“Os quejaréis sin duda de que quienes hasta ahora os han hablado del teatro inglés, y sobre todo de ese famoso Shakespeare, no os hayan hecho ver más que sus errores… Yo os respondería que es muy fácil referir en prosas los errores de un poeta, pero muy difícil traducir sus versos”
Voltaire. Epistolario inglés
Hay razones para creer que William Shakespeare no fue un hombre como propone la crítica formal, sino el nombre de una compañía de teatro que congregaba a los mejores profesionales del género dramático cuyo fin era descubrir, componer y fijar la idiosincrasia idiomática de la Inglaterra del siglo XVI. Un proyecto dramatúrgico general, llamado inicialmente Lord Chamberlain´s Men, después renombrado como The King´s Men por la ascensión al trono del rey Jacobo I en 1603, y luego inmortalizado en todo un conjunto de obras agrupadas bajo el nombre de William Shakespeare.
Porque es sabido que en Inglaterra el drama y el teatro isabelino florecieron de tal manera, que los actores profesionales pudieron organizarse en compañías relativamente estables, y un gran número de estas empresas emergieron, sin embargo, el presentarse como importantes y vehementemente rivales entre sí, llevó inevitablemente a que dos grupos Lord Admiral´s Men y Lord Chamberlain´s Men [1] se impusieran, logrando integrar otras compañías artísticas menores con el fin de catapultar el teatro isabelino y buscar la unidad del arte dramatúrgico.
Aunque es claro que junto a estas dos compañías monopólicas, las escuelas, las universidades y las asociaciones de juristas londinenses (inn of court) se unirían al proyecto unificador para lograr cultivar el drama latino en Inglaterra buscando generar esparcimiento, pero también intentando crear pedagógica lingüística entre la sociedad. De ahí la importancia de cada institución involucrada que con su argot introduce un nuevo contenido en el teatro por medio de diálogos, escenas, personajes, entre otros elementos, que fueron claves para conformar el todo de las obras literarias y dramatúrgicas que se atribuyen erróneamente a un solo hombre: William Shakespeare.

Este proyecto unificador de la compañía de Shakespeare se justifica, y más, cuando en el siglo XVI existía una efervescencia de la lengua inglesa, y que tumultuosa y confusa, carecía de reglas sintácticas, líneas de dicción y otros problemas. Igualmente la ortografía y la escritura no contenía definiciones absolutas, al punto que el mismo nombre de Shakespeare se deletreaba como «Shakspere», «Shaksper» y «Shake-speare»[2]. Temporada de descubrimiento y afirmación lingüística que permitió a la compañía de Shakespeare tener la libertad suficiente para manejar la frase, acuñar expresiones y crear analogías[3], además de introducir sorprendentes innovaciones, convirtiendo sustantivos en verbos, conectando adjetivos para obtener nuevas combinaciones y usando palabras prestadas de otro idioma.
Allende a esto se llegó a contabilizar (y la cifra sube) hasta 21.000 palabras o más en el vocabulario del todo de las obras de Shakespeare, porque su genio, realmente, no residía en su existencia histórica, o en los registros culturales ingleses, sino en las palabras, y en especial en las obras dramáticas compuestas como brillantes relatos, llenos de inolvidables personajes, creando así un lenguaje de inconcebible belleza.
Debido a esto, es que los estudiosos de la vida y obra del dramaturgo inglés, (ignoro si stratfordianos o anti-stratfordianos), no han podido aclarar y fundamentar, hasta hoy, cómo pudo un solo hombre, sin historia, sin educación formal, sin influencia, ser el verdadero autor de tan genial y universal obra. El argumento de Shakespeare, como compañía de teatro y no como hombre, toma forma desde la postulación de varias personas como las posibles encarnaciones del mítico personaje: Francis Bacon fue una propuesta; el XVII Conde de Oxford (Edward de Vere); Christopher Marlowe; y hasta se cree que la misma reina Isabel I era Shakespeare.
Nombres concienzudamente atribuidos a la persona del dramaturgo, que incluso ha despertado la sospecha de que todos juntos, en esencia, era la misma persona, porque entre sus facultades individuales se descubren rigurosos conocimientos legales, históricos y matemáticos que se reflejan en las tragedias, comedias y sonetos, acreditados a Shakespeare hombre.

Incluso el que los contemporáneos hayan declarado que Shakespeare era el autor de todas las obras, salvo unas cuantas piezas del actual catálogo autenticado como obras genuinas, suscita un problema; contemporáneos como Ben Jonson (que junto con otro amigo y un parroquiano lo vio morir, y fue el que relató el final del dramaturgo), Jon Dryden, Michael Drayton y Robert Greene, este último, un acérrimo crítico de teatro, que arrojó pistas exactas sobre la verdadera identidad del dramaturgo, pues lo definirá como un «sacude escenas del país» (Shake-Scene) mostrando que su apellido en un juego de paranomasia, y concluyendo que Shakespeare realmente significaría (Shake= Temblar, Speare=Hablar), o el que hace temblar con el lenguaje, el que sacude con el lenguaje, o «movimiento o revolución del lenguaje».
De igual forma no es casualidad que ingentes palabras hayan sido fijadas en el léxico inglés, y que el lenguaje literario (derivado de las obras teatrales) pasara a formar parte del habla cotidiana, y esto, descontando las reglas gramaticales, la sintaxis, la forma de las palabras instituidas por el teatro principalmente. Ese mismo teatro que fundó la compañía de Shakespeare, porque nunca se había conocido tal torrente de lirismo, pasión, agudeza, ingenio y profundidad, que en su dinámica y representación, terminó «desplazando» el teatro isabelino, tan dramático y lleno de piezas moralizantes.
Es claro que este proyecto lingüístico basado en el teatro se gestó con patriotismo y compromiso de parte de un grupo de hombres. El lenguaje fue el objetivo, y el medio, el teatro clásico griego y romano (por el regreso a Plauto, Séneca, y otros). Así entonces, al personalizar y dogmatizar a un autor, el nombre de Shakespeare como compañía pasó desapercibido, sin saber que realmente fue este un constructo formado por varios genios de la época isabelina. Existen registros de un actor llamado Shakespeare entre la compañía de Lord Chamberlain´s Men. ¿Por qué entonces la importancia de un nombre, sobre otros nombres tan talentosos como lo fue John Lyly, Ben Jhonson o el mismo dramaturgo isabelino Chistopher Marlowe, fundadores de géneros literarios propios?
[1] Zlelske, Harald. Drama y teatro en Inglaterra, países bajos y Alemania. Akal historia de la literatura. Volumen tercero. España. Página 137.
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/William_Shakespeare
[3] Rosten, Leo. Shakespeare, el desconocido. Readers Digest. 1987. Latinoamérica. Página 28.