Entrevista a Dariela Torres & Santana García*
¿Cómo, cuándo y dónde llegaste a la poesía?
DARIELA:
Llegué a la poesía cuando tenía 14 años. mientras escuchaba a Patti Smith. Encontré su poesía por accidente y salvación, recuerdo haber escuchado en su voz un poema dedicado Arthur Rimbaud e inmediatamente busqué “Una Temporada en el Infierno”, poemario que me llevó al encuentro fatal y maravilloso de la poesía. Atravesaba un momento difícil, estaba siendo maltratada físicamente en casa, por un tío que habían deportado y era extremadamente violento. Soy Centroamericana, hondureña específicamente, de un barrio pobre, y pasé por secundarias llenas de delincuencia joven, este es un problema real y complejo, así que también estaba siendo víctima de extorsión y violencia sexual. Cuando encontré a la poesía fue para quedarse. Se quedó como un medio de catarsis, un lugar seguro, que al fin y al cabo aún me protege del mundo hostil que me rodea.
SANTANA:
A lo largo de mi vida tuve algunos acercamientos en distintos momentos, primeramente, por la escuela básica y media, después por algunas lecturas que amistades me iban compartiendo, pero lo cierto es que llego a la poesía (¿o la poesía llega a mí?, ¿llegamos mutuamente?, ¿descubrí que siempre estuvo ahí?) de forma un poco tardía. He padecido su ausencia, más que gozar de su presencia, la mayor parte de mis años, tal vez por ello cuando el encuentro definitivo finalmente se da, mi relación con ella se vuelve la de un consumidor voraz, como si en su lectura tratara de saciar un apetito muy antiguo, casi primitivo, dentro de mí, y en su escritura persiguiera un pez singular que siempre se escurre de mis manos. Uno de los momentos más significativos en mi camino fue, sin duda, la oportunidad de formar parte por un tiempo del taller de poesía del maestro Óscar Oliva. La pasión, la emoción tan real y repentina con la que abordaba la lectura y análisis de cada poeta permeó en mí, descubrí entonces la importancia del acompañamiento en la formación poética (tanto en lectura como escritura). La idea de lo comunitario en el camino de la literatura creció en mí aún más gracias a una serie de proyectos con los que he tenido la oportunidad de convivir y aprender. Ya en el libre camino del autodescubrimiento, ha sido el carácter humano y vital de la poesía lo que me ha resultado significativo: la oportunidad de nombrar las experiencias humanas más profundas desde la experiencia poética. No sé si pueda decir, como ha sucedido en muchas otras personas, que la poesía ha salvado mi vida, pero sí que puedo decir que ha salvado mi forma de vivir.
¿Cómo nació y cómo evoluciona el proyecto Ek Chapat?
DARIELA:
Ek Chapat nace a partir de un encuentro Mesoamericano de poesía, ahí conocí a Santana. Semanas después nos pusimos en contacto con el propósito de generar ideas para un proyecto literario transfronterizo. Surgieron varias ideas, pero había una realidad que no podíamos ignorar, dentro del contexto Mesoamericano hay una problemática terrible con la migración, las condiciones de vida en la mayoría de los casos son deplorables y por esos días había salido una caravana de migrantes de Honduras, en ella se unieron personas de diferentes lugares de Centroamérica, estas caravanas tienen como destino final Estados Unidos y pasan por México. Al inicio de las conversaciones queríamos ponerle Bestia a la revista por dos razones inicialmente “La bestia” (Una línea de ferrocarriles por donde migran los centroamericanos principalmente en donde muchos, muchas y muches pierden la vida). Y por la búsqueda de voces dispuestas a nombrar la poesía desde diferentes realidades. Así pues, nos decidimos por Ek Chapat, que es una bestia de la mitología Maya. Lxs mayas habitaron esta área Mesoamericana así que era algo que nos unía y en honor a las miles de personas que siguen huyendo de estos territorios, históricamente oprimidos y marginalizados.
SANTANA:
Tengo el sentimiento de que Ek Chapat nace del encuentro de muchas voluntades, circunstancias y necesidades, más allá de quienes somos o hemos sido parte del consejo editorial. Hace un par de años, coincidimos en un encuentro literario las compañeras Solange Saballos (Nicaragua), Dariela Torres (Honduras) y yo (Chiapas). Las voces de Solange y Dariela me marcaron mucho entonces, la condición humana que tanto me había removido las entrañas al leer poesía se encarnaba en ellas, en quienes la fuerza de su poesía, de dolor, rabia y reclamo, no sólo se encuentra en la palabra sino también en sus personas, en su forma de actuar ante la realidad. La oportunidad de dialogar desde nuestros contextos y procesos dio pie a la idea de sumar perspectivas en un proyecto editorial de carácter transfronterizo, con la intención de tejer desde lo literario los nodos de realidades compartidas entre nuestros territorios. Así surge Ek Chapat como una revista literaria con la consigna de ser un puente entre las diversas escrituras desde la convulsa realidad latinoamericana y sus habitantes, dispuestas y dispuestos a dialogar desde el auto-reconocimiento. Entiendo la lectura y la escritura como un acto de libertad, como un reclamo furioso del ser y (retomando las palabras de Verónica Gerber Biecci) como un acto político, y creo que Ek Chapat ha concentrado mucho de esa naturaleza en sus páginas. El proyecto comenzó formando parte una red de revistas en México, siendo Ek Chapat la única transfronteriza de esta. Fue una etapa de mucho aprendizaje a partir de la interrelación con otros consejos y líneas editoriales. Al cabo de casi un año, una serie de denuncias graves de abuso (de índole sexual y emocional) cometido por algunos editores de la red y por parte del coordinador de la red provocó nuestra ruptura con tal proyecto (y la desarticulación misma de la red, a la cual sobreviven algunas revistas). Hasta entonces habíamos llegado a nuestro tercer número y nos vimos en el reto de continuar ya de forma totalmente autónoma hacia nuestro cuarto número. Tras sortear una serie de inconvenientes finalmente en marzo alcanzamos la publicación de nuestro cuarto número, pero a los pocos días sobrevino el confinamiento a causa del Covid-19, lo que nos ha llevado a replantearnos de nuevo la naturaleza del proyecto. Actualmente, gracias al trabajo de Dariela Torres, hemos migrado al formato digital, en un sitio web que va conteniendo de forma abierta todas las publicaciones de Ek Chapat, y en el cual esperamos dar a luz pronto nuestro quinto número, a la espera de que un futuro menos incierto nos permita retomar algunas versiones impresas. A lo largo de poco menos de dos años hemos enfrentado numerosos obstáculos, pero destaco la fuerza de esta bestia literaria, que ha resistido, como siempre se resiste desde esta realidad, para continuar siendo un canal más de diálogo desde las literaturas y los territorios de Latinoamérica. Hasta el momento hemos contado con la presencia de escritoras y escritores desde Honduras, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, República Dominicana, México, Perú, Argentina, Venezuela, Ecuador y Uruguay, con representación también desde otros continentes: España e Irán. Actualmente el equipo editorial continúa conformado únicamente por Dariela y un servidor, procurando continuar el camino que emprendimos inicialmente con nuestra compañera Solange, cuyos aportes siempre serán pilares de esta revista. Nuestro deseo es el de crecimiento, aunque en este instante trabajamos en la reestabilización del proyecto tras los diversos retos que hemos enfrentado en año tan peculiar.
¿Qué te parece que es lo que no dice, lo que no llega a decir (o no puede o no quiere decir) un autor en su obra?
DARIELA:
Creo que muchos autorxs por la necesidad de quedar bien y de no generar ningún conflicto o incomodidad dentro de los círculos privilegiados de la escritura, ya sea académicamente o en las editoriales de «prestigio», se limitan a hablar de manera solemne. Y prefieren obviar el mundo caótico, lleno de odio y desigualdad que nos rodea.
SANTANA:
Pregunta sumamente compleja. Considero que esto depende de la búsqueda inicial de cada autora y autor, su grado de honestidad con relación a sus motivaciones y a qué está dispuesta su voz a enfrentar. En el contexto contemporáneo latinoamericano yo percibo una situación que me resulta interesante: una constante lucha generalizada por superar la censura y autocensura predominantes impuestas por los mecanismos tradicionales e institucionales del medio editorial. El desarrollo de cada vez más plataformas autogestivas ha dispuesto un terreno para una mayor exploración libre de la palabra. En este sentido, considero que el acto de escribir es un acto de descubrimiento y autodescubrimiento constante, no se está siempre preparado para nombrar todo aquello cuanto nos encontramos en ese tránsito, es una decisión entonces esto de abrir totalmente la linterna para que todo sea visible. El derecho a nombrarlo todo no deja de ser una lucha que libramos día con día en nuestros contextos.
Teniendo en cuenta tu propia experiencia, ¿es el discurso del poema realmente un discurso involuntario?
DARIELA:
Desde mi experiencia ha sido imposible separar el discurso de las situaciones que me atraviesan. No ha sido involuntario en ningún momento. Detrás de cada palabra que he escrito se encuentra una historia, una realidad que intento sobrellevar y drenar en mi trabajo poético.
SANTANA:
Hay un discurso que la y el poeta quieren plasmar en cada escrito, pero el acto de leer también es un acto creativo, en ese momento no podrá intervenir más, el poema tiene vida propia una vez que emprende su camino. El discurso del poema transmuta cada vez a partir el diálogo entre aquel de su creador/a y aquel de su lector/a. En todo aspecto, la experiencia poética surge de una colisión.
¿Qué libro (o libros) de poesía nadie debería dejar de leer y por qué?
DARIELA:
Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud, Aullido, de Allen Ginsberg, Entre nosotras, una antología de la obra de la escritora y poeta Audre Lorde. Estos tres libros de poesía me parecen imprescindibles, son voces poéticas fuertes y absolutamente necesarias. Nos dan un panorama más amplio de la poesía y de cómo lxs autorxs son capaces de nombrar poéticamente su senti-pensar, desde lo que sus cuerpos atraviesan en una realidad homofóbica, machista, clasista y racista. Que, a decir verdad, no ha cambiado en lo absoluto.
SANTANA:
Nadie debería dejar de buscar ese libro que jamás terminará por encontrar. Cuando uno sienta que ha hallado en las páginas de un libro la máxima revelación, es señal urgente de virar en todas direcciones y accidentarnos contra toda nueva propuesta que nos salga al paso. No importa si se trata de una bestia descomunal como Tierra baldía, Primero sueño o Muerte sin fin, tampoco si se trata del intimismo avasallador de Emily Dickinson o la todavía humeante nobel de literatura Louise Glück, no importa si se trata de un hallazgo inesperado como Desastre lento de Tania Ganitsky o el pozo profundo de El tamaño del dolor, de Xhevdet Bajraj. El libro de poesía que nadie debería dejar de leer es el siguiente.

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*Dariela Torres (Tegucigalpa, Honduras. Poeta y editora) y Santana García (Chiapas, México. Poeta, promotor cultural y mediador de lectura). Directores editoriales de EK CHAPAT, revista literaria de difusión internacional.