Foto de portada: Arturo Avila Blog
Amanecí de nuevo.
No he muerto. Estoy viva.
Respiro y soy.
Aún soy con esta luz de fuego.
Así soy
con la aurora que nace.
Así soy resonando en mi pecho.
Jubilosa y feliz.
Aurora Nueva – Isabel de los Ángeles Ruano
La poesía de Guatemala es amante de su historia. El romanticismo que divaga y sobrevuela una tradición que se resiste a morir. Los anaqueles vacíos que se llenan y renuevan con voces jóvenes. La historia nos indica que Guatemala posee una rica tradición lírica. Un juego de amores y versos, de palabras corpóreas que abrazan al corazón amante y pensante. Lo sensible del juego de la metafórica palabra ue encierra misterio, tradición y emoción. La lírica guatemalteca no solo es romance, sino que va abrazada de su tradición mística y cultural, de su honra a la memoria del antepasado y del caído. Poetas de la talla de Miguel Ángel Asturias, Humberto Ak’abal, Romelia Alarcón, José Batres Montufar, Luis Cardoza y Aragón, Vicente Laparra De La Cerda, Celso Lara, Luz Méndez de la Vega, Aida Toledo, Isabel de los Ángeles Ruano, Javier Payeras, Ana María Rodas, Alaíde Foppa, entre otros, solo nos permite comprender que la poesía de Guatemala viaja más allá de un estudio clínico.
Los versos de los cuales desprendemos el título corresponden a la poeta Isabel de los Ángeles Ruano. ¿Qué nos quiere decir? Solo una palabra: libertad. Quizá es una interpretación superficial, pero los misterios de los corazones de cada poeta son diferentes y en su poema titulado Los desterrados encontramos esas ansias de libertad que muchos muertos no logran cultivar y obtener. ¿Quiénes somos ante el infinito misterio que nos rodea? Somos testigos. Por eso, nos encontramos entre composiciones, versos y alegrías. Entre los misterios profundos de las culturas.
Pero sin más preámbulos, presentamos a estos jóvenes escritores que nos traen, al presente, las tradiciones y cosmovisiones que poseen y les rodean. La desnudez de sus existencias puestas en poemas que tocan las fibras del alma. Una muestra de la actual poesía que se va escribiendo en Guatemala.
Laura Arévalo. Ha sido publicada por la revista digital Te Prometo Anarquía y Literariedad, Revista Latinoamericana de Cultura. Ha colaborado con la revista Extracto de la Universidad del Valle de Guatemala y con la Macha Fanzine. Obtuvo una mención honorífica en el Premio Mirna Mark y un segundo lugar en el certamen Canto de Golondrinas. En 2017 se publicó La po3sía escup3 en todas part3s por editorial Extracto, Universidad del Valle. Miembro del Colectivo Literario Amberes.
Siempre habrá una hermosa línea entre tus ojos y los de ella
Chiquilla inconsciente de venas azules
En una tienda de oxígeno A.G.
Fotografías de grietas
Panoramas abiertos de las voces que gritan a escondidas
Tengo miedo
Pero jamás lo diré
Tengo miedo pero caminó sola a casa
Miento
Y a veces enveneno
Las moscas vuelan en lo más alto de los árboles
Escucho a los pájaros que roban comida en los patios
De gatos monstruo
Perro furia
Mamá llorando
Mamá regando las plantas
Mamá levitando
En medio de un jardín tan relajada
Diciendo lentamente desde su playa
Ya sé cómo se siente la muerte
Ya sé cómo se esfuma el dolor
Ya sé como es no querer irse
y No irse
1988
Las cosas cambian,
Así es la verdadera vida
Un montón de cachivaches amontonados en los ojos
Ese nudo en la garganta
La casa húmeda
El torpe gato
El amor verde verde tan florecido y marchito con el tiempo,
_____________________________________________________no desfallezcas
La tierra ya tiene miles de años
La tierra ya conoce el sitio del solor
El espacio y las fracturas,
Los abrazos secretos
Los besos en la oscuridad del cuarto en desorden
_____________________________________________________las uñas rotas
_____________________________________________________el espejo
_____________________________________________________la bata
_____________________________________________________las voces
Las cosas cambian
vibran y enloquecen
Madre, apenas somos una constelación pequeñita
flotando lejos de su órbita
Pablo Bejarano, (La Antigua Guatemala, 1995) En 2017 se vuelve escritor de revista La Visión, publicando cada mes cuentos, poemas y ensayos; también se hace miembro del programa radial Versos Bohemios, donde comparte su poesía. Ese mismo año funda el Atheneo de Guatemala, grupo poético que pretende rescatar la vigencia de la poesía y la filosofía clásicas. En este grupo, Pablo Bejarano es guía de versificación y retórica de los miembros; forma parte del club de lectura Letras entre Ruinas. Ha ganado varios premios a nivel nacional en las ramas de poesía y cuento, siendo estos: 2017: segundo lugar de poesía en Juegos Florales Trinacionales de la ciudad de Esquipulas; premio único de poesía en Salcajá, Quetzaltenango; primer lugar en el Festival Nacional del Soneto de Santa Lucía Cotzumalguapa; segundo lugar de poesía en la ciudad de Jalapa, y segundo lugar de cuento en la ciudad de Escuintla. 2018: premio único de cuento en Mazatenango; premio único de cuento en Cabañas, Zacapa; segundo lugar de cuento en los Juegos Florales de Huehuetenango; primer lugar en el Festival Nacional de Poesía Clásica de Santa Lucía Cotzumalguapa; segundo lugar de poesía en los Juegos Florales de Estanzuela, Zacapa; primer lugar de poesía en los Juegos Florales de La Democracia Escuintla. 2019: tercer lugar de cuento en los Juegos Florales de Teculután, Zacapa; mención honorífica en los Juegos Florales de Santa Cruz Verapaz; primer lugar de verso en los Juegos Florales Trinacionales de Esquipulas; segundo lugar de verso en los Juegos Florales de Salamá; primer lugar en el Certamen Nacional de Poesía Clásica de Santa Lucía Cotzumalguapa, y segundo lugar de verso en los Juegos Florales de Estanzuela, Zacapa. 2020: segundo lugar en San Cristóbal el Alto en el concurso de poesía sobre los volcanes y el primer lugar en concurso virtual de poesía dedicado a La Antigua Guatemala organizado por Antigua Viva. El 29 de septiembre de 2018 publicó su primer libro: La Resurrección del verso; en 2019, inició con la organización de recitales y coloquios poéticos y empieza a brindar conferencias sobre temas literarios. En 2020 se empezó como columnista en Revista la Fábri/k/. Autor de cuentos, ensayos, poemas, fábulas y textos didácticos sobre retórica y métrica.
La ecuación de nuestra ausencia
¿Te imaginas un mundo en el que hubiera
una guerra de besos entre nos,
y el amor en nosotros persistiera
más allá de la muerte y el adiós?
¿Te imaginas la voz de nuestro pecho
cantando con latidos nuestro amor?
¿Te imaginas andar de trecho en trecho
la rúa de la vida, sin dolor?
Yo lo imagino, amada, cada noche,
aunque tú ya no piensas en mi beso;
esto que ahora te digo, no es reproche,
es más bien un llamado a tu embeleso.
Yo te llevo impregnada en mi delirio,
y pienso en nuestra historia a todas horas.
Te confundo en las noches con el cirio
que borda en el levante las auroras.
¿Has pensado en lo bello que sería
que despertara el otro con el uno,
y cumpla lo que yo te prometía
cuando no había parentesco alguno?
¿Has pensado subir a las estrellas
en lugar de bajarlas al humano?
¿Has soñado un idilio sin querellas
donde el sexo no sea algo profano?
Pues yo lo pienso, amor, cada momento,
y creo dimensiones paralelas
en donde tú ocupas mi aposento,
y, con amor, me cuidas y me celas.
Empero, más allá de nuestro daño,
hay en nosotros una diferencia:
tú nunca has de saber cuántos teextraño
caben en la ecuación de nuestra ausencia.
Viaje
Los árboles le dan la despedida
al viajero que marcha sin destino,
pero nadie presiente que el destino
es capaz de abolir la despedida.
Un rostro en la ventana desvanece
la belleza sublime del paisaje,
aunque todos sabemos que el paisaje
ni aún estando senil se desvanece.
Es triste divisar el horizonte
queriendo aterrizar sobre su línea
e ignorar que viajamos en la línea
del paisaje que ayer era horizonte.
El viajero recorre su camino
recordando la luna de su tierra
y queriendo olvidarse de la Tierra
en el zig zag del trémulo camino.
Entre su itinerario, las estrellas
señalan su destino irresoluto,
y el viajero, en su viaje irresoluto,
decide dirigirse a las estrellas.
Él, que ha viajado en busca del olvido,
solo ha intensificado los recuerdos,
y descubrió que solo los recuerdos
son dignos de llevarnos al olvido.
Él, queriendo sembrar en la distancia,
la simiente de olvido sempiterno,
descubrió que el amor es sempiterno
y no puede borrarlo la distancia.
Nada puede cambiarse con un viaje
ni el amor ni el olvido ni la cuita,
porque amar, olvidar y tener cuita
es ya emprender un triste y negro viaje.
Christian Castañeda, (Montreal, Canadá) Radicado en Guatemala. Ha publicado los siguientes poemarios con Editorial Poe: «Poemas de la Inconciencia” (2017) y “Romanza” (2018). También es periodista cultural asociado de Revista La Fabri/k/ para la cual publica entrevistas a escritores guatemaltecos, reseñas de narrativa, poesía y álbumes de rock. Sus poemas han sido publicados en los medios: Amarcafé, La Poesía Alcanza Para Todos, Ibídem, Guatiní, Pluma y Te Prometo Anarquía. Ganador del Poetry Slam Guatemala, edición “100 Mil Poetas por el Cambio” en su edición de septiembre de 2019. Ganador del segundo Slam Radial realizado por Radio Universidad 92.1 FM en diciembre de 2019. Forma parte de las siguientes antologías: Mi Madre es una Rosa (Editorial Hispana), Los 100 Mejores Escritores de Iberoamérica y El Caribe 2018-2019 (Editorial Hispana), Indeleble Poesía Segmento IV (Inkside Poesía), Primera Edición de Poetas Latinoamericanos (Sello Editorial Contracultura), II Antología Universal (Editorial Navegando Sueños).
Página: https://www.facebook.com/poesiachrischdz/
Sacrificio
¿Qué es tu rostro
sino una lágrima
entre la infinidad
y el caos?
te creía infatigable
eras luz
ceniza
hacedora de ilusiones
por vos
salieron mis ojos en huida
y extraviaron el sentido
hasta matar a dios
sin remordimientos
hoy
ensartaré mi cuerpo
en la Cruz del Sur
lentamente
mi sangre inundará tu morada
para que seas la vida
y yo la muerte.
Dérive
La simpleza de la vida sedentaria
hiere
_____aterra
__________petrifica
_______________hunde toda libertad con su plegaria.
Escribir irrealidades bajo la lluvia ácida
____________________envenena
_______________carcome
__________mata
_____la calidez
_______________de un hogar
Vivo en una metrópolis
de angustiosas cacofonías
entre el barullo
de los pulsos sin descanso
la mente frágil
es anquilosada por alabanzas
y ritmos subnormales
de una juventud perdida
el humo de los líderes
se atraganta en las entrañas
gritos
_____y
__________risas
_______________ahogan las voces del alma.
¿Sólo así
se puede sobrevivir
por otro día más?
Prefiero el manso haiku de las montañas
donde me pierdo
en los sinuosos ríos
al mar eterno.
Mi corazón a la deriva se entrega
y sin saberlo
de un sol ausente
perdido en el tiempo
brota la savia.
Marcos Gutierrez (Chimalenango, 1997). Licenciado en física en la Universidad del Valle de Guatemala. En su faceta de escritor cuenta con publicaciones por toda Hispanoamérica. Ha publicado los poemarios Poemas a la Nada (Tujaal ediciones, Guatemala), Reloj de nieve (Proyecto editorial Los Zopilotes, Guatemala) y el libro de cuentos Ballenas de Smog (Libros del Camaleón, Guatemala). En el 2018 fue finalista por el Premio centroamericano de poesía Ipso Facto y ganó una mención honrosa en el XV premio literario Gonzalo Rojas Pizarro (Lebu, Chile). En el 2019 ganó el primer premio en la categoría de narrativa en el XV Premio Bonaventuriano de literatura otorgado por la Universidad San Buenaventura de Cali, Colombia. Es columnista en Revista literaria Monolito(México) y en Gazeta (Guatemala).
IX
Cuando mi padre muera
quizá yo ya sea un hombre
para valerme por mí mismo:
habré abandonado
el peso de la inocencia
en algún lado del camino
junto con los dolores del insomnio.
habré visto a dios desnudarse
y mostrar su pene erecto
para violarme mientras me dice diez veces
que me está haciendo el amor.
Habré aceptado
que debo de tener hijos
para salvar un matrimonio con una mujer
que no cree en el infierno
y para que mis hijos hagan algo
por el mundo que me derrotó.
Para entonces, habré olvidado todo
para ahogarme en la esperanza
y en las redes sociales de jóvenes
idealistas, contrasistema, que no llevan
hambre ni en la memoria de la sangre.
quizá me deje el pelo largo,
me la pasaría ebrio y engordaría
(porque embriagarse y engordar
Es lo que hacen los que van a cambiar el mundo).
Ebrio clamaré mi derecho
a dejar la orfandad que significa
la muerte de mi padre.
Pero si un día
decido tener la fuerza suficiente
para conservar mi inocencia
¿Cómo se llama a un padre que
pierde a su hijo?
¿Cómo se le llama a un padre
que, aunque muera,
su niño nunca se hizo hombre?
Un amor
La última vez que hablamos
(que también fue la primera)
hablamos de literatura,
de la poesía y sus causas.
Tus preguntas me mantuvieron
atento al recuerdo de tu mano
sobre la mía
mientras hacías las mismas preguntas.
Así, sin tocarnos,
nunca supimos nuestras causas,
ni nuestro tipo de tristeza,
ni las cosas que hemos nombrado.
En algún momento nos imaginamos
dentro de otras formas, en otras preguntas
más allá de la literatura.
Partimos y yo me concebí
como tu sombra,
como el poema inevitable
de tus manos y tus preguntas.
Quedó el aire de tu tarareo,
los ritmos intangibles
de tu boca entreabierta,
de mi lluvia muda,
de todo lo que no sabía
que quería decir
mientras hablábamos de literatura.
José Juan Guzmán (Quetzaltenango, 1993) Comunicólogo, escritor y estudiante de psicología de 27 años. Cree que la libertad de pensamiento llega con los libros, las historias y la disponibilidad a las nuevas experiencias. Tiene un libro de poemas llamado La Escena Absoluta (2012). Lleva inmerso en el periodismo diez años y ha sido ganador de varios certámenes de literatura a nivel nacional.
I
El tiempo ejecuta raíces sobre mi cuerpo
preso de la limpia espada con la que atravesaste
un día todas las primaveras.
Suplicábamos entonces otros nombres
y la lucidez llegaba con cada trazo
con los que continuabas creando el mundo.
Quedé herido bajo el reflejo del espejo
que invocaba con sus reflejos otras señales,
otras eras, hombres y sueños, dimensiones y lapsos.
Bajo el eterno umbral del olvido
un día todos esos momentos
cayeron sobre nuestro delirio
y ejecutaste con tus besos
todas las otras formas de la existencia.
II
He reconciliarme con la abstracción que supone tu abandono.
La taza de café sigue cayendo al suelo
y la mano que utilizaba aquel poeta
sigue germinando el futuro mucho después de la hoja.
Amaneciste en mí como un árbol lleno de esperanza.
y entonces teníamos hambre
y entonces podíamos nombrar las cosas y el tiempo.
Nada parece ahora más terrible, pues,
que un pájaro silbando una melodía sobre tu olvido.
Luis Ricardo López Álvarez. Licenciado en Letras, escritor y editor. Para él la comunicación y la literatura son puentes para construir un mundo mejor. La historia y las tradiciones son el mejor recurso en tiempos de crísis. Tiene publicado dos libros Gestion de Proyectos (2019) e Irreverencias (2019). Ha ejercido como docente y corrector de estilo desde hace más de cinco años. Actualmente es director y editor del proyecto cultural Revista La Fábri/k/ http://www.revistalafabrik.com
Solsticio
Hay dos realidades opuestas:
La modernidad y este sentir antiguo.
¿Cómo ha de cantar mi nostálgico corazón,
Si no sabe ya de cantos, ni palabras?
En este valle
en el que los montículos y pirámides no son más que montañas,
pacen y copulan los macehuales
sobre tierra sagradas;
y las celebraciones no son más que espejismos en la distancia.
En la distancia veo despedirse al Sol
Y lo vitorea mi corazón silencioso.
Padre Sol, Totatzin,
Mi fe se ha vuelto congoja
Ya no hay príncipes que canten
En este mundo de modernidad.
No vale más un día que otro
en la vida de la modernidad
y la fiesta
no vale más los movimientos
de un hombre muerto.
Pero yo te veo aquí,
Padre Sol,
Peleando la última batalla de este año.
Hoy que con mas fuerzas
Han de querer arrastarte al Mictlán
Brilla padre Sol, con más fuerza,
Sea mi cuchillo un arma para ti.
La última noche del hombre moderno
Se ha puesto rancio el pan, y el vino está ácido sobre la mesa.
El Dios de los rebeldes aún vive; y el de los muertos en vida yace
apolillado sobre una cruz.
Su espíritu inmaterial hace mucho que ha dejado su cuerpo de
madera; las plegarias ya no lo inmutan, solo la lluvia corroe la
pintura sanguinolenta de esa estatua, mientras una vieja
marioneta la levanta con las manos temblorosas.
La noche es una con los animales salvajes, aúllan en la lejanía
anunciando lo inevitable.
Y es que los tontos de espíritu se han creído intocables, eternos e
invulnerables. ¡Han olvidado cuan frágil y vano era su equilibrio en
esta tierra!
Sin embargo, aún no ha muerto el último hombre moderno, aún
se aferra a lo que llama vida; esta noche, aun tuerce los dedos de
los pies bajo la mesa, está próximo a dejarse caer en el éxtasis de
un suspiro, y a abandonarse a la nada por unos breves segundos
de esta realidad que le aqueja.
La muerte no respeta señal ni credo alguno, porque la naturaleza
no toma partido en esta cadena, es tan imparcial como el Sol, que
alumbra del mismo modo a los que lo alaban como a los que lo
vilipendian.
Todas las noches, como esta en particular, la muerte ha rondado
su puerta; pero el hombre moderno la ignora, calentándose entre
miles de luces led. Se deja deslumbrar por la falsedad de una
realidad artificial: amor artificial de pocos minutos, comida
artificial de pocas calorías, una fe y una moral tan plástica y
adaptable; una ideología política basada en la humillación y el
miedo.
Mas allá, las aves y los insectos aguardan el amanecer; y esperan
la frescura de su cuerpo aún tibio y muerto, para poder devorarle
y hacerle parte de sí; reclaman de su carne los nutrientes que de
la tierra ha tomado.
Mientras tanto este hombre nuevo, moderno o posmoderno;
ignorante del peligro que le rodea, se ha de refugiar en la vanidad
de sus descubrimientos; más que tonto, es sordo y ciego.
De tal modo se ha vuelto el hombre, en los últimos siglos, tan
descartable, tan innecesario; que hasta él mismo se ha creído que
no hará falta en este mundo, que puede ser remplazado cualquier
día; pues su único papel en los últimos siglos ha sido consumir y
gritar hasta el cansancio.
Y ahora que no puede consumir más, porque sus horas están
contadas; se arranca las uñas en desesperación, y quiere aferrarse
un poco más a esta vida que no es vida.
Las madres lloran, se azotan el pecho con el puño cerrado,
susurran fórmulas mágicas que en la realidad ya no creen, y el
aire de su aliento se consume de pronto… ya no quedan hijos que
les entierren, no hay padres que las recuerden, ni maridos que
velen por ellas…
¡Es más, es que ni siquiera son madres!
Allá en la lejanía, en las ciudades, semanas atrás han expuesto
una orgía de los que no encuentran sentido a su existencia, que no
son más que un desquiciado palpitar de un corazón excitado, de
pupilas dilatadas, de cuerpos sudorosos, de conciencias alteradas.
Se han reído toda una noche, se han embriagado hasta la
inconciencia; ¡Que importa ya este mundo!, dicen, ¡si no
habremos de heredar un día más sobre esta roca!
Y escupen a la tierra, y la tierra los devora.
Esta noche, yacen febriles, abrazados a sus madres; tan juntos,
tan incomprendidos, tan mimados; un remedo de niños-hombres
que morirán llagados y sufrientes en unas horas.
Un niño de un año de edad, ha sido abandonado por sus padres en
la noche; poco les ha importado cuantos riesgos corra; han
perdido todo instinto de conservación y protección. Pero él no será
presa de algún degenerado, morirá de frio y soledad; será
abrazado por la muerte y llegará más allá, al árbol que mana
leche.
Matheus Kar (Guatemala, 1994). Fundador y miembro único del colectivo Bartleby. Creador de La Poeteca: taller de escritura para sensibilidades creativas. Ha publicado Asubhã (Premio Manuel José Arce; Editorial Universitaria, 2016) y Alturas de Wall Street (Premio Ipso Facto; Editorial Equizzero, 2018; Tujaal Ediciones, 2019). Ha colaborado como editor, antologador y columnista en medios físicos y electrónicos. También ha participado en festivales y encuentros literarios de toda Latinoamérica.
III
Es ahora cuando el invierno abre mi pecho.
______________Es ahora que lloro
como una represa que el invierno ha roto
______________No estamos solos, pero tampoco dejamos de ser la soledad.
Yo me licencié porque mis padres nunca pudieron,
______________ni mis abuelos tampoco. Todo el bosque cayó en mi hoja.
Todo el mar buscó mis zapatos.
______________Fosas de ayer. Fosas de hoy. Fosas de noche.
Un tambor de horror perseguía mis pasos.
Oh Nicanor Parra. Tomas Gösta Tranströmer, alguna vez grité,
______________borracho, tu nombre, mientras tus versos le devolvían la vida,
dentro de una ambulancia, con un CPR, a mi alma desplayada entre la aurora.
A través del espejo del tiempo, me recuerdo, con los pulmones en alto
______________y la adolescencia empuñada, tirando tomates
a la rectoría del pasado, derribando las puertas de los libros,
______________un día domingo, ignorando que es día de fiesta.
Yo pesadillaba con los Heraldos Negros que tejen zanjas grises en el alma,
______________cuando solo tenía dieciocho años.
Y creía en Vallejo y su Dios enfermo. Yo sí creía que Dios tenía catarro
______________y que le había durado hasta mi nacimiento.
Deseaba una segunda Babel, pararme en sus hombros
______________y asaltar con sueños al cielo.
Pero el cielo cayó como toro espeso en mi corazón.
La Biblioteca, La Huelga de Barrenderos, El Comunismo,
______________todo fue corazón de juventud, ala clavada en la voz de un pájaro,
mancha de luna en la ventana.
Cuando se es joven, uno tiene tantos sueños que se duerme en las aulas.
Al leer la hoja de vida, la piel ya no se reconoce
______________en sus latidos, en sus miradas, en sus máscaras
que se buscan, brincan y acechan.
Llega el día en que uno se despierta y se busca el cabello,
______________pero se toca la calva, y a uno se le ocurre que tal vez han despertado
a uno diferente y que el verdadero yo sigue durmiendo
______________en una revista indexada en algún país del norte.
Llega el día en que uno ya no cabe en su cuerpo,
______________que la sensación de frío toca todas las palabras,
que el corazón ya no parece tan blindado y que el polvo de la piel
______________regresa como tormenta una tormenta del desierto.
Y la cerradura de la memoria deviene enmohecida en la pipa del reproche:
______________sexos de múltiples patas, árboles podados de consciencia,
briznas de yo, trajes de ayer y muerte; todo percudido,
______________todo barnizado en una helada capa de culpa.
Es la burocracia del otoño, el rascacielos de los años,
______________la vida demente que cavila sobre el olor pestilente del cadáver.
Atrás quedaron las estaciones de piernas abiertas al final de la cama,
______________los trenes perfumados con vagones de labios diferentes.
Atrás quedó la boda blanca donde juré ser más casto que Domingo Savio.
______________Los que alguna vez quisieron el cambio,
______________ahora, ni desnudos, se pueden quitar el uniforme de burócrata.
La vida segrega su venganza en nuestras manos que friegan pañales
______________y corbatas contra el fregadero recostado en el corazón,
mientras la consciencia sigue durmiendo en un escritorio
______________de filosofía o de ciencias médicas.
Es ahora que un silbato de puerto trae consigo la carta ceniza del tiempo,
______________solo para descubrir, en una hoja del MP, una orden de alejamiento;
que en Bora Bora, París y Londres no te pudiste encontrar;
______________que sos huérfano y también lo son tus padres,
que tu consciencia es un cadáver dormido
______________frente a un pizarrón en rectoría.
¿¿Dónde quedó tu juventud soñadora que soñó alguna vez
______________no soñar que despertaba?
¿Dónde quedó el vagón del verano,
______________de cuyo rumbo te burlaste tanto?
Al final todos acabamos pintando sacos y corbatas en el tímido muro
______________del anarquismo universitario.
Yo también soñé con gasolina. Yo también soñé con los puños en alto,
______________con la cordillera revolucionaria que caminaba mordiendo frío.
Yo también fui cursi. Yo también rugí los versos cursis de O. R. C.
Y aquí estoy, veintidós años después, como un buda de piedra, muerto,
______________con Hitler y Freud, mientras un diván me cuenta sus problemas.
Se busca
Ayer perdí mi sombra.
______________Yo, que la sacaba a pasear
y la cubría cuando la luz le dañaba los ojos,
______________la perdí.
Pero la sombra de todos los hombres se parece.
______________Quizá no la he perdido,
tal vez me la robaron.
______________¿Pero cómo saberlo?
¿Cómo saber si la sombra que tengo
______________es la que nos han dado?
¿Cómo saber si la nítida silueta,
______________entre todas las que hay, es la correcta?
Quizá tengamos la sombra de otro
______________y otro tenga la nuestra,
y nunca lo sabremos.
Quizá yo soy la sombra de mi sombra
______________o la sombra de otro hombre.
Quizá yo también esté perdido
______________y quizá nadie me esté buscando.
Lucinda Swann (Guatemala, 1990) Licenciada en Sociología y Criminología por la Universidad de Westminster (Londres, Inglaterra). Trabaja como investigadora y consultora. Ha pertenecido a diversos colectivos literarios, entre ellos el Colectivo Amberes.
I
En mis manos, el silencio.
En el suelo, la ofrenda de mis palabras.
Con las piernas abiertas, frente al espejo
canto para un auditorio de una sola butaca.
Leo con los dedos
la partitura para reconstruir el río.
Y todo lo hago con la urgencia del mar,
la desesperación de las manos
y el satisfecho mapa con el rostro de la ruptura.
II
Mis palabras no aspiran a las estanterías,
a las manos o a los ojos.
Mis manos aspiran al vuelo del viento,
a la respiración artificial de los enfermos terminales.
No una carta, sino un pie de página
para aclarar o negar
lo que el futuro a mis espaldas
tenga que decir de mí.