La arquitectura de la palabra (Vol. XIII): Lucerna

En el camino literario siempre es un reto encontrar el espacio adecuado para aprender. Muchas veces, la literatura se vuelve un ambiente egoísta y mezquino, donde la famosa «argolla» se transforma en el criterio de aprobación artística. Sin embargo, también es deber del editor no caer no en el mero compromiso económico, sino saber elegir qué publicar y qué leer. En este sentido encontramos a Julio Isla, director de Alastor y Revista Lucerna, espacios que nos permiten conocer el trabajo poético desde otra perspectiva. Por ello, vamos a dedicar dos números de la columna La arquitectura de la palabra a la labor que realiza su sello.

Los poetas publicados en Lucerna (que leeremos ahora) y en Alastor (próximo volumen) responden a voces consagradas y voces jóvenes, escritores que se mueven entre diversos estilos líricos, visionarios y antropológicos. Una forma de aprehender la realidad en voces que tienen sus raíces en diversas escuelas y tradiciones. Porque la poesía peruana es diversa, con vertientes que provienen de diversas partes y que se alimenta de las culturas, tradiciones, cosmovisiones, oralidades, entre otros aspectos de su entorno.

Por ello, leamos, primero, la semblanza que nos presenta Julio con la revista Lucerna y, posteriormente, leeremos a algunos de los poetas que ha publicado.

Muestra de poesía publicada en la revista Lucerna

Revista Lucerna es una revista de creación y crítica literaria peruana de formato impreso, que se publica desde 2012, tiene hasta el momento doce números y este 2020 se publica el N°13. Aunque nuestro subtítulo reza “revista de literatura”, hemos publicado también artículos sobre arte, cine, música y filosofía, porque no entendemos la literatura como algo aislado sino como un arte abierto a influencias y, al mismo tiempo, capaz de enriquecer otras disciplinas. Publicamos creación en todos los géneros literarios, pero la columna vertebral de la revista es, sin duda, la poesía, ya sea a través de ensayos sobre ella, traducciones poéticas, y, sobre todo, una nutrida y variada muestra de lo que se viene escribiendo actualmente en el Perú. Para nuestra selección no tomamos en cuenta los laureles o presencia mediática de los autores o autoras, mucho menos ningún mezquino cálculo estratégico para pedir o devolver favores literarios. Hacemos nuestra propia lectura e investigación en libros, revista, webs y blogs. Esta es la razón por la cual en cada número de Lucerna podemos encontrar, al lado de autores o autoras más experimentados, a poetas que recién empiezan su carrera literaria, pero en quienes percibimos una auténtica vocación poética, y no el efímero impulso de la escritura ocasional o circunstancial. Nos interesan los y las poetas en quienes el ejercicio poético es fruto de un esfuerzo meditado y de una conciencia artística crítica dedicada a la creación y reflexión sobre la poesía y el arte. Naturalmente, solo el tiempo dirá si los y las poetas que publicaron sus primeros versos en Lucerna serán capaces de desarrollar una obra poética valiosa y perdurable. En cuanto a los criterios de selección de la poesía que publicamos, ya sabemos lo difícil que es definir qué hace que un poema sea bueno, regular o excelente. No tenemos una fórmula para hacerlo, únicamente nuestra experiencia e intuición de lectores constantes, exigentes y apasionados. Muchos de nosotros no escribimos poesía, por lo que la muestra que leerán a continuación no obedece a la necesidad de afirmar alguna poética predilecta, impulsar algún grupo generacional o colectivo de poesía en particular, sino a nuestro modesto gusto de lectores que quieren compartir sus hallazgos. Esta muestra, forzosamente incompleta, no pretende ser una antología de los mejores poetas del Perú, sino solamente una parcela de lo que se viene escribiendo en nuestro país, pero una parcela seleccionada con toda la honestidad de la que somos capaces. Hemos omitido a los autores y autoras extranjeras que han publicado en nuestras páginas con el fin de centrarnos solo en los poetas del Perú.

El consejo editorial de la revista Lucerna

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Virginia Benavides Avendaño. Lima. Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Publicó el poemario Esxtrabismo (Chataro Editores, 2003), el poemario objeto Sueños de un bonzo (edición de autor, 2013), el micro poemario aeiou en formato giratorio (Amaru Cartonera, 2015) Recientemente se han publicado dos selecciones de sus poemas: Sienda (Vagón Azul Editores, 2018) y Zurcido Invisible (Andesgraund Ediciones, Chile, 2018). En 2019 publicó Ejercicios contra el Alzheimer (Andesgraund Ediciones). Ha publicado en diversas revistas del medio y blogs virtuales. Ha participado en el festival de poesía de Lima, el Festival de poesía transfronterizo Tea Party (Arica-Tacna) y el Festival de Poesía de Chepén. Ha participado en diversos encuentros como ponente, performer y lectora. Actualmente se desempeña como mediadora de lectura para el Ministerio de Educación.

Imágenes de la enterrada

Y más he de huir de mi razón
de mi verdad bien servida
de mis brazos abrasivos
y más he de encontrarme

La cruel. La que ama los rincones orillados. La victima de sí misma.
Cicatrices como lombrices vivas arrastran su fosforescencia en la memoria.
Dolor de la parturienta. Neuronas supurando detrás de la sutura.
Nacimiento de una idea abortada la víspera. La condenada y su re cuerdo.

Muda vacía jirones de incendiadas palabras.

Toda la soledad de ser perseguida por un rostro de trizada ave.
Toda la sensación de triturada lengua. Odas interiores que no salvan nada.
Destellos de incendio. Veladas imágenes que poseo.
Monstruosidades mías que no dan miedo.

Aletazos en la desesperación.

Entrañas donde el corcel se pierde. Bosque encantado. Tan roja y cristal tus ramas, tus descensos. Todo enredado el pez boquea. Todo redada el pescador fosea. Anzuelos que tiendo mientras espero. Corcel hundiéndose en un mar de lágrimas que salpican tus hojas.
Entrañas para los perros.

Corazones disolviéndose en la cal de la fosa común.

Todo es lo mismo. Oquedad de nuncas y siempres todo extremo en el centro es un despecho.
La garza o el equilibrista ciego a orillas del estanque o al filo de la cuerda.
Todo es lo mismo. Salvación del vacío: El deseo es siempre hambriento.

Ángeles caídos en la fuente de los deseos.

Han llegado. Cometa o pájaro sus transfiguraciones. Rumor húmedo en el sexo, sus mutaciones. Han llegado. Tuvieron sed. Sus manos escarbaron las arenas.
Latidos de agua entre las dunas ¿han llegado?
Alas envejeciendo en la fuente riente hablan del tiempo. Las tardanzas.

El sonido: saltado de tímpano para la muerte.

Come sordera. Oído al tañido desteñido. Yanta sordera.
Que liberen los golpes secos. El desliz de un cuchillo al cortar la lengua.
El rayo que incendia mi cuerpo de madera. Que respiren afonía todas las palabras. Mudanza de voces. Llanto yanta sordera.
Marioneta catatónica besando el aire.

Mi titiritero envejece. Se le enredan los hilos, se duerme en otro cielo, olvida cuidarme.
Muchas mañanas amanezco inerte, desesperada, mirando el cielo raso
fijamente.
Cuando se habla de las palabras siempre los nudos son difíciles de desatar:
Se demora el poema.

Viaje a los campos sinfónicos (escenas de un documental futuro)

Cortes en inquietud penetrando la carne, la debilidad en asumir un roce para la estirpe de ojos, lebreles transparentes que en los campos ladran al ganado de nadie. Reses en estampida hacia la mano del verdugo que agazapa su homicidio en un caldo desazón y se beneficia de los cueros que prometen ahuyentarlo del frío. Cortes en cuencas vacías, inquietud de vuelo en el ardor del filo.

Radares azules y filtros solares acercan aroma a tu flor, musitan silbido a tu raíz y siembran la nación de la perdura en tus hojas, una verde claridad de ojo de agua en tu espera.  Electromagnético sol que revive lo soñado. Caída de agua en los sembríos de la Luz.

Un respiro tu azul, un viento que mezcla contento y ave en la danza de los pajonales. Los cautivos arrancando lajas en los umbrales y cantando huaylillas para contentar a las mujeres que preparan la cena, encenizadas y con apenas tiempo para toser y decirse tú.

Extrañamiento y conjunción de hormigas recorriendo el adobe en caseríos abandonados donde se plantan cerillas. Los campesinos incendian los campos para engendrar a las nubes y alumbrar la lluvia. Lluvia que regará este campo traverso donde vuelo como asombrado de encontrar amor en la lumbre. Humeo.

Los campesinos beben etílico mientras entierran a su hermano acompañándose con la flauta. Vi a un niño pastor que dormía mientras una vaca le lamía el rostro. Vi un sueño de viajes en su rostro de hierba. Pastoril recuerdo que calmará cuando me toque mi caos la melodía partida.

He cavado en todos mis recuerdos para encontrar tu mirada, Apu. No he visto sino un sol que giraba como cortadora, preciado como negro diamante inexplorado, que me hacía verte desa apareciendo, que me hacia escucharte cuando el carro pitaba en las curvas para anunciarse, Apu. Tu estar fugaz en mi sueño entrecerrado en los desvelos como penitencia para escuchar tus pasos, anuncian una metamorfosis. Transpiración y olor a mosca en las casas, cautiverio. Mi pequeño desastre es vivir sin quietud, volar entre los seres para no sucumbir, traumatorio.  Y adentrarme en los espejos para retornar con el espíritu de gracia del tiro en flashback. Y así mirarte, Apu, como si me quisieras.

Descampado ritual de la nieve, la invención de la fuga y lo transparente en tu camino, hacen que detengas vuelo y encalles en el accidente. Salvación de nadie, el peligro como un pozo sin fondo. Blanca suerte de lo místico: retirarse a tiempo y vivir entre las lilas del bosque inextinguible.

Hilanderas de venas coloridas tejiendo la ruta de los cauces perdidos. Entramado sonido en la rueca del tiempo detenido. ¿Qué rotura y jirón se hilvanará para comenzar la historia textil del exilio? ¿Qué radioactivo camino nos demora y deshilacha sentido?

Fermento amarillo en las ramas, caminos azules en relámpagos de mirada. La hoja de coca enseña a recorrer tu corazón como un bus en el precipicio de las trochas, sin freno y armónico para Despertar. La madre de todas las penas es una hoja niña que me amaba y se despedía amarilla deslizándose como un barquito por el río mental. El cosmos la recibía como a un héroe de guerra luego de batallar con el silencio atormentado. La hoja de coca adivinaba mi abandono cada tarde y me nutría de espera. Travesía del corazón que se incendia. La hoja de coca me nutría de viaje marino. Desde entonces, hay una ahogada que en las noches emerge y vive soñando en mi cabeza de jugo de níspero.

Luciérnagas dibujando espirales del deseo en las muchachas que pastan y retornan al caserío que atardece. Como esas luces de ciudades lejanas avistadas al cerrar los ojos y olvidar. Ojos como faros girando en acequias hacia la mar. Un hipocampo enviaba besos volados y las muchachas reían con sus ojos recién nacidos. Anochecía y el sol ocultaba su asombro en las ventanas de oleaje germinal. Semillas de calma al despertar.

Correr hacia el exilio y no detenerse. Fluido de aire que adormece el respiro. Azul en los Estados del fuego: Estado del ardor, Estado del furor, Estado del Dolor, Estado del incineramiento, Estado de la ceniza. Correr y llegar al mar calmo, inundarse de vida y nacerte isla: Estado del Renacimiento.

Las espigas musicales: silbido del viento en los campos. Camino enfurecido por deslumbrar, por extinguir a la noche y hacer de las mañanas un mapa que alienta las excursiones al sol.  Camino para olvidar y cosechar la melodía que acompañe la travesía lumínica.


Brayan Rojas Osores (Ica, 1990). Estudió Lengua y Literatura en la Universidad San Luis Gonzaga de Ica. Dirigió la revista literaria Algamaris. Figura en la antología de la poesía iqueña Poetas en la Arena (2017). Obtuvo el Primer puesto del concurso de Poesía, organizado por el XIII Congreso Nacional Lingüístico Literario Juan Donaire Vizarreta y el V Congreso Internacional Antonio Gálvez Ronceros (Ica, 2016). Sus poemas han aparecido en revistas como Lucerna. Ha circulado diversas plaquettes. Actualmente ejerce la docencia y prepara su primer libro.

Presencia y derrota

Hubo un día en que el día no engañaba.
Luis Cernuda

Me vuelvo contra una estrella negra, mi amor se regocija en diámetros eléctricos, y cada diámetro que hay en ellas las guardan celosas de mi llanto.
Hay en todo esto una metáfora de arcilla que hace notable su derrota, claro es el ejemplo de un áspero cariño que nadie me profesa y su presencia es la promesa de una primavera –a primera vista– separada de lo imaginable.
Temo que el cielo sepa quién es él cuando lo acuse en contra de ustedes. No silbo nombres ni edades que también revelen una sucesión de números en quiebra.
Alguien con labio de mujer alcanzó a decir que me quería, debe ser aquel planeta resucitado que olvidó decir lo que yo debí decir mientras soñaba. Pero se presenta como una fruta amenazante, debo de comerla –pienso– y otra vez se ensarta en esa línea recta que destejo mientras hablo.
Mejor callo, mejor no presumir, tal vez la soledad sepa lo que hace mientras la acompaño. Y la metáfora de arcilla que arrastré hasta aquí entre pensamiento y pensamiento, sucumbe porque no le di la mano.

Escondite de sol

He perdido el silencio
el gusto de decir
con estas manos que tejen
y destejen las mismas palabras
con las que se escribe
una carta o se hace un puente
hacia los oídos del viento.

Qué sabio no vive con la verdad
dormida en la boca.

Si debajo del agua, somos
los mismos seres
que al unísono se despiertan
para decirse adiós.


Sandra Ferrándiz (Lima, 1996). Estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Ocupó el primer puesto en los Juegos Florales de poesía de su centro de estudios y obtuvo una mención honrosa por su poemario Geometría del espacio en los XXII Juegos Florales de la Universidad Ricardo Palma. Ha sido redactora del medio periodístico de su universidad y actualmente forma parte del colectivo literario verboser.

Geometría del espacio

Antes de cumplir los 20 nadaré cerca del fuego,
soñaré con todas las figuras del cuerpo
desde la línea hasta la luz.
Seré el tibio error de las formas,
las simétricas moléculas saben que se tuercen
al llegar a la rama,
al llegar a la vida.
Tendré estrellas
y planetas dibujados en mi cuarto.
Animalito que te quieres formar,
eres un triángulo a lo lejos.
Mío, todo el espacio es mío.

Todas las mañanas se te anuncia una muerte antigua

hoy es tu último día,
un dedo pasa sobre tu rostro empolvado formando una línea chueca,
una lágrima,
por donde logras ver
violentamente
los paisajes de tus sueños.

donde alguien grita desesperado: muerte a imaginar

cuando la noche termine,
los rayos del sol golpearán tu cara, el día te arrastrará a su rutina limeña
perderás tus dedos,
perderás tu mente,
perderás tus sueños

y una última lágrima bajará
suavemente
por tus días
perdidos


Liz Matta Durán. Ha publicado sus textos en distintas revistas y reunido en plaquetas de autoedición. En 2017 publicó La psicoputa. Es activista de los derechos de los delfines y las tortugas ecuestres.

*

todo es tautología
fuerza en las mentiras, lucidez sobre todo en la cabeza de mi amado al cerrar su ancha boca, fuerza en las mentiras, en los brazos de las jóvenes abriéndose a los paisajes tibios,
a los degollados y a los eunucos trotando como hermosas bestias salvajes todo es tautología
bajo el prisma de la verdad,
la ciencia ha quebrado una cabeza y una torre
fuerza en las mentiras de la ciencia por ser ciencia y ser bella y ser esclava de un milenio pobre
______________o muchacha que hierve la moneda entre esencias de girasol
______________al cerrar las verjas de hierro
______________se traga la moneda y eructa
lucidez sobre todo en la cabeza de mi amado rojo mientras bebe lento el café que lo desteñirá
y lo volverá a teñir de hierro y cobre,
fuerza en las mentiras, en las quinchas de las viejas iglesias lucidez en el animal de dios
abriendo el hocico como mi amado, como mi amado repitiendo una plegaria milenaria, salve la palabra que no salvan penetran las cuencas oculares de los viejos gnomos burócratas cagados
y hediondos con papeles de mil caballos languidecientes reventados a palos y una mano lúcida para mi hermana que escribe y olvida este caballo con una fuerza que da pena
______________o muchacha que hierve la moneda entre esencias de girasol
______________al cerrar las verjas de hierro
______________se traga la moneda y eructa
fuerza en las mentiras, lucidez sobre todo en la cabeza

* *

si miro a través de la boquilla de la aguja podría ser que el ojo de mi amado reventase
y podría ser que la raíz cuadrada perfecta no lo fuera
entonces su labio púrpura mordería el número que se eleva al infinito
Yo no habría fugado
Mis manos estarían mojadas de tristeza

dijo mi madre zurcir zurcir

Pero mi amado habría ido a roma
y sobre roma una langosta blanquísima como las piernas de Rosalina
ardería una llama sagrada

y ellos sonreirían


Paulo Caffo (Huánuco, 1987). estudió ingeniería de computación y sistemas. miembro asociado fundador y tallerista en la asociación cultural «Sembrando lectores. Cosechando un mundo mejor» desde el 2013. ha publicado poemas en las revistas de arte y literatura Canto general (Lima), Malón Malón (Argentina) y Delirium tremens (Lima), en los suplementos literarios Librescritura y Aspaviento (Huánuco), en la antología poética 12 gramos (trujillo). obtuvo el primer puesto, en poesía, en el 2° concurso de poesía y cuento «Premio Diario Ahora 2016», de la ciudad de Huánuco. actualmente colabora en Librescritura y reside en Lima.

Eco de la noche

escucho el eco de las altas ramas de la noche
como una música que inaugura el silencio de la lumbre
la noche no la música
la música no la noche
«ya deberíamos saber cómo es el destino» —me decías
cada quien escoge el luto de sus propias heridas
cada quien va borrando sus huellas de vuelo
irrepetibles
como un ciego extranjero en otro ciego
como un rostro en el límite deshabitado de otro rostro

escucho el eco de las altas ramas de la noche
como una música que inaugura el silencio de la vida

El otoño y la mariposa

gira el sol reciente como todas las mañanas
e irá con su vigor el girasol de casa en casa a
robar la ilusión de la lluvia que se entrega y canta

a veces como una mariposa amarilla y gallarda
libre para anunciar en el otoño su mayor nostalgia
donde todo beso se enciende y donde toda soledad se apaga

imitando lo que antaño el corazón defiende y calla
nada que temer que el tiempo fatigado no alcanza
escapa donde no se encuentre perdida la esperanza


Fredy León Tuya(Cátac, 1988) Nació en el distrito de Cátac, provincia de Recuay, región Áncash. Realizó estudios de Comunicación Lingüística y Literatura en la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo de Áncash, donde es fundador e integrante del Grupo Literario “Los hijos del orden”. Ha publicado la plaqueta Crepitario I (2014) y Crepitario III (2016). Obtuvo el tercer lugar en el Concurso Nacional de Cuento Breve “Ciudad de Marka” 2015. Fue finalista del Concurso de Cuento Killa 2016. Finalista del Concurso de Poesía Antenor Samaniego 2017. Actualmente ejerce la docencia en el colegio Trilce.

Féretros

EL RUISEÑOR NO HA SOÑADO SONIDO LISONJEROS
________________En su cola hierven los carruseles del amanecer
Cruces y más cruces atraviesan senderos de herida
________________El bosque níveo del pensamiento
Me hablan cartílagos prohibidos del lenguaje
________________Habitan las telarañas de la palabra
Holocaustos en mitad de la noche
________________Racimo invisible de cuervos apolillados
Han venido a regar escarabajos
________________En vergeles de belleza
He visto desmembrarse la transparencia
________________En el embrión oscuro de los juzgados

Voces

A la “C.C.C”, mi techo, en cualquier cielo.

________________CORTEJOS DEL FUEGO EN ESPUMOSO CAMPO
Pájaros míos donde cavo la muerte
________________Frío dorado de eléctricas chacras
Sombreros____ nieve que desata nudos del icho
________________Bueyes de aire____atravesando la noche
________________Pájaros disecados del corazón
________________Negaron la herrumbre donde bruñía el quebranto
Lenguas_______donde van a parar los caballos desollados del frío
________________Fósiles en el sueño de mis hombros
________________Plato fúnebre de cuchillos del amanecer
________________Lagos de tiempo____donde humean serpientes
Oscuros_______quimeras desfigurando las caras niñas del día
________________Negaron los secos dioses mutilados de la carne
Míos son los espasmos inasibles del amor
________________Enjambre de ceniza que cuece mi lengua
________________Voces interminables
________________Las oigo____arder en la música
En el luto perfumado de la última Puya
________________Las que oirás escribir
____________________Cuando haya muerto.


Fabiana Caballero Talavera (Lima, 1992). Estudió Literatura Hispánica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. En 2016 participó junto con otros alumnos de la PUCP en un proyecto para la recolección de tradiciones orales de la comunidad de Sacsamarca en Ayacucho. En 2017, participó en el Primer Congreso Latinoamericano de Tradición Oral. Perteneció al círculo de estudios japoneses Tenjin, a través del cual realizó ponencias sobre el anime como espacio de crítica social y sobre estética japonesa. Actualmente trabaja en el área de Colecciones Especiales de la Biblioteca PUCP catalogando la colección Javier Heraud y da clases de cuento ilustrado a niños y niñas en el taller “Déjame que te cuento”.

Tu cuerpo infinito

Veintisiete años;
Y sólo entonces descubres que llevas una galaxia dentro,
en el nacimiento de tus planetas internos.
Adentro, muy adentro,
Llena de constelaciones de sangre,
de noches fragmentadas sin sueño,
de nebulosas tibias.

De niña temías al infinito y sus tinieblas.
Pero, ya hoy, ¿puedes temer al infinito de tu cuerpo;
a la infinitud de tu cuerpo perverso y coloso,
De tu cuerpo secreto de estrellas muertas,
De tu cuerpo devoto y cósmico,
De tu cuerpo celeste, que se pudre y se plaga
De materia oscura,
de vacío lunar
silbante y demoledor?

Sólo entonces descubres que llevas una galaxia entre las piernas,
Entre las entrañas de tu vientre solar,
En el camino astral hacia tu garganta de fuego eterno,
En tu boca espacial, que a veces calla, a veces, gime.
Calla entre lluvias de lunas sangrantes.
Enmudece brutalmente ante la indiferencia,
La indiferencia
del avance de la oscuridad de tu cuerpo infinito,
Que abruma, que oprime palabras.
Y gime descomunalmente, a las anchas de su órbita perpetua.
Y el grito no es siempre mudo, a pesar del eclipse.
Así que te aferras a las galaxias de tu cuerpo nocturno.
Tú, tu propio cuerpo, tú misma,
Supernova en explosión,
Supernova que se expande y que gime de placer,
Supernova que se expande y que gime de pesar.
Supernova avasalladora, infinita tú y tu universo
De cuerpo galáctico, grandioso, inmenso.

Beso celeste

Emanas un hálito celeste, de sabor dulce, profundo.
Tu hálito se expande, crece,
Se propaga a la velocidad de mil incendios verdes por segundo
Y se filtra a través de los resguardos de mi boca.
Las ranuras entre los dientes, finísimas,
El surco bajo la lengua,
Los ríos de cálida lluvia tras los labios,
El nacimiento y el final de mi garganta…
Toda mi boca respira, en fin, tu aliento.


Thalia Tumes (Cañete, 1992). Publicista. Participó en Poesía Femenina Río Luna (2010), Arte Poética (2011), Muestra Poética Territorio Huarco (2012), Boca del Río (2018). Ganadora de los Juegos Florales de la Universidad San Martín de Porres (2011, 2012 y 2013). Finalista en el Festival de Poesía de Lima (2018).

Miguel Ángel

Tus manos
son propias como las de pocos.
Muy aparte de ser musicales,
tienen las rayitas de la palma perfectamente dibujadas
y se puede armar tres rompecabezas al mismo tiempo.

Tu interior
es una algarabía rabiosa,
con uñas diáfanas pero adversas.
Se arma la riña entre adalid y soldados de chaquetas verdes;
pero tu palabra ya no es muda e inofensiva.

Ahora
Abraza mis manos
Atraviesa el olvido
tal vez esta noche no es nada
solo un pájaro que canta en un lenguaje extranjero
nadie lo reconoce
corre como el río
sufre como yo

Tal vez son tus ojos
o el silencio que grita
adiós para siempre.

Las falsas promesas

Tengo una vida que es pensada
una mente que es nuestro lugar de afecto

Coartada suficiente
para secar mis ojos oceánicos todas las mañanas,
enfriar estas ganas incendiarias,
observar la torpeza de mi cuerpo,
abrazar la torpeza de tu recuerdo

Con estos versos curo cuidadosamente mi corazón de repuesto

¿Quién eres tú
capaz de llevarme a las alturas en una mesa vacía?

¿por qué demora el tiempo
de tus promesas de madrugada?

¿oyes cómo mi poema va hacia ti
porque de ti yo vengo?


Hilsa Rodríguez (Trujillo, 1994). Egresada de la Universidad Nacional de Trujillo – Mención Lengua y Literatura. Docente. Fue seleccionada en Poesía Hembra II (2016). Ganadora de la convocatoria en las categorías Relato y Fotografía de la revista El Bosque, número 9 (2016). Mención honrosa en el Concurso Nacional de Cuento y Poesía – Huauco de Oro, de Sucre, Cajamarca (2017). Participó en la Feria Internacional del Libro de Trujillo (2017) y en el VIII Festival de Poesía de Lima (2018).

Eclosión

Para desmembrar mi cuerpo
y convertirlo en una mujer
voy a enterrar en él
la angustia
el olor de los encuentros
y el pan de las siete de la mañana
Y entonces
despertaré
del letargo
y de la amargura del espejo
Para desmembrar mi cuerpo
Y convertirlo en una mujer
Voy a coser un botón en forma de ira
cerca de tu pecho
Voy a inventar el llanto de los niños
y la acidez del limón
Voy a afilar los cuchillos
y remendar mi propia miseria
Aquella que galopa constante
en estas paredes
en estos silencios
Para desmembrar mi cuerpo
y convertirlo en una mujer
Voy a olvidar las llamadas telefónicas
reprochándome
Si aún la vida es fácil
Si aún existe un adiós
Para desmembrar mi cuerpo
Y convertirlo en una mujer
Voy a cortar las zanahorias
En pequeños trozos
Para convertirnos en un pedazo de polvo
Llamado eclosión

Poesía

La poesía se adueña de esta casa:
Ya ni esta coraza aguanta tantos golpes
Ya no cubren el dolor estas arañas
Si los sueños son costras negras
Llenas de mentiras
Si de tu boca ladran lagartijas
Que ahogan la tierra
Y que le mienten a tu boca con otra boca.
El ruido aumenta
Y lo destruye todo:
El tiempo, las estrellas
Mientras aquí
Esta casa
Se adueña de los malvados
De los moribundos y de los poetas
La poesía se adueña de esta casa
La poesía se transforma en un puño
y algún día podrá matarnos.


Margarita Oré Velarde (Cusco, 1993). Artista escénica y bachiller en derecho. Participó en el Festival de Poesía Enero en la Palabra de Cusco, en 2018. Ha publicado poemas en la revista Verboser (2018 y 2019) y en la revista digital La Cápsula Etérea (2019). Actualmente escribe un poemario.

Hora de recoger la basura

entre esto y lo otro
del estío pronto
hidrópicas, las bolsas de basura
se desangran:
se abren papeles en volteretas
siguen volando los más superfluos
y noramala, de a pares, unos ojos negros se asoman
pedigüeñas las lagartijas pequeñas
de tesoros augurados por la manada:
tiros artificiales de a dos por un sol
la flor de cristal siempre es encontrada

caminan entre la maleza plástica
siluetas pequeñas
lunares morenos
rotos sus dientes y su infancia

se agazapan los buitres pequeños
escarban en la pobreza
con sus picos de azúcar y ají
a rescatar del naufragio azulejos
un lápiz, una moneda
un poco del mundo que no es de por aquí

aúllan las lagartijas, ríen poderosas
para ocultar las ojeras y
los mocos caliginosos

Viene el carro de basura
con el dulce revoloteo de las bolsas
torbellinos de porquería
tantum ergo para los roedores
que olvidaron ser niños

son inmunes a las alergias
las enfermedades el gobierno las ongs
hacen casas de llantas de calaminas
de hambre que suple las risas

el frío
es el resorte de sus subibajas

Mis medidas

Estas son mis medidas:
estrecho es mi cuerpo
para esta hostilidad ofuscada
revisten mi humanidad los periódicos
de grandes me duelen las caderas
por tanto parir esperas
pequeños pifiadores mis ojos se duermen
sin siembra antelada

hay días en los que estoy seca,
tan secos mis labios ocultos que
solo me queda hablar del clima
o de la chamuchina

mi boca bolacera
dice que todo se anida en mí
pero en mi crencha
no hay pájaros ni faenas

mis largas piernas,
tahúr en las tarimas de mirones
ocultan el arrabal que sujetan
y no quepo
en mi pecho baldón
mientras el órgano late en otra habitación

no sé si soy pequeña, inhabitable
o incontenible, casi inexistente

me calzan minúsculas las respuestas que visto
y soy el Sphairos redondo
mi centro está aquí
y allá

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