Cuatro poemas de la poeta costarricense Valeria J. Campos:
ES DECIR
Bástame, amor, lo que ha por mí pasado.
Garcilaso de la Vega
Hay una sola huella en esta habitación, una grieta que late sin remordimientos bajo el pequeño continente que dibujamos como se dibuja una trinchera en plena guerra, es decir, como se formula una fogata a mitad de un invierno intemporal. Quiero que lo sepas, queda una duda recurrente, no en el beso que rehacemos tan natural, tan porque sí, como reflejo en el agua, ni en el buen augurio que proyecta tu voz al revelarme el poema que nunca descifraría sola. No me permitas contradicciones. Conozcamos lo existente, camina descalzo este continente dibujado como quien pretende habitar esa trinchera en plena guerra, es decir, caminaré descalza a tu lado como quien conquista con las manos el invierno.
LAS HORAS QUE PESAN
3AM: Respirar del primer aire. Despertar en medio del clímax de algún sueño. Ver la rosa cambiarse los vestidos. Intentar pintar una mandala de un color tan puro que opaque tanto dolor atribuido. Inventar el día. Sufrir de futuro. Reinventar el día. Pasa que nosotros, somos ese defecto de fábrica que señalan los periódicos. Llega el primer beso y llegan las primeras palabras: Lo lamento; fallo una, llegan dos y sigue. El reloj gira en manifiesto. La acidez recorre el cuerpo inhabitado. Inquietud inunda la boca. Las vomito mientras pierdo; lo he intentado, lo intento. Se apaga todo. Contemplo el día. Reinicio; señalo una sonrisa. Me muestro apacible ante la espera. Domino el carácter. Fluye el río y fluyo. 4AM: Duele. ME AHOGO Y DUELE.
EL ARTE
Alguna vez dudé.
Ahora es fuerte la idea que renace.
Idea que mantuvo a Sísifo
en constante movimiento,
idea-instinto que conduce a la hormiga hasta la hoja.
Solo en el arte
la palabra observa.
Ahora mi cuerpo, parte azul de la llama,
respira en la fuerza del verso cuando llega y se acomoda
entre el sueño y el insomnio,
como una gata enamorada del llanto.
Alguna vez profetizaron mi nombre. Ahora conozco, existo en el anhelo de una lengua que socava lo prohibido: el suspirar de un huracán entre los pliegues del océano.
PRESENTIMIENTO
Se oye nacer la soledad en la distancia.
La habitación es un ente vivo.
Nosotros, dos sombras. La tuya:
serpiente emplumada a contraluz.
La mía: un girasol consumando el frío.
Tanta vida afuera, para qué,
con tan solo suspirar
se quebrarían los vitrales
que nos sostienen.
El sonido de la autopista
nos trae recuerdos de otros labios,
vocaciones soñadas y perdidas,
un cuerpo abriéndose el vientre para nadie;
pariendo el tiempo.
Que me perdonen los que en mí creían,
la niña aún yace perdida en el espejo,
¡no hay nada que buscar!, ¡desistan!
aún aquel niño se pregunta
¿por qué la luna nos persigue cuando andamos?
Es mi cumpleaños
y no conozco la edad de mis huellas,
he perdido la paz en otra casa,
esta habitación me susurra
mareas, mareas, otros nombres. (Soy una entre nosotros)
Me miras. Desnudo el terror de creerme sola. Cierro con llave, la habitación es un insecto agobiado. -No te asustes- nadaré la angustia, no preguntes por lo que pasa al otro lado.
Sobre la autora:
Valeria J. Campos nace en San José en San José. Oriunda de Jacó, Puntarenas. Estudia Agronomía en la Universidad de Costa Rica y Administración de empresas en la Universidad Estatal a Distancia. Obtuvo el primer lugar en el Certamen Nacional de Poesía Joven (Certamen Brunca) de la Universidad de Nacional de Costa Rica, en el 2019. Ha sido recopiladora de las antologías poéticas «Una nada carmesí; breve antología de poesía coreana» y «Flor de cerezo; antología de poesía japonesa», además de realizar distintas labores administrativas en editoriales como CulturaCr y Apartamento 12. Su poesía ha sido recopilada en distintas antologías nacionales e internacionales.