Cuatro poemas de la escritora Pamela Monge:
CUANDO TODOS DUERMEN YO SALGO A CAMINAR POR EL CAFETAL
Sueño que mi abuela resucita, me presta su bordón para jugar y me llama a comer pan con aguadulce.
Me pide que le cambie los zapatos, toma mi mano y me señala las plantas, luego nos sentamos en el escaño y ella empieza a leer en voz alta.
Escucho el chillido de las hamacas y es la realidad que se mece, las rosas se deshojan contra la puerta y frente al corredor luce un jardín destruido, inundado por la lluvia de mi niñez. Queda una silueta borrosa donde mis ojos gritan su nombre.
MIS PIES HUELEN A BOÑIGA
¡Cállese! No me contradiga, escuche lo que digo, cuidado se curte.
Con furia limpia la mesa, las ideas se esparcen, se convierten en líneas, líneas que se juntan sobre las hojas a revelar historias.
Escuche atenta.
No salga,
no sea pata caliente.
Tranquila.
El sonido de los martillazos que clavan los pies a la tierra. Inundada de gusanos, solo con la mirada puede caminar.
Respete y no hable, cámbiese los zapatos para salir. No se le ocurra comer frutas del suelo y menos con las manos sucias.
Me comí una guayaba con gusanos, sin lavar.
TOÑITO
Limpia el aire de recuerdos y telas de araña; como si las patas no volvieran a construir y la memoria no regresara tirando piedras a la ventana.
A veces, hay que coser los pies a la cabeza
para caminar sin hundirse en las franjas del recuerdo.
Ella lo hizo bien. Pero nunca cesa de limpiar el aire. En las noches no duerme, ¿será que escucha piedras en la ventana?
Al comedor le sobra una silla. Hoy cumple años, no comimos queque. Recogimos flores, celestes, así eran sus ojos. Ella hizo un rezo y me obligó a ir a misa. Cuando fuimos a dejar las flores, pensé que cada gesto era un regalo a nosotros mismos.
Sin él, soy la mayor. Los menores llevan ventaja, cuando tienen que pasar el portón ya está abierto.
Un aguacero me despertó, las tres de la madrugada. Dicen que se fue a esa hora con la carita tierna y más mangueras que cuerpo. Las salas de los hospitales están llenas de esperanza.
Llenas de mentiras, telas de araña y mangueras atascadas.
Una piedra choca contra el vidrio y pregunta:
¿dónde van los niños cuando mueren?
VACÍO
Hay que tomar el reflejo del pelo y sacarlo. Dejar el espejo vacío.
Sobre la autora:
Pamela Monge, 1995. San Ignacio de Acosta, San José, Costa Rica. Se ha desarrollado en los ámbitos de la literatura, la gestión cultural, el diseño y el arte plástico. Cuenta con diferentes poemas, microrelatos y artículos publicados en revistas y antologías de corte nacional e internacional, una traducción de poemas al fránces y algunas obras de arte plástico publicadas de manera digital e impresa.
Ha participado en diversos festivales, recitales y exposiciones a nivel nacional e internacional, entre ellos el Art City Tour, Feria Internacional del Libro de Costa Rica, Festival Nacional de Poesía de Costa Rica, Encuentro Poético Internacional Pájaros Errantes, Biobío, Chile. Encuentro de Poesía La Espera Infinita, El Progreso, Honduras.
Es arquitecta y profesora de artes plásticas en academia Envibrarte. Forma parte del Taller Literario Joaquín Gutiérrez y la Colectiva Jícaras.