El seminario de Joe Gardner


«’Soul’ mira hacia fuera para descubrir cómo encajo en el mundo»
Pete Docter


William Forrester (Sean Connery), el famoso escritor neoyorkino recluido en un cuarto repleto de libros, le dice a Jamal Wallace (Rob Brown), un joven afroamericano que tiene el don de la escritura: «No me importa si eres negro. Quería saber cuánta barbaridad estabas dispuesto a tolerar. Sé que irás a esa nueva escuela, porque hay un interrogante en tus escritos sobre qué deseas hacer de tu vida. Tu escuela actual no te puede dar la respuesta a esa pregunta».

Este guion orwelliano de la película Descubriendo a Forrester (2000)no dista mucho de la trama principal de Soul (2020) la nueva película de Pixar Animation Studios dirigida por Pete Docter que, gracias a la pandemia, fue estrenada vía internet y distribuida por el canal Disney Plus, donde Joe Gardner, un profesor afroestadounidense que sueña con tocar música jazz, dice algo similar: «Toda la escuela es una pérdida de tiempo. Es como mi mentor George Orwell solía decir: “La educación por el estado es igual de inútil que intentar sacar agua de las piedras”. El plan de estudios de la clase dominante sofoca la disidencia».

Los diálogos de Soul y Descubriendo a Forrester contienen una idea en común: la escuela, en muchas ocasiones, obstruye la educación. Sin embargo, hay que aclarar que Disney no pretende minar los valores escolares ni la enseñanza tradicional, sino poner en cuestión la educación vocacional y/o el desarrollo de los talentos, pues a saber, hay ocho tipos de inteligencias, y en un maratón de animales que tienen la orden de subir un árbol, el pez y el elefante salen mal librados. Por eso es que Jorge Luis Borges, parafraseando a Shaw, dijo algo similar: «Mi educación fue interrumpida por mis años escolares».

El estudio escolar, visto como obligación, es necesario para subir en el escalafón social y laboral, pero la educación que potencializa la vocación individual representa una oportunidad de explorar la vida y aflorar la expresión artística, además de ser una vía para pensar, sentir y crear desde el corazón. Y este es precisamente el dilema del profesor Joe Gardner: tener un trabajo a tiempo completo, o educarse musicalmente en el jazz como siempre ha soñado. Una decisión, que de seguir su corazón y optar por la música, estaría más cerca de su padre, un pianista formado en el estilo de Chicago quien simboliza el ser; aunque su madre, una modista del bajo New York que prefigura el hacer, no entienda cabalmente  a su hijo. Con todo, el destino permite que el profesor conozca a Dorothea Williams, una saxofonista parecida a Bessie Smith, que entona como Charlie Parker, cuya personalidad y fuerza es la influencia que revive en este, el sueño de ser un pianista tipo Jelly Roll Morton o Bud Powell. Y fruto de este encuentro, o podría decirse, entrevista musical, surge una bella metáfora que Dorothea entrega a modo de consejo a Joe Gardner en las afueras del club: «Escuché esta historia sobre un pez. Le dice. El pez joven se topa con un pez viejo y le dice: “Amigo, estoy buscando esa cosa a la que le dicen océano”. “¿El océano?”, le dice el otro pez. “Eso es en lo que estás ahora”. “¿Esto?”, le dice el joven pez. “Esto es agua. “Lo que quiero, es el océano».

Una clara alusión al discurso This is Waterdel escritor neoyorkino David Foster Wallace, quien cuestiona el significado del estudio frente al problema de la libertad individual y el aprender a vivir (o lo que esto signifique) dentro una sociedad vertiginosa y competente. Foster Wallace, sobre la misma metáfora del pez, y refiriéndose al propósito humano, agregaría: «Probablemente el aspecto más peligroso de la educación académica, es que posibilita mi tendencia a sobre-intelectualizar las cosas, a perderme en el pensamiento abstracto en lugar de simplemente poner atención a lo que está pasando frente a mí. En lugar de poner atención a lo que está pasando dentro de mí. Lo que todavía algunos no saben son las implicaciones de esta lucha».

Claramente, el conflicto interno de Joe Gardner no es intelectual, sino vocacional: ¿ser un músico como papá, con los bolsillos rotos, pero el corazón lleno?, ¿alcanzar el sueño de ser un jazzista reconocido, dedicado al genio, al ritmo y a la improvisación espiritual?, ¿qué de mi felicidad individual? Estas y otras preguntas no logran ser respondidas, pues este sufre un accidente que le impide debutar en el cuarteto de Dorothea Williams, quienes tocan de planta en el famoso Half Note Club de New York. Luego de esta escena sigue la parte metafísica de Soul, imaginada y recreada por Pete Docter y todo el estudio de Pixar Animation Studios, quienes recrean un Pleroma, un Cielo o el Janah, donde se vislumbra el verdadero propósito de por qué nace un alma y para qué es enviada a la tierra y toda esa teleología mística.

Disney Pixar, con esta apuesta, quiere dejar en claro que el verdadero arte empieza como un acontecimiento espiritual, porque los sonidos nacen en el corazón de Joe Gardner y luego dejan sentir su influencia entre sus alumnos, su peluquero, su madre, sus vecinos, pero no en la ciudad. Ciudad que conoce el tono, la partitura, el tam-tam, los instrumentos, pero ignora la verdadera música que sale del alma. De ahí entonces que un Gardner lleno de magia, color, y soul, en un New York confuso, busque el sonido para entender el tono, estudie el tono para comprender la música, y valore la música para aprender los deberes sociales.

En el hospital, en coma, luego de caer accidentalmente en una alcantarilla como Tales de Mileto, el profesor llega a ese lugar metafísico llamado «seminario del yo» quien en el umbral de la escalera de Jacob, ve que la muerte es una vida vivida y la vida es una muerte que viene, y donde finalmente entiende la importancia de vivir, de sentir, de seguir una vocación existencial. Allí una divinidad minimalista, en ese mundo etéreo ideado por Pixar, le dice a Joe Gardner: «Estamos en el negocio de la inspiración, Joe, pero no es común que nos encontremos inspirados. Hemos decidimos darte otra oportunidad. Bueno, ¿y ahora qué sigue Joe? ¿Qué es lo que vas a hacer con tu vida?»

Meditabundo, el profesor responde: «La verdad no sé. Pero, sí sé… Que voy a vivir cada minuto de ella». Y así culmina esta obra número 23 de Disney Pixar que en esta ocasión apuesta por caracterizar personajes humanos, trae un mensaje de motivación, y hace un llamado a disfrutar las cosas realmente importantes de la existencia como caminar, sentir un verano, jugar con una mascota, o simplemente, dejar de ser para que otros sean. Porque la vida, al igual que la música, se compone de las emociones y los estímulos que esta suscita para entregar razones para vivir y no para morir.

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