Eterna Cadencia publica Diario de Édouard Levé (París, 1965-2007). Encontramos también publicadas y traducidas al español Obras (2002), Autorretrato (2005) y Suicidio (2008, esta última fue enviada por el autor a su editorial días antes de suicidarse).
Es este un autor original, realmente transgresor; se sale de lo normativo pero no con temas manidos, que acaban siendo el plato de todos los días y que atacan las páginas de la literatura en general, sino que, cuando el lector asoma sus ojos por las páginas escritas por Levé, puede estar seguro de que lo que va a encontrarse no es nada tradicional.
En este caso, en Diario Levé experimenta con la obra de arte, pues esta es una recopilación de notas, recortes de periódicos no identificados y clasificados únicamente en temática: internacional, sociedad, policiales, economía, ciencia y tecnología, avisos, pronósticos del tiempo, deportes, cultura, guía y televisión.
El lector experimenta cierto desasosiego al indagar en estas páginas. «Un hombre ataca a…», «Una mujer muere…», «Un vicepresidente es asesinado…», «En un país…». Por ejemplo:
«Una mujer es quemada viva por su marido. Otra, desfigurada, aparece en la primera plana de un periódico semanal […] Una tercera, enloquecida, acaba de denunciar por televisión a su esposo…» (p. 31); «La autopsia revela que fue violada con un micrófono […] Agoniza durante varias horas, antes de sucumbir por hemorragias internas» (p. 47); «Encuentran en un basurero el cadáver de un hombre cortado en pedazos» (p. 51).
La crudeza de estos actos es anónima, así como las víctimas, pues no hallamos nombres tras estos titulares. En ocasiones, el lector se verá tentado a girar la cabeza, pues lo novedoso de Levé consiste, precisamente, en llevar al terreno literario sucesos reales, acontecidos en algún momento de la historia, y que él pudo leer mientras tomaba un café.
¿Qué es lo que nos empuja a pasar la página, a negarse a leer cómo un pastor abusó de su hija menor varios años, y, sin embargo, sí que aceptamos leer estos horrores en un diario matinal?
Levé borra cualquier seña de identidad, a través de estos artículos indeterminados (un, una, unos…), pero el lector, ante el aluvión de palabras y referencias, puede perfectamente pensar que toda esta información podría haber sucedido la semana anterior, en su propia localidad.
Algunas son tan atemporales como la siguiente: «Varias asociaciones presentan una denuncia contra las bandas de jóvenes que se reúnen los fines de semana en las calles a beber en grupo» (p. 35), que conectan tanto el tiempo presente del lector como el momento en el que Levé pudo haber leído dicha noticia.
El capítulo de “Avisos” llama especialmente la atención. Es un recorrido por los anuncios de alquileres de pisos, funerales de personas queridas frente a otras en las que se ruega que «ni flores ni coronas» (p. 81) sean presentadas; y, a continuación, los nacimientos.
Levé, igual que hizo con Obras, presenta un libro totalmente novedoso, que nos hace plantearnos qué es lo que nos incomoda al leerlo. Quizá, la impersonalidad de las víctimas (aunque, en estos tiempos pandémicos, también vemos que los medios pecan de transformar nombres de personas concretas que existieron en el mundo en simples cifras de muertos diarios), el imposible modo de contextualizar estas noticias (a pesar de tener a mano el google), esta avalancha de malas noticias indeterminadas que se acumulan en las páginas, junto a la programación vespertina (película, serie, programa de entretenimiento) o el aviso de una casa en venta.
Levé recopila una selección de textos que sumergen al lector en una confusión de sentimientos: pasar la página ante el pastor pedófilo, pero leer con curiosidad las noticias de los funerales. Pasen y vean un reflejo de lo que es este mundo.