Tres poemas de la joven Carolina Montalvo:
POR AHORA
La frase “por ahora” me rebota en la cabeza. Me calma el corazón cuando se acelera mucho. Dos palabras que salieron de tu boca y que ahora viven en la palma de mi mano. “Por ahora”, me digo a mí misma cuando siento que todo va mal. “Por ahora”, me repito cada vez que te extraño. Camino por la lluvia y me digo “por ahora”. Dos palabras que se deslizaron de tus labios, que las rescaté en mi memoria y ahora las enmarco en un cuadro en mi cuarto. El “por ahora” que me hace tirar monedas en la fuente que ni es de deseos. El “por ahora” que me tatué en el alma, ese “por ahora” me hace conciliar el sueño de noche, pensar que cada día el “por ahora” sigue vivo. Un par de letras que sostienen toda mi estructura que atan todos los cables de mi cabeza, que me hacen pensar que la esperanza existe, que aún no es el fin del mundo, que ponen a Dios a prueba, que la humanidad aún tiene salvación, que Lucifer sigue encerrado bajo el mar, que tú y yo podemos salvarnos. Y mientras alabo al sol perdida en mi planeta, tú allá perdido en el tuyo, deseando volver a tu mundo para construir una galaxia. LA RUTINA DE LOS TEMPORALES
Siento que se acercan a mí porque se sienten solos. Puedo notar en su primer “hola” aburrimiento y una soledad silenciosa. Me hablan de muchas cosas hasta llegar al tema de sus problemas, luego mencionaremos los míos, hablaremos de preguntas sin respuestas y, poco a poco, cuando van creyendo que me conocen, cuando creen que sacaron el jugo de mi nombre y apellido, cuando su interés se va disolviendo, paso a paso, en lugar de sentarse a mi lado, van dejando un campo de por medio. En lugar de verme de frente, empiezan a ponerme la nuca. Y sin ninguna duda ni mirar atrás, caminan lejos de mi como si no olvidaran algo. Solo me hacen sentir como si fuera esa estación de la vida en la que te paras a llorar y te vas renacido. Soy como una parada de bus. Soy ese libro que se te hizo interesante y que compraste pero nunca leíste. Soy ese árbol que nunca riegas, pero sigue vivo de puro milagro. Soy esa canción que escuchaste un par de veces pero luego te aburriste y ya ni la buscas. Soy ese trabajo que dijiste querías tener cuando fueras grande pero luego cambiaste de opinión. Soy esa camisa que te encantó en el momento pero ahora tienes en el fondo de tu armario. Soy como el invierno que al principio es hermoso y con el tiempo ya todos están deseando que se vaya. Se hace una distancia inmensa a la par de la cercanía que teníamos. Nos volvimos físicamente cercanos pero lejanos mentalmente, y uno que otro se acerca por última vez haciéndose la víctima, arrastrándose como una serpiente. Y con una leve sonrisa se quitan los sacos de sus hombros, las cadenas de sus cuellos, y las pesas de sus muñecas, dicen adiós con la mirada, me ponen sus cosas encima y se largan a toda prisa, sin ningún peso, casi volando. Y vuelvo al mismo lugar donde empecé vuelvo a tener el mismo sentimiento de nostalgia. Vuelvo a pensar que en esto se basa la vida y vuelvo al mismo círculo de soledad.
NO DE TU MEJOR FORMA
Te hago un pequeño pellizco y tú me cortas un dedo. Te corto la mano y tú me apuñalas. Si te doy una caricia, tú me empujas Estás acostumbrado a dar de más, pero no de tu mejor forma.
Sobre la autora:
Carolina Montalvo nace en Costa Rica el 20 de abril del 2003. Cursa el último año de la educación secundaria en el Instituto Educativo Moderno. Desde muy pequeña comenzó a escribir cuentos y más tarde poesía. Ha publicado en la revista argentina “Tóxicxs”.