Ezequiel Zaidenwerg nació en Buenos Aires en 1981. Es poeta, traductor y ensayista, no necesariamente en ese orden. Su último libro publicado es 50 estados: 13 poetas contemporáneos de Estados Unidos. Traduce todos los días en zaidenwerg.com y produce el podcast Orden de traslado.
En esta ocasión, lo entrevistamos para que nos cuente sobre sus traducciones, su poesía y su proyecto Orden de traslado.
Si pudieses tomar un café con algún poeta que tradujiste, ¿con quién sería y por qué?
Con Robin Myers. Porque es una de las personas que más quiero y la extraño mucho.
¿Cuál fue el poema más difícil de traducir? Contanos tu experiencia.
Suelo traducir muy rápido y escribir muy lento, si acaso puede hacerse una distinción tan nítida entre una actividad y la otra. Sin embargo, la traducción del Torso arcaico de Apolo, el clásico poema de Rainer Maria Rilke, me llevó semanas. Más allá del hecho de que casi no sé alemán, hay algo en el poema que no tiene que ver exclusivamente con la lengua en que fue escrito, y ni siquiera del todo con la elección formal del soneto a la italiana, cuya ajenidad en la tradición germánica refuerza la sensación de extrañeza que produce la contemplación de ese torso sin cabeza ni extremidades que, quizá por eso mismo, devuelve la mirada cada vez con más fuerza, al punto de terminar con una interpelación lapidaria: “Cambiá tu vida”. Encontrar ese algo, e inventarle una prótesis en castellano (es decir, encontrar una música nueva de palabras e ideas), me llevó mucho tiempo y esfuerzo, pero creo que logré compensar la pérdida de las rimas con aliteraciones muy pronunciadas, a veces en espejo (si no, no se tenDRíA en PIE esta PIEDRA); y sobre todo con la profusión de encabalgamientos que producen un efecto de fluidez entrecortada.
¿De quién fue el estilo más difícil de traducir?
Dylan Thomas. Trabaja con un sustrato anglosajón muy aliterado que, al menos para mí, es imposible de reproducir en castellano sin intervenir en exceso a nivel semántico para compensar las enormes pérdidas rítmicas que sufriría una traducción más literalista. Por eso traduje (bastante mal) Oh Make Me a Mask y no volví a intentarlo, aunque en algún momento espero atreverme con The Force that Through the Green Fuse Drives the Flower.
En tu página zaidenwerg.com entre las traducciones más recientes pueden apreciarse las de Jack Gilbert, poeta estadounidense que vivió de 1925 a 2012. ¿Qué fue lo que te llevó a traducirlo?
Descubrí a Gilbert por un post en Instagram de Raquel Salas Rivera. Hay algo en su registro poético que es a la vez muy accesible, incluso con bastante potencial mainstream, y por momentos más sinuoso, complejo, hondo. Uno de mis propósitos vitales (casi una militancia, te diría) es sacar a la poesía del pequeño ghetto en que se la suele encasillar, y traducir a Gilbert va en esa misma dirección.
¿En qué se beneficia tu poesía de tus traducciones? ¿Hay algo que hayas aprendido del proceso de traducción?
A esta altura ya no sé en qué se beneficia y en qué se perjudica, si lo que gana no será en realidad una pérdida y lo que pierde, una ganancia. Dejando la retórica de lado, lo que sí sé es que vivo esas dos prácticas de manera inseparable. De hecho, mi libro más reciente es una antología bilingüe novelada de poesía estadounidense apócrifa.
¿Cómo viene siendo tu experiencia de vivir en Estados Unidos en cuanto a cultura?
Difícil, por momentos fascinante, otras veces muy hostil. Hay algo de ser extranjero que te descentra y te mantiene en un estado de incomodidad, e incluso de alerta, que disfruto o más bien gozo, porque es una experiencia educativa constante. Pero a veces esa incomodidad, a pesar de los considerables privilegios que tuve como becario (y, sobre todo, como varón heterosexual no racializado) durante ocho años, se vuelve abrumadora.
¿Qué poetas de Argentina te gustaría traducir al inglés? ¿Por qué?
No suelo traducir al inglés a otras personas, porque no tengo la misma plasticidad que cuando traduzco al castellano. Amén de la necesaria lectocomprensión de la lengua “original”, me parece que traducir depende más del conocimiento que se tenga de los matices de la propia. Traducir es un ejercicio de lectura al cuadrado, que como escritorx te obliga a adquirir una versatilidad rayana en la esquizofrenia.
¿Cómo nace el proyecto de Spotify Orden de traslado?
Durante algunos meses de 2010 y 2011, de manera paralela al blog donde empecé a traducir poesía en 2005, tuve otro (Radio Zaidenwerg, a cuyo contenido por fortuna no se puede acceder) en el que subía lecturas de poemas todos los días. Mucho tiempo después, mi amiga María Mazzinghi, que es politóloga y militante pero disfruta mucho de la poesía, me insistió en que hiciera un podcast donde leyera mis traducciones, argumentando la importancia de desarmar ese lugar común de que sólo leemos o escuchamos poesía quienes intentamos escribirla. Como era una idea bastante próxima a ese antiguo proyecto que me resultaba francamente embarazoso, al principio me resistí. Pero el contexto pandémico me instó a reconsiderar mi reticencia: si bien inicialmente era yo quien leía, enseguida me di cuenta de que el valor del podcast estaba en su capacidad de conectar y reunir voces y acentos de personas muy diversas de toda Hispanoamérica, incluyendo a los Estados Unidos. Además, como la idea es sacar a la poesía del ghetto o la cuarentena en que a menudo se la encasilla, no sólo invito a poetas. También hay gente que se dedica a la actuación, a las artes visuales o a la fotografía, intelectuales y militantes. Por último, y de manera muy deliberada, en el podcast conviven de manera absolutamente horizontal personas con perfiles públicos con otras menos conocidas.