Yhonaís Lemus es una poeta y docente nacida en Venezuela, en 1988. Su cuarto poemario, Memorias de la piel, está por llegar, y consideré que la ocasión ameritaba una entrevista. Me propuse así conocer sobre su historia con la poesía, la literatura en general (además de escribir, brinda talleres de lectura y escritura) y el camino que le permitió dar luz a su inminente libro, de impronta feminista y erotismo latente.
¿A qué edad te surgió el interés por la lectura y, en especial, por la poesía?
Mi interés por la escritura surgió un poco después de mi interés por la lectura. Desde muy niña me gustó leer sobre todo cuentos o novelas de aventuras fantásticas. Autores como Julio Verne, Oscar Wilde, Charles Dickens, Michael Ende, fueron fundamentales en mi infancia y también disparadores para mi imaginación. También recuerdo que leía la poesía de Rubén Darío y de Federico García Lorca. Un poco después empecé a escribir, imitando lo que leía, lo que yo pensaba era poesía; escritos con rimas y con imágenes de unicornios, hadas o princesas de mundos lejanos.
¿Hubo autores y autoras que hayan significado un faro creativo para vos en tus comienzos?
Sí, muchos autores, sobre todo en la adolescencia que estaba invadida por un espíritu muy curioso en cuanto a lo literario. No tenía definido un gusto y por eso leía casi todo lo que me llamaba la atención. Recuerdo que me marcó la poesía de los poetas malditos, o simbolistas franceses. Quedé, del mismo modo, muy atrapada por el surrealismo, el dadaísmo y uno que otro poeta del imaginismo.
Creo que hubo un interés temprano por los movimientos artísticos/literarios más que en autores fijos; siempre quise enterarme de lo que pasaba, los vínculos, las relaciones entre los artistas, poetas, escritores, músicos, de allí que mi mirada apunte desde lo colectivo a lo individual para quedarme con la rareza o eso que permita hacerme preguntas, que me logre interpelar.
Memorias de la piel es tu segundo libro junto a la editorial argentina Halley Ediciones. ¿Cómo surgió tu relación con Mariana Kruk?
Mi primer acercamiento con Mariana Kruk, tanto a su poesía como a su trabajo editorial, fue gracias a la revista digital Letralia; a ese trabajo que hace mi buen amigo Jorge Gómez Jiménez en difundir la literatura de autores tanto inéditos como consagrados. Una vez, en Buenos Aires, me acerqué a uno de los tantos ciclos de poesía y tuve el agrado de conocer personalmente a Mariana, a quien considero, además de mi editora, una buena amiga. A ella mi agradecimiento infinito por confiar en mi escritura.

¿En qué estado de tu carrera sentís que te encuentra la publicación de Memorias de la piel?
Para mí el estado de la escritura siempre es el inicio. Esto sólo es el inicio. No sé de qué, exactamente, pero es el inicio sin duda.
Contanos de tus talleres de lectura y escritura, «Morir es un arte» y «Somosartodianos». Por lo que sé, hubo un taller dedicado a Clarice Lispector.
Somosartodianos pretende ser una comunidad interdisciplinaria que propone la experimentación de la escritura con todos los sentidos y el cuerpo. La idea de los talleres es acercarnos al tuétano de la literatura y para ello partimos de un marco conceptual y de un corpus que permita sentir el plus de goce que genera la lectura sin resentimientos.
El grupo tiene especial interés por la escritura de esos autores donde vida/obra están intrínsecamente relacionadas. Autores con algún tipo de padecimiento, de allí el ciclo “Morir es un arte» donde abordamos poetas suicidas: Sylvia Plath, Miyó Vestrini, Anne Sexton y Alejandra Pizarnik, o escritores con una propuesta literaria compleja y/o singular como la de Clarice Lispector.
Escritores y escritoras que más te gusten de Venezuela y por qué.
Soy fiel seguidora de la tradición literaria venezolana. Lo primero que recuerdo haber leído en mi infancia fue la Antología de cuentos venezolanos de Guillermo Meneses; cuentos que me marcaron para toda la vida y aún forman parte de mi imaginario como «La mano junto al muro» del mismo Meneses, «El Diente roto» de Pedro Emilio Coll, o «Las dos chelitas» de Julio Garmendia. Esto sólo fue el aperitivo para adentrarme en la obra de autores fundamentales de nuestro canon literario: Eugenio Montejo, Luz Machado, Hanni Ossott, Miyó Vestrini, María Auxiliadora Álvarez, Armando Rojas Guardia, Rafael Cadenas, entre otros poetas. Creo que mi país tiene grandes poetas que lamentablemente no han sido legitimados como lo merecen, pero confío en que la cultura les dará algún lugar con el tiempo. Por mi parte hago, y seguiré haciendo, todo lo posible como docente o tallerista en difundir la obra de estos y otros autores venezolanos.