«La ciencia ficción abandonó el gueto y ahora está presente en casi todo lo que nos rodea» | Entrevista a Gonzalo Gossweiler

Gonzalo Gossweiler nació en Lomas de Zamora (provincia de Buenos Aires), Argentina, en 1984. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y trabaja como periodista y editor en la web del diario Ámbito Financiero. En 2015 salió Antártida, su primer libro, publicado dentro de la colección Leer es futuro del Ministerio de Cultura de la Nación. Los hologramas no hacen compañía, su segundo libro (compuesto por dieciséis cuentos de ciencia ficción), vio la luz en agosto de 2019 gracias a China Editora. Los cuentos conforman una especie de antología futurística con personajes de niños, niñas y adolescentes en mundos extraños y muchas veces desconocidos. La entrevista busca dar a conocer un poco más acerca del origen del libro, y de la escritura de su autor.

¿Qué te llevó a querer escribir ciencia ficción?

Creo que la ciencia ficción está presente en mayor o menor medida en la vida de todas las personas. Mi generación experimentó ese boom en el cine y luego se volvió cotidiano también a través de la TV y el cable. Ahora las series alimentan ese tsunami que inunda el streaming, a veces más y a veces menos reconocible dentro de la formalidad del género. La frontera de la ciencia ficción desapareció y ahora vemos obras como Volver al futuro o Stranger Things como cualquier otra historia, sin ponerle etiquetas. Los tropos del género como los viajes en el tiempo, los multiversos y el apocalipsis planetario, entre tantos otros, ya pasaron a ser parte del imaginario social. La ciencia ficción es más que un género, es un mecanismo de pensamiento que todos hemos incorporado.

En mi caso particular, además de todos esos ejemplos, consumí mucho animé y manga japonés, donde abunda la buena ciencia ficción que aún hoy en día ofrece historias originales y sorprendentes. Somos esclavos de nuestros consumos culturales, entonces cuando me largué a escribir, sin proponérmelo, fue en esa línea. De todos modos ahora estoy escribiendo más fantástico y terror, siempre con guiños a la ciencia ficción.

¿Cómo empezó el proceso de escritura que dio forma a Los hologramas no hacen compañía? ¿En qué momento surgió la idea de agrupar las historias en un libro?

Los cuentos surgieron en su mayor parte mientras asistía al taller de Sebastián Robles, muchos de ellos a propósito de disparadores que sugería él vinculados con las lecturas de clásicos de ciencia ficción que discutíamos. Por eso hay algunos guiños a Ray Bradbury, Isaac Asimov y H.P. Lovecraft. Cuando la cantidad de cuentos con un mismo tono alcanzó una masa crítica fue que los agrupé. Le compartí el libro a Caterina Gostisa, que dirige China Editora, y decidió publicarlo.

Fotos: Javier Ghersi.

Al leer los cuentos, uno pensaría que te gusta mucho la cultura japonesa…

Por lo que decía antes, mis consumos culturales son en gran medida japoneses y eso se me impregnó. Desde la adolescencia consumo literatura, manga, animé, cine, series, música y gastronomía de Japón, incluso estudié el idioma y visité el país. Japón me sirvió también para crear un mundo paralelo, un mundo japonés que convive con el nuestro, pero no es ni una cosa ni la otra. Se me hace más natural que uno de mis personajes se llame Megumi antes que Juan Carlos. Sin embargo, prefiero ambientar las historias en un difuso conurbano bonaerense antes que en Japón.

¿Qué autores/as considerás que te marcaron de una manera especial? Pueden ser tanto de la literatura como del cine, series, historietas…

Hay muchísimos, todos aportan algo. Es la narrativa del creador lo que impacta más que su pertenencia a una rama artística. Creo que Stephen King es uno de los grandes narradores modernos que marcó el ritmo de nuestra forma actual de interpretar la ficción de género. También me impresionaron Ryu Murakami, Ted Chiang y J.K. Rowling. Terry Goodkind me enseñó que podés escribir mal, pero igual crear una historia fascinante y adictiva. Se aprende mucho de los best sellers de moda, por algo triunfan, pero también son muy útiles los clásicos, como La historia de Genji, una novela japonesa del siglo once que leí con fervor. Del manga debo señalar a Masakazu Katsura, Hiroya Oku y las CLAMP; del cine a Hayao Miyazaki, Takeshi Kitano, Kim Ki-duk y Wong Kar-wai.

¿Cuál es para vos el panorama de la ciencia ficción en la actualidad?

Es prometedor, es ilimitado. La ciencia ficción abandonó el gueto y ahora está presente en casi todo lo que nos rodea. Se diversificó, tiene decenas de subgéneros en constante hibridación, pero en el corazón está la ficción especulativa, esa que nos lleva a imaginar «qué pasaría si…» y eso solo es la herramienta para ensayar miles de mundos, es la base del razonamiento humano. Nunca nadie pisó Marte y no por eso nos parece que sea poco razonable hacerlo. De todas maneras, la ciencia ficción como etiqueta, con reglas estrictas, pasó su edad de oro hace mucho tiempo. Hoy ciencia ficción es tratar de especular de qué forma estaremos viviendo dentro de un mes o de una semana, y crear una historia con eso, ya sea una novela o un tuit.

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