palabras se pueden reemplazar con muchas cosas concretas y otras abstractas. Se puede reemplazar con el silencio. En esa búsqueda centro mi investigación. Las palabras son cosas y son sentido.
¿Por ese motivo los elementos usados suelen ser muy pequeños, como si fueran grafías de un texto?
Me gusta la escala pequeña de los objetos para construir con ellos un mismo cuerpo, aunque también trabajo objetos de mayor volumen. Es según lo que quiera narrar. Las grafías pueden ser pequeñas o grandes, pero sea cual sea su tamaño, el archivo que use tiene que estar muy conectado entre sí y resultar armónico.
¿Cómo ordenas lo que que suele ser muy diferente, qué relaciones buscas?
Al principio son sólo materia que almaceno en cajas, luego los clasifico según la función que haya decidido para ellos, muchos sirven y otros son descartados. Con el tiempo los voy recuperando, nunca me deshago de ellos, todos al final encuentran su momento. Suelo trabajar con objetos de distinta composición, acero, vidrio, metal, madera, plástico… Es un análisis muy intuitivo. Al ordenarlos busco un equilibrio, una armonía jugando con las texturas, la temperatura de color, el tamaño, la forma….
¿Tu labor te ha liberado espiritualmente, al obligarte a buscar un repuesto orden en el que se integra lo rechazado, la «basura»?
Nunca hablo del término basura, realmente no lo son, nunca los he encontrado en ella. Prefiero referirme a ellos como restos arqueológicos de un más o menos presente. Trabajar con ellos me ha liberado en mi proceso de producción artística, me siento completamente libre y cómoda manejando mis archivos. Cuando realizo las instalaciones o piezas a veces veo paisajes naturales o urbanos en ellos, es como si se pudieran penetrar y habitar.