Luz Vítolo es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires, docente en El Cuaderno Azul y editora. Como guionista, formó parte del programa «C.A.P.O.S», emitido por la TV Pública. En el 2018 fue finalista del premio Ficciones. Sus cuentos fueron publicados en la revista Orsai y actualmente escribe crónicas culturales para el portal online de esa revista.
En esta oportunidad, la entrevistamos por el lanzamiento de La lógica del daño, su primer libro de cuentos editado por Odelia.
- Si tu libro fuese una playlist, ¿qué canción sería cada cuento?
Armé (ayudada) una playlist que, como el libro, hiciera ese daño dulce pero doloroso que solo puede hacer una canción escuchada en loop. Con cada cuento, asocio las siguientes canciones:
«La hora de la siesta»:
Pink moon, Nick Drake
«La Niña»:
True love will find you in the end, Daniel Johnston
«Seis valijas»:
O Mundo É Um Moinho, Cartola
«Espuma en la nariz»:
Love will tear us apart, Joy Division
«No cuesta tanto sacrificarse»:
Limit to your love, James Blake
«Pendejo»:
The man who sold the world, Nirvana
«Bungee»:
The only thing, Sufjan Stevens
«La lógica del accidente»:
You want it darker, Leonard Cohen
- En tus cuentos los personajes transitan situaciones difíciles, ¿en qué personaje te costó más meterte?
En el narrador de «La lógica del accidente». Me resulta insoportable el dolor de ese hombre. Hoy hasta me cuesta bastante volver a leer el cuento, no puedo creer que habité ese mundo tanto tiempo.
- La portada de tu libro tiene un chupetín… Si tuvieses que elegir otros tres objetos que reflejen tus cuentos, ¿cuáles eligirías?
Un cuchillo grande de cocina, un jalapeño y un espejo roto.
- El primer texto «La hora de la siesta» sobre una chica que está por empezar la secundaria y circula por el barrio en bici está escrito en segunda persona, ¿cómo fue que tomaste esa decisión?
No fue tanto una decisión, como algo que emergió y decidí conservar. La voz que originalmente había nacido en tercera se puso tan firme y entrometida que mutó hacia esa segunda persona estricta.
- ¿Cómo encontrás el punto justo para que cada escrito sea crudo pero al mismo tiempo no lo suficientemente fuerte para que quien lo lea necesite abandonar el libro?
Le doy bastantes vueltas a esta pregunta cuando corrijo. No sé cuál es el punto justo de ese lector ideal que, en ocasiones, uno imagina cuando escribe. Voy buscando cuál es mi propio punto de equilibrio. Reconozco que quizás ese lugar pueda resultar demasiado para algunos. Para otros, no será suficiente. Intento no caer en el golpe bajo, aunque tampoco pueda definir o señalar qué lo constituye. A veces, tanto en la composición como en la lectura, es cuestión de ponerse blandito y esperar que llegue el final.
- Si tuvieras que elegir un solo cuento para transformar en película, ¿cuál sería?
Como guionista, elegiría «No cuesta tanto sacrificarse», que ya propone una estructura clásica filmable. Podría ser una buena comedia.
- Además de escritora, sos ghostwriter. ¿Escribiste este libro mientras tenías que escribir como ghostwriter o preferiste hacerlo en alguna pausa? Si lo escribiste en simultáneo, ¿cómo hiciste para poder dedicarle energía a cada libro?
Lo escribí en simultáneo a un encargo. No se me pegan los impulsos de escritura porque suelo dividirlos a lo largo del día. A lo sumo, lo que me pesa es volver a sentarme en la computadora después de un día de tanta pantalla. Para contrarrestar eso, escribo mis textos en un cuaderno. Como no suele coincidir lo que quiero escribir con lo que tengo que escribir, siempre queda algo de energía para tratar de minar eso que está pulsando.
- Sería interesante leerte en una historia de mayor extensión. ¿Te gustaría escribir una novela? ¿Estás trabajando en una?
Me gusta mucho la forma breve. Ahora mismo estoy trabajando en la segunda compilación de cuentos. Sí noto que los cuentos empiezan a alargarse cada vez más. En una de esas quizás se escapa una novela.
«Todos los lugares son su ausencia; todos los objetos, su imposibilidad de tocarlos», dice uno de los cuentos. A veces la angustia es tan grande que una caja con pertenencias de un serpuede quedar cinco meses sin abrirse.
La lógica del daño se consigue en librerías argentinas y formato ebook.
