Cinco poemas del escritor Cristopher Solano:
PLAYGROUND
Me cansé de ese juego que supone salvar
al mundo, de escucharlo sentado,
de hablarle cortésmente a los amigos,
arrugar la cara y hacer muecas
a cada energúmeno que me propuse odiar
sin explicármelo como se explica a los niños.
Prefiero no morir por una línea
que repiten otras tantas bocas,
si puedo alzar los hombros ante la pregunta,
dar la espalda al mal chiste, dejar que el cafetero
silbe hasta secarse si hierve el agua,
cerrar los ojos sin sueño, comer o hablar
sin ganas y que crean de mí
lo que sea, menos que intento la felicidad.
Así, cuando encuentre en la luz intermitente de una antena telefónica o en el color metálico del playground del parque el suave espasmo que significa la plenitud nadie será dueño de él y podré seguir siendo el tipo al que le quedan algunas cosas insignificantes por salvar.
LOTERÍAS
Los números nunca me fueron cercanos,
mi padre aprendió a jugar con ellos,
mamá a no aparentar los que tiene,
yo solo soy el resultado de sus cábalas,
un hombre que nunca ha sido lo esperado,
que no come en la misma mesa con el dios de su padre
y que no volverá a la madre cuando sea herido de muerte.
Me digo: dejamos de ser de alguien más, sabemos sacarnos la migraña al rezar el nombre de una pastilla; un resfriado con las hierbas roídas del jardín, calzar los zapatos, ajustar la camisa, planchar el pantalón, rasurarnos tres veces por semana, sonreír con desgano en el saludo, amar en silencio sobre la cama de un cuarto, decir “camarada”, “ateísmo”, “tierra”, “poema”, “texto”, “ella”, olvidar las mismas palabras, como también de decirnos “prepárate toda la vida para la vida”
RETRATO FAMILIAR SOBRE EL TELEVISOR
Fallamos - en silencio - cuando ya era tarde
porque todo había crecido tanto como nosotros
y sólo quedaba una repetición nauseabunda de cosas
Entonces, sobrestimamos a los padres -que nos traen a la vida para ablandarnos por la fuerza - y por comodidad convenimos no hablar mal de ellos, ni delatarlos cuando ya no puedan contener la flacidez pastosa que brotándoles del cuerpo mancha el piso como de pintura, la comida de insipidez sus mimos de torpeza y lo que les resta de vida del ámbar caliente y pegajoso que nos fija a esa mala fotografía sentada con ingravidez sobre el televisor de la sala.
LA MISMA ESPECIE
Puede ser que los buses
sean lo más parecido a casa
mientras estamos fuera de ella;
ese espacio que nos aparta de la intemperie,
un arca de relato bíblico en menor escala.
Las ventanas son rollos fotográficos a gran velocidad que exponen un zoológico con las mismas especies afuera y adentro.
MANIFIESTO DE LA MISMA ESPECIE
La salvación no es más que quedar atascado en la naturaleza de las cosas y que se descomponga la sal más gruesa del cuerpo sobre cualquier desastre que repose, porque la tranquilidad está hecha de bilis, rabia y de muchas condenas.
Nadie proviene
de la estirpe de los redentores,
y se está hecho de lo mismo por dentro:
todos son la casa sin alfombras
donde nadie se limpia del pecado
ni los excesos de un muerto.
Sobre el autor:
Cristopher Solano (Cartago, Costa Rica; junio de 1995). Estudia Enseñanza del Castellano y la Literatura en la Universidad de Costa Rica. Obtuvo mención de honor en la categoría general del certamen II Concurso de poesía Nuevos Talentos en homenaje a Osvaldo Sauma de la Sede del Atlántico de la UCR (2016) y el primer lugar en la categoría de poesía del II Certamen literario de la Asociación de estudiantes de Filología UCR (2018). Dirige desde el 2018, con otros escritores y escritoras jóvenes, el taller literario Otro Taller Literario. En el 2020 fue seleccionado como parte de la antología Nueva Poesía Costarricense.