«La musa de las violetas»: la poetisa Renée Vivien

Nació con el nombre de Pauline Mary Tarn, en Londres el día 11 de Julio de 1877. Desde pequeña mostró su fuerte carácter. Bohemia, viajera, culta… Era una mujer bastante inusual para la época victoriana y eduardiana que le tocó vivir. 

París se convirtió en su refugio para alcanzar su tan ansiada libertad. Se instaló  en un piso burgués de la Avenida del Bois de Boulogne, número 23. Se mudó allí tras heredar la fortuna de su padre, tenía tan sólo veintiún años. Instalada en la ciudad cambió su nombre a Renée, haciendo referencia a su nuevo renacimiento.  Su casa era un paraíso exótico, decorado con estatuillas y otras artesanías traídas de sus viajes a Oriente. El refugio en donde se hizo a sí misma.

Pauline Mary Tarn o Renée Vivien; 1877-1909

«Habrá lluvia de violetas y de algas
cruzando el ventanal verde y violáceo…

Saboreo la angustia de esperar
la dicha que vendrá cuando anochezca. (...)»

Espera (fragmento)

Renée fue una gran poeta, siendo de las últimas generaciones del estilo simbolista. Muchos de sus poemas romantizan enormemente la muerte, tema muy recurrente en su obra, como las violetas y el tono purpúreo que las bañan. Sus escritos poéticos son principalmente autobiográficos, hablando sobre sus tragedias amorosas y otros pensamientos. 

Durante la estancia en esta nueva ciudad pudo desenvolver su verdadera personalidad. Podía mostrar su orientación sexual sin reparos e ir acompañada de sus amantes. Llegó a estar casada, según sus escritos, con dos mujeres diferentes. Se vestía de hombre de manera frecuente y se presentaba así a eventos públicos. Llegó a destacar en el movimiento bohemio de su época, mostrando cierto interés en los círculos lésbicos del entonces. 

«Renée Vivien junto a Natalie Clifford Barney», c.1902
«Renée Vivien junto a Natalie Clifford Barney», c.1902

Su vida estuvo marcada por el amor, de una forma profunda y espiritual, a la vez que tóxica y extenuante. Esto la llevó a intentar suicidarse varias veces, a abusar del alcohol y a tener múltiples amantes para sobrellevar sus vacíos y penas.

 «Sólo busco y deseo, pero sobre todo añoro»

Renée Vivien

Tres fueron los grandes amores que transitaron su vida, dejando huella en sus poemas y escritos. El primer amor y el más tormentoso, fue con Natalie Clifford Barney. Su relación comenzó a finales del año 1900, durando casi dos años. Las infidelidades constantes le causaban gran estrés y malestar. Pero resultaba que Natalie no concebía la monogamia, cosa que Vivien nunca comprendió. A pesar de ello, Natalie estaba loca por ella e intentó retomar la relación, escribiéndole poemas y enviándole flores, en vano.

Natalie Clifford Barney, 1876-1972

«Dame los besos tuyos amargos como lágrimas,
de noche, cuando aquietan los pájaros sus vuelos.

Poseen nuestras cópulas, largas y sin amor,
júbilo de rapiña, crueldad de violaciones.
Tus ojos reflejaron esplendor de tormenta…

¡Exhala tu desprecio hasta en tu propio espasmo,
querida mía, y ábreme con cólera tus labios!
Beberé lentamente las hieles y el veneno.

Tiemblo como un ladrón ante un botín insólito
en la noche de fiebre que apaga tu mirada…

¡El alma brusca y bárbara de los conquistadores
canta mi propio triunfo!«

Victoria

Cabe mencionar que Natalie gestionó uno de los hervideros intelectuales y artísticos más importantes de la época, El Salón Literario, que evidentemente frecuentaba Vivien.

Al dejar su primer amor, se embarcó en el segundo con la baronesa Hélène de Zuylen, alrededor del año 1902. La baronesa estaba casada y tenía dos hijos fruto de su matrimonio. Ella era más equilibrada que Natalie, lo que brindó estabilidad a su romance. Duró unos cuantos años hasta que Vivien se topó con Kérimé Turkham Pasha, quien se convertiría en su último y tercer amor.

«Hélenè de Zuylene 1863-1947«, 1908,  Bibliothèque nationale de France

Vivien recibió una misteriosa carta de una admiradora de Constantinopla, resultando ser Kérimé. Esto hizo que entre ellas se estableciera una apasionada correspondencia, seguida de varios encuentros amorosos. Años más tarde, en 1907, Kérimé la dejó repentinamente para casarse con un hombre. Esta abrupta decisión deprimió enormemente a Vivien haciendo que se sumiera en las letras, en el alcohol y en otras adicciones malsanas.

Su poesía es destacable no solo por su contenido simbolista, sino por su estilo. Solía escribir en verso endecasílabo, pero sobre todo en prosa poética, lo que se acerca al verso libre. Su forma de expresar lo que sentía con ingeniosos recursos expresivos inspiró a otras escritoras del momento y posteriores. Su presencia en El Salón Literario hizo que sus poemas fueran conocidos. Solía participar en los recitales de poesía que se impartían allí, además de aportar en las tertulias filosóficas y literarias. En ese ferviente lugar, en plena noche, fue donde recibió el apodo de la musa de las violetas, no solo por su obsesión por estas flores y su color, sino por el recuerdo que guardaba en ellas, de una amiga de su infancia y su primer amor inconsumado, Violet Shillito. Allí se exhibió como una nueva Safo a la luz de las estrellas.

«Me dormiré esta noche con dulce y largo sueño.

Cerrad los cortinajes, que no se abran las puertas.

No dejéis, ante todo, que entre el sol. Y poned
en torno a mí una noche saturada de rosas.

Posad en la blancura mullida de la almohada
esas flores mortuorias de perfume obsesivo.

Ponedlas en mis manos, la frente, el corazón
esas pálidas flores como cera tibia.

Y yo diré muy bajo: <<Nada mío perdura.
Mi alma reposa al fin. Tened piedad de ella.
Respetad su descanso por toda la eternidad>>
Me dormiré esta noche con la más bella muerte.

Que se deshojen flores – blancos nardos y lirios -.

Que se calle, en el umbral de las puertas cerradas,
el eco persistente de los viejos sollozos.
¡Ah, la noche infinita, empapada de rosas!»

Lasitud

Vivien intentó suicidarse varias veces, fruto de sus angustias existenciales y amorosas. Una vez la encontraron tendida grácilmente en un sillón, sosteniendo en sus manos cercanas al corazón un ramillete de violetas. Intentó quitarse la vida con una sobredosis de láudano. Lamentablemente murió un año más tarde en 1909 a la edad de treinta y dos años. Se cree que pudo haber sufrido anorexia crónica, pero no hay certeza exacta, ya que en aquella época tales diagnósticos no existían.

Algunas de sus publicaciones están traducidas al español. Todos sus escritos, incluso los no publicados, están escritos en francés. No solo París se convirtió en refugio de su verdadera identidad, sino también su lengua, el lenguaje de su corazón. 

A continuación dejo una lista de sus publicaciones:

  • Cendres et Poussières (1902)
  • La Vénus des aveugles (1903)
  •  A l’heure des mains jointes (1906)
  • Flambeaux éteints (1907)
  • Sillages (1908)
  • Poèmes en Prose (1908)
  • Dans un coin de violettes (1909) 
  • Haillons (1910)

Webgrafía

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