La eternidad de Ícaro: Poesía joven latinoamericana

Latinoamérica se ha escrito sobre sangre. La historia de nuestros pueblos siempre ha seguido una estela de dolor, sacrificio y entrega. Pero, lastimosamente, también de silencio y ceguera. ¿Cuántas veces hemos entregado un puño cerrado a una mano que implora por ayuda? Pero no siempre es el pueblo, sino los artistas. Aquellos que tienen el deber de levantar voz y salir a las calles, por alguna causa, por alguna lucha. Cuba, Perú, Chile son ejemplos últimos de lo que se vive. Otros países poseen historias de dolor. La vida no es solo una estela donde se escribe y queda como pieza decorativa. La vida es aquella ofrenda que se entrega por los demás.

En épocas de pandemia, hablar sobre situaciones particulares, muchas veces, es hablar desde los privilegios. Sin embargo, también es una herramienta de entrega. Esta empatia, tan necesaria, es la única forma de unirnos frente al dolor del prójimo, pues este nos necesita. ¿Y qué tiene que ver la poesía en esto? Pues esta se vuelve la voz de quienes permanecen callados. Gracias a ello traemos esta muestra poética con jóvenes autores latinoamericanos. Voces que se identifican con el dolor que prosigue y que se exige. Vigencias de un recorrido que jamás termina. Donde levantamos las voces contras las injusticias de ministros de cultura que asesinan la memoria, de autoridades que comercializan con la vida y de personas que son más asesinas que el virus.

La poesía latinoamericana se levanta en pos de un cambio y de hacerse presente en medio de la crisis. Porque hoy nos encontramos luchando por causas justas desde Tierra del fuego hasta los confines selváticos, en todos los idiomas y sin creer en las fronteras ni en las diferencias. Hoy somos un vuelo eterno donde Ícaro no se quema y logra tocar los dedos de la eternidad.

Ray Veiro (Seibabo, Cuba, 1998) Escritor y performer. Formará parte de la Beca Can Serrat Invierno 2021. Fue finalista en cuento de la Beca Casa Seoane 2019. Primera Mención en el concurso de narrativa La Gaveta 2019. Finalista del I Premio de Poesía Editorial Hypermedia 2019. Actualmente cursa el 3er año de la Licenciatura de Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Le interesa saber ¿Quién mató a Ana Mendieta? y cómo puede ocurrir la Kénosis. Vive y escribe en un edificio viejo de Centro Habana.

***

Callejones
pasillos
pasos de escalera

conocí amigos imaginarios
comiendo en latones de basura
novios restregándose en la suciedad húmeda

pudor / hedor: todo el asco del mundo conocí.

Fuimos cuerpos en tránsito
protestando jadeando aguantando   

Todavía puedo
como buen perro que soy
oler el miedo de aquella noche
de aquí no escaparás
la ley es la ley________eso dijo
nada entra nada sale
solo la tonfa de aquel policía
venido de tan lejos a romperme las entrañas:
partió en dos la cachemira
botó mi vida en blanco.
¿Cómo se recompone ahora
todo lo que de mí fue extirpado?

Matria

y si mutilan mis brazos que germinen hermanos
y si me sacan los ojos que germinen hermanos
y si no vuelvo a ver a mis padres
que en su lugar
germinen hermanos

Vamos corriendo
sangrando por la nariz
Vamos planeando
cómo sucederá el amor a las doce de la noche
Vamos escabulléndonos
de la ceguera por tanta luz

Somos un ejército
unas criaturas de alcantarilla
una jauría de perras sarnosas
soltando las miasmas bajo el sol
supurando colores un día cualquiera
desvaneciéndonos deshaciéndonos vaciándonos              
en este paseo que alguna vez
tuvo nombre de reina:
¿di mamá tú sabes qué cosa es reina?
y si no vuelves a vernos
ni de día ni de noche

Matria
haz que germinen hermanos
de las siluetas de nuestra existencia
es decir
de nuestra ausencia.

Omar Jasso (1990, México). Estudió Letras Clásicas en la UNAM y Creación literaria en la UACM. Ha publicado «Tierra» (Editorial Literal, CDMX, 2020), y textos suyos aparecen en las antologías «Los reyes subterráneos» (La Bella Varsovia, España, 2015), «Poetas parricidas» (Cuadrivio, CDMX, 2014), «Últimos coros para la tierra prometida» (FOEM, Estado de México, 2013) y «Ritmo. Poesía joven de México» (UNAM, CDMX, 2018).

Acuario

I

Nunca fueron del Olimpo los poetas, sino de los milagros generosos del aire, de las resurrecciones eléctricas del mar, de la muda montaña que escuchaban los dioses, del tembloroso fuego que gritó entre sus llamas con lo vivo.

Los poetas no construyen castillos en el aire (son los obreros los que, con sus almas como ladrillos, los construyen, con la promesa del pan, del respeto y la sangre de la sagrada Bilderberg, Hidra de ojos de Cabra, que desde allí gobierna); los poetas, que son también obreros obligados a levantar los espectaculares del aire, los casinos del alma, los mercados del espíritu, bajan de los Olimpos de los días cotidianos, donde pierden, gastando bien el mar de espaciotiempo -una tortuga muerta, un cadáver perdido en los baldíos- los niños y las sombras del día a día.

Nunca fueron de la calle los poetas, ni de la casa, vivo cráneo ardiente, con monedas de sal sobre su rostro, y en arrugas humeantes la morena piedad de una sopa de letras a la sombra del juez coyote y labra.

No fueron de la vida los poetas, no quedaron vibrando entre amapolas y los ojos diuturnos de entre los oyameles y los oxxos, ni hacia las realidades del pavorreal de andrómedas de lumbre y mar entre las verdes cuerdas de la nada, arrastrando en la muerte los sensibles teclados de su sangre.

No fueron de la muerte los poetas, no fueron de esa desnudez sin sombra ni latido donde se cuela el cielo entre tus dedos, y arraiga la canción sus percusiones de solar en la aurora magnética del agua.

No fueron del morir nuestros poetas, no fueron nunca nuestras del morir que soltaba, ya casi despertando, siempre y casi del cuerno de Ganesha en la entendida vibración, que no se escucha si se oye todavía.

No fueron del vivir estos poetas, no de la entraña abierta de las piedras que daba como dos frutos tus ojos, y los picó el zanate y el Garuda y el pájaro loco de tendones escarpados, y los robó la niña del vecino jardín de las violetas; no de los ojos nuestros que, salvados, salieron de las vulvas de esas ramas nocturnas que tendían sus follajes de camino, no de tus ojos que cayeron como estrellas rebeldes en la canción del cielo, que es la vida, hasta llegar al ojo de los muertos, y devolver del aire lo mirado.

No lo viste, panadero del mundo, chofer de las estrellas, secretaria del miedo; no lo viste, mas cuando te quejabas del diminuto dios entre las flores, encaprichado con el púrpura y la espuma en su malteada de magia, amor y espacio hecho de alma, las Empresas subieron al Olimpo, y llenaron de Pepsi el Xibalbá, y con dulce y sagrada Coca-Cola regaron los jardines donde Ixnextli dejó de detenerlos, abriendo la felicidad que la hizo adicta. Cibeles de bulimia, y quebraste sus huesos en la acera del hoy, y verdaderas flores de corolas sangrientas.

II

Pero tampoco es hoy, o nunca o siempre, sino que está en la lengua de su amadx, acurrucadx y viendo los vocablos que lx arrullan y cierran solo dos de aquellos ojos, mientras otros diez ojos negativos se adentran en la mar a lo viviente, hacia el morir, almas de amor cruzando el mar de lo real en una taparrosca hacia la nada.

III

Qué insegura caminas, alma mía, sin ya tu corazón y sin refugio. Y cuando encuentras algo de qué asirte, un hilo de una voz que sea tu cuerpo, de una voz que tú quieras que sea tuya, o a la que quieras tú formar un cauce, el tiempo alrededor ha de engendrar un orden que la juzgue y que quiera matarla en su gran miedo y en toda su razón y su albedrío. Tú eres, alma mía, una poeta que no existe, una poeta de la tierra que no habla sobre la tierra, ni entra en ella o la entiende, como hacían los callados poetas orientales. Tú debías ser la tierra, y tu color no es de ensoñar que eres un alma que debe imitarse a sí misma en todo este silencio y la locura, y no eres la cantora como fueron los místicos un día ni como fue la humanidad entre las grandes soledades del espíritu.

No olvides que regresas en el vagón de un asesino que medita en sus poetas. Una verdad que afirma a quienes palpan con más sensibles dedos núcleos inmateriales. No trabajes en ella, alma mía, no busques ya sus dedos alumbrados por la sangre que cosechan quienes obran en las sombrías canteras de la vida, ni el collar de palabras que rodea sagradamente el cuello de Dios-Diosa del crepúsculo y presencia y libertad del Primer Mundo Real y la teoría de cuerdas del Ahorcado y la Música.

Pero te has dado cuenta, en la vorágine de músculos de letras, de hombres y de mujeres del iridio, de basura y de lotos con pétalos de memes, o entre las biblias de una silva imaginante, entre sus olvidados peregrinos donde ardes por amor lleno de dudas como ésta, donde la aurora de las voces te lastima y herido estás en medio de palabras inútilmente puestas como pilares de tu falso corazón, te has dado cuenta de que no es suficiente la verdad, porque no es justa, y no puedes andar más por los caminos donde la verdad urde la invasión de los follajes con caminos de litio y de basura, de memes y de porno, ni en la antigua violencia de las voces con que los pobres se matan todavía en las fábricas cuyas tuercas son sus almas. Almas sin dueño en vivo que rentan a los dioses por pagar la limosna a sus ensueños con los frescos corazones que no podrán saldar siquiera en vano entre las sierras falsas de la Muerte.

Alma mía, hemos renunciado a escribir la poesía de nuestra alma, la humanidad.

¡Y adiós, sea en paz la Tierra!

Alma mía, tú que eres la tierra que los perdidos creen perdida, tú que eres hoy la esclava de la mentira y la verdad y la verosimilitud, y de las ciencias, de los sueños y ensueños, y de las religiones que te sienten perdida y han de devenir sendas para poder amarte, hemos renunciado a ser nosotros mismos y a cantar y a edificar el corazón de los crepúsculos.

Alma mía, he aquí que corto el hilo que detenía tu sombra en este esfuerzo. Perdóname alma mía, que te he desujetado de las cuerdas de tus venas con las que te movía el titiritero, y del hilo de amor como el pabilo en cuyas flamas se formaba el laberinto para que te enfrentaras al nocturno y terso toro y le pusieras fin en todos los resquicios de la muerte, y no al Gran Empresario que esclaviza el azul que de él sagradamente se reía.

¡Oh mundo, sola mente!

Eres libre, Amor,

Alma.

Alma…

Andrea Muriel (Ciudad de México, 1990) es escritora, traductora y editora. Estudió la licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP y la maestría en Letras Modernas – Inglesas en la UNAM. Ha traducido varios libros del inglés y del italiano entre los que destacan el poemario Dímelo de Kim Addonizio (Valparaíso, 2016) y la novela La imperfecta maravilla de Andrea de Carlo (Seix Barral, 2018). Fue parte del programa de escritura creativa de la Fundación para las Letras Mexicanas. Es co-editora de la revista de literatura Vuela Palabra y de la editorial independiente Osa menor. Comparte sus lecturas y charla con autoras en su Instagram @andreamuriel_A veces el amor es un cactus es su primer poemario (Osa menor, 2019). 

Cuando me acuerdo de ti me siento chiquitita

La primera vez que me viste desnuda
me dijiste que estaba muy flaca.
Y yo pensé que había viajado ocho horas
recorrido varios estados, tres países
que corté con mi novio de años
que le mentí a mi madre
y a todas mis amigas
para que tú me explicaras que debía comer más
porque a los hombres les gusta la carne.
Ahora me justifico diciendo
tenía apenas veinte años y creía en el amor
pero la realidad es que tenía veinte
años y creía que el amor era
la mierda que me dabas.
Ciudades, hoteles, países distintos,
ron, festivales de poesía.
Cinco minutos durabas en cogerme
luego me abrazabas y yo con los ojos como platos
me preguntaba si eso era el amor.
La realidad es que para ti
eran unas vacaciones de tu jodida vida
porque sólo podías lograr que una niñita de veinte años
que quería escribir poesía
te admirara por ser lo que ella quería ser
y tú nunca fuiste.
Porque nunca te interesó escuchar lo que pensaba
ni contestarme los correos que leías a la mitad
y cuando te dije que ya tenía novio
respondiste hay que vernos de nuevo
y te enojaste porque yo era feliz.

Clínica

Las manos te tiemblan al entrar.
Las ventanas son de vidrio esmerilado
para no dejar pasar las miradas,
y las sillas, demasiado cómodas.
Sin embargo, hace frío
y no dan ganas de pasar demasiado tiempo ahí.
Te sientas. El hombre que viene contigo voltea a verte
y esboza una sonrisa tímida sin decir una palabra.
Hay otras parejas igual de silenciosas
pero tú estás segura de que no están pasando por lo mismo.
La recepcionista te llama por tu nombre.
Suben las escaleras y un doctor
con bata blanca los recibe.
Te acuestas en la camilla deseando
que fuera alguien más
el que ahora
sostiene tu mano, pero es él.
El doctor confirma las cinco semanas
que han pasado
desde la única vez que cogieron.
Recuerdas lo interesante que él te pareció esa noche
pero hoy y con la poca luz del día
que alcanza a pasar por los cristales
lo percibes más bien ordinario.
El hombre te ayuda a acomodarte para el ultrasonido.
Es la primera vez que observas tu ser con tanta profundidad:
las trompas de Falopio, tu útero, la vejiga llena
y redondita.
El doctor les muestra un pequeño óvalo negro
dentro todo ese universo gris que eres,
y lo presenta como su hijo. No sabes si vas a lograrlo.
Cuánta intimidad con un hombre que apenas conoces
y que después de la pequeña intervención
no volverás a ver.
Entonces, ¿van a hacerlo?,
pregunta el doctor.
El hombre voltea a verte casi con ternura.
Tú te volteas hacia el doctor y ahora
son tus labios los que tiemblan.
Apenas puedes mover la cabeza en señal de .

Diego Medina, (Violencia Parra o Elías Borderline, según su estado de ánimo) Poeta y activista LGBTTTIQ. Su poemario El llanto es un perro inmenso fue editado este 2020 por Vitrali Ediciones (México), también ha sido publicado en antologías como Poesía Trans No Binarie, de Puntos Suspensivos Ediciones (Argentina), MORFO , de Editorial Criptomórfica, su poemario Prometeo (México), ganó el segundo lugar del IX Concurso Internacional de Poesía Caminos de la Libertad, de igual manera recibió mención honorífica en el 6to Concurso Nacional de Ensayo Breve DIVERSIDAD SOMOS. Ha participado en el Festival de Poesía en Voz Alta, de Casa del Lago, UNAM. Actualmente coordina el Eslam Cuir de Poesía, el cual fundó junto a Editorial Vesonautas, Canuto Roldán y Lía García, así como el ciclo de poesía Prohibidos los rumores: Poesía en Voz Alta . También es maestro pokémon nivel 34 y un amante de la cultura pop y el nesquik de fresa.Su libro de ensayo Un perfume barato en un frasco elegante: el machismo en la literatura gay , está próximo a publicarse.

Frente al beso de Rodin

“Sí yo sé de tu miedo a las alturas pero aún así te veo revoloteando”
Sergio Loo

Hace poco o mucho,
el tiempo va más allá de la correa que sujeta el reloj,
tuve un sueño en el que besaba la estatua del Beso de Rodin…
y recordé el día que me atreví a quererme a mí mismo
y me miré al espejo,
cantando Don’t start me now ,
fue el día que decidí comprarme aquellos suspensorios que había visto en el tianguis
todos los domingos desde hace tres años
y me fui a un lugar de encuentro,
me metí dos líneas de perico,
me llevé los poppers,
me chingue tres chelas
y once mil vergas,
y ahí estaba yo:
en cuatro,
en el potro del amor,
rey del mundo,
pero cuando abrí los ojos,
bajo aquella oscuridad neón,
pude ver los ojos de un ex novio
quien fingió no conocerme porque iba con su nuevo vampiro
traté de esconderme en mis gemidos
pero el tallo de mis gritos no eran lo suficientemente altos como para esconder el bosque que
electrizaba mi piel
y que de repente me hizo sentir huérfano en aquella orgía.
Y e que siempre es la orfandad
donde descubro que nada es estéril,
como el día que llegué a odiar el cine gay, la literatura gay, las fiestas gay… el ser gay,
porque al final del arcoiris siempre te encuentras sangrando
en la cama de alguien, en el puño de alguien, en una clínica especializada en VIH,
pero es en esa orfandad
en la que me imagino al beso de Rodin manchado de sangre
y pienso en las confesiones de un orgasmo que me gritan
que sólo aquello es carne verdadera.

Por eso antes de llegar al pabellón de la exposición permanente
no puedo evitar pensar en esta soledad que todo lo torna manicomio:
pasillos de escuela, estanterías de biblioteca, parques alumbrados por el frenesí de los que
trotan por las mañanas, alas de museo empolvadas por erotómanos,
hasta que termino de nuevo en confinamiento solitario:
a contra corriente, derramando la verga en la garganta,
con el culo de un adonis en la jeta,
donde un rumor escurre en mi piel
aquella tristeza que parecía río,
río de rocío fresco,
herida que arde
y cicatriza,
hasta que llego a odiarme a mí mismo
por las veces que quise matar a mi padre,
como si eso pudiera hacerme libre.
pero ni siquiera este odio es estéril,
pues aunque como decía un “amigo”,
entre maricones no se pueden tener hijos,
al final los rumores del llanto que recorrieron mi espalda
lo hicieron por el mismo sendero de fuego y sudor
que ha surcado el deseo por años,
para que un amante nos hable desde el pozo de la memoria
y nos recuerde que “¡nuestro cuerpo tiene más flores que la naturaleza!”.

Ahora entiendo porque Scott Fitzgerald decía que prefería las fiestas grandes, pues son
íntimas, en cambio en las fiestas pequeñas no puedes tener un momento a solas.

Nada es estéril, me susurraban los jadeos en el cuarto oscuro,
de aquella espiga de dolor no sólo ha florecido el llanto
también se han amasado estrellas,
y aunque todo parece rojo, de roja sangre, rojo fuego, roja locura, roja desnudez,
rojo infierno
mis palabras, diamante en bruto, iluminan la noche,
y nada me hace falta
porque nada es estéril,
¡vaya vida para ser libre
y encadenarse a una cama con un desconocido!,
sin importar que el diablo haya creado el décimo anillo del infierno en mi culo
aquel martes de enero en que me diagnosticaron seropositivo.
Lo bueno es que la fiesta continúa más allá de la medianoche,
sin promesas ni apagones,
con la lluvia cubriendo de rumores mis sueños,
y los rayos iluminando mis ojos,
qué bueno que ahora la música es un fantasma
y mis gemidos no dejan oír mis gritos.

-Yo tengo más flores que la naturaleza misma, aunque…

Esta vez no puedo escapar,
las puertas de la ciudad están cerradas
y afuera sólo hay cenizas
sobre las que crecen los rumores de las ambulancias
como sirenas que seducen a los alcohólicos,
para devorarlos
así como el mar devoró a Ulises,
por eso me quedo adentro,
donde los estrobos no presagian muerte
adentro donde la locura es un trofeo,
con la verga adentro,
porque así aprendí a florecer,
crucificado en los brazos de una draga,
con la sangre en el rostro,
con la herida en el alma,
porque afuera hace frío,
porque afuera los rumores del odio
memorizan mi nombre,
y cuando apago la luz ya no me da miedo terminar viejo y solo
ahora me da miedo no llegar siquiera a viejo,
es por todo eso que ahora pueden verme a gatas,
buscando migajas de saliva en el piso,
porque ya no tengo boca,
porque ya no tengo labios,
y los rumores de un beso
me parecen ahora lejanos…

Hace poco soñé con el beso de Rodin
todo daba vueltas sobre aquella carne ausente de rojo
por eso empecé a bailar frente a él
como si estuviera sólo en mi habitación
fluorescente, desnudo, lúbrico,
quizá por eso el guardia de seguridad se acercó cuando hice un death drop
pues no escuchó el disparo
(nunca escuchan cuando una travesti muere)
y entonces desperté
porque ni siquiera la muerte es estéril…
y el rumor de los orgasmos me recuerda ingrávido
cuando me pongo los suspensorios
y salgo a llenarlo todo de rojo,
y si bien conocer las leyes de la física no te hace inmune a la gravedad,
tal vez cerrando los ojos y dando un salto de fe,
con los audífonos a todo volumen,
podamos romper algunas cuantas leyes sin remordimiento…
hasta que llegue un policía, despertemos o lo estéril germine.

Una caricia sin venganzas

“las locas son las que nos desprestigian a los homosexuales de corazón a los homosexuales
serios je a los que no tenemos que andar gritando a los cuatro vientos que somos putos”
El vampiro de la Colonia Roma, Luis Zapata Quiroz

Yo soy una de esas locas
a las que su papá saco a golpes del clóset
y luego a la calle,
y luego me saqué el corazón
para aventarlo y ver si así aprendía a volar,
pero un disparo al aire me hizo caer en los brazos de un hombre,
y de otro, y de otro, y de otro,
hasta que un día por fin aprendí a volar
como el pajarillo que custodiaba mi ventana
y emigró el día que dejé de ser un niño.
Yo soy una de esas locas
que aprendió a guardar silencio en las cenas familiares,
a colisionar dentro de sí misma,
como cuando te metes un dedo en el culo y alcanzas el orgasmo,
de esas que aprendieron a abrirle la puerta al deseo
sólo en los lugares secretos:
vapores, hoteles, baños, vagones del metro,
y que hipnotizados por el péndulo de una entrepierna
caminaron ciegos hacia la soledad de un cuerpo desnudo,
Igual que un profeta ante una zarza en llamas.
Yo soy una de esas locas
solitarias, tristes, drogadas, histéricas, desarmadas
a las que una vez las atravesó un rayo
y soñaba con escapar cuando veía un avión romper el cielo,
de esas que una vez se ligaron a un mataputos
y le mandaron su ubicación a sus amigas por whatsapp,
no fuera ser que el mataputos sí matara putos,
de esas locas
que se quedaron a platicar de fantasías y fetiches con el chacal
y se quedó temblando, escupida de odio y de esperma,
como si estuviera frente a la escena de un crimen,
cuando el muy macho les dijo:
-Yo no sé cómo hay putos a los que les gusta que los humillen y los dominen, digo, ya es
suficiente humillación que te metan la verga, ¿no?
Yo soy una de esas locas que aprendió desde muy chico que pene significa espada
y que se quedó dormido, abrazado al suéter de un culero, pensando que pensaba en mí,
mientras él bailaba la danza de la orgía,
¡ay tonta, tonta y además dramática!
Yo soy una de esas locas que grita a los cuatro vientos que le gusta la verga
porque no creo en las murmuraciones,
ni en los psiquiatras,
aunque engañarse tiene su encanto,
uno aprende a dibujar el mapa de una ciudad fantasma,
a desenmascararse la piel,
como si pelar naranjas para nuestra consolación nos hiciera inmunes al dolor y su belleza,
pero no es tan fácil, la felicidad no está al alcance de un pasaje bíblico.
El amor no es una manzana que podamos robarle al paraíso,
el amor es algo mucho más ilícito,
es como el humo de un cigarro prendido con el encendedor que se perdió en la fiesta.
Yo soy una de esas locas que no gana con la espada
lo que no pudo con el beso,
soy de esas locas que cantan cuando todos duermen,
que recorre la ciudad cuando todos sueñan,
cursi, herida, eléctrica, fundida,
de esas que se levantaron al tercer día
para negar el evangelio de la guerra
y al verse en ojos ajeno
sólo pudo ver un charco de sudor y sangre
que recorría su carne casi fantasma
soy de esas locas que sale cada a noche a pedir dulces
y deja su número en los baños públicos,
por si un día de estos encuentra una caricia sin venganzas.

Jesús M. Koyoc Kú. (Halachó, Yucatán, 1992). Dirige Efecto Antabus y desde 2020 hace Testigos Podcast. Ha publicado en diferentes medios electrónicos y físicos, como Punto de Partida, El Guardatextos, Crónicas de Asfalto, Revista Replicante, Una verdad sin alfabeto, entre otros. Ha recibido premio estatales y regionales por su labor en la narrativa de ficción y no ficción.

Nocturno de las voces que gritan

Taxi o Número Cero

Anoche me subí al taxi recordando viejas experiencias con el afán de que el taxista
me llevara a donde quisiera__________________me sorprendí__________________mirándome en
el espejo retrovisor mientras me decía____________MORA____________MORA el taxista eres

i

Debajo del pozo vacío al fondo de la casa se esconde la noche______la____muerte____la
nomuerte____te llaman a gritos para que asomes la cara a la boca lodosa

________________i) Es por eso que te bebes la luna reflejada en el pozo del patio de la casa
________________ii) En ese mismo pozo tu madre se suicida una y otra vez
________________iii) Tu madre está condenada a no vivir, a no morir: tiene el pretexto perfecto para ignorar el ___________________susurro del sueño
________________iv) Tu madre preferiría dormir sobre la sombra de su impotencia, pero no puede más que ___________________suicidarse una y otra vez

El reflejo de la noche salpica por todo el patio: salpican las últimas gotas________las
fosas comunes____________el dolor del tiempo____________las rodillas de la muerte
____________te aburres de ver a tu madre saltar/no saltar/no morir/no vivir

________________v) Te dan ganas, Reinaldo, de saltar con ella y nadar dentro del pozo
________________vi) El pozo es el Caribe Cubano que lame las costas costrosas de la isla
________________vii) El pozo es también un ojo lechoso al Guerrero nocturno que babea ojos de desaparecidos
________________viii) Duermes, Reinaldo, duermes siendo Celestino; antes del alba dejarás de serlo
________________ix) Serás Abel García Hernández, con la primera baba del alba colgando de los ojos
________________x) Serás Julio César López Patolzin, encerrando el último lamido del mediodía dentro de tus ___________________manos
________________xi) Serás Alexander Mora Venancio, alargador de las raíces de la viscosa luz
________________xii) Serás tu madre. Y llorarás

ii

Quién que atraviesa de pies a cabeza el país de tu cuerpo, Roberto, quién que cruza
la palma de tu mano en busca de la cabellera enredada se atreve a cuestionar tu voz.
Siempre eres “el extranjero”, nadie pregunta si lo pasas bien, o mal, como
seguramente lo pasas. Y es que derrumbas el aire con tus palabras, las tomas y las
soplas en dirección al desierto en donde se desvanecen las mujeres como piedras de
agua, silenciosas, con los nombres escritos en la ríspida piedra con rayos del sol del
atardecer. Como si eso fuera poco, Roberto, te atreves a encerrar el sol en la punta
de un cigarro: ya te lo tatuaras en la boca, en la nariz, en los ojos: no volverá a hacerse
de noche, no tendrás motivo para dormir, no tendrás por qué soñar con el exilio.
Excavarás, Roberto, hasta el fondo de la frontera de uñas gastadas, clamando por
Auxilio, buscando nombres, rezándole de rodillas a las arenas silenciosas, pidiendo
que no haya ninguno más. Pero que, sobre todo, no encuentres ahí el nombre de Lisa:
ella ni siquiera conoce la espalda del desierto: y tú tampoco. Sólo has estado ahí
cuando cierras la boca, seca por tanto andar; sólo has estado ahí cuando te atreves a
soltar la pluma y dejar de escribir: es por eso por lo que no puedes callar en ningún
momento.

Manifestación

Edificando
la manifestación con nuestros pasos
maldigo en voz baja
aquellos andares que no escuchan
–esos sobre los balcones de Paseo de Montejo–
los gritos que no se cuelan
por las ventanas del palacio de gobierno.
Pienso
o me saboreo, más bien
tus pantorrillas
que la noche antes gritaban entre mis manos
y lo bien que las escuchaba
manifestarse sobre mi lengua
_____________________/los poros haciendo eco a mis papilas gustativas
y tus gritos,
tus gritos golpeando las paredes
de mi palpitar,
¡qué bien que se escucharían
retumbando,
re-mentándole la madre al gobernador
a la policía a las instituciones!
Me detengo,
entre consigna y consigna
entre bocanadas violentas
–como violentos son tus ojos de niebla–
y pienso
en lo magníficas que tus pantorrillas
se mirarían junto a mis pantalones verdes
andando y gritando
aplaudiendo y rechiflando
edificando
junto a la comunidad
cada uno de los pasos
que hacen retumbar las conciencias.

Eduardo Saldaña (Trujillo, 1995). Ha publicado el poemario La Comedia Inútil (2020) bajo la editorial independiente Paloma Ajena Editores.

Últimas palabras de George Junius Stinney Jr.

LAS encontré con el vestido manchado, señor
yo solo dije lo que querían que diga, señor.
¿Por qué el color de piel no sirve para ser parte de los testigos, señor?
mire mis muslos mi fuerza empobrecida
solo peso 44 kg, señor.

¿Qué es un crimen? ¿Cuáles son las reglas, señor?
mañana temprano hay trabajo por hacer, señor
¿por qué me han puesto esta ropa, señor?
¿cuándo podré irme a casa, señor?
¿qué significa la palabra veredicto, señor?
mamá dice que no debo hablar cuando los mayores conversan

y que celebrarán mi próximo cumpleaños
en un lugar distinto.

¿Me siento aquí, señor?
¿por qué huele tan mal, y este trapo sobre mi cabeza, señor?
los grilletes me quedan flojos en los pies, señor.
Mamá dice que cierre los ojos y piense en otras cosas.
¿Por qué usted no llora como toda mi familia, señor?
¿está bien si empiezo a hacerlo yo, señor?
Tengo miedo, hay hombres que me miran con odio
no los conozco, visten distinto y se ríen satisfechos.

Dígame algo:
¿para qué sirve ese interruptor, señor?

Un cuadro de-Goya

QUÉ es lo que contempla ese perro. Ya derribaron las paredes, subastaron la casa, desordenaron cada lienzo y los pinceles dejaron de trazar cualquier señal o intento de auxilio. Pero qué es lo que contempla, más can que bestia, más hundido que decapitado. Domesticado por el impulso de la ansiedad con su aullido que se oye en nuestros ojos.

Desenterrado a plena luz del día desollado en un cementerio sin fecha. EL Carnicero lo pintó mientras Otro lo cubría con polvo de legañas.

He querido tocarlo y el espejo se quebró en el instante. El Carnicero lo entiende y me ha dicho que tenga más cuidado donde esconda los huesos.

Que con el hocico cerrado es mejor sentirse presa antes que amo gemido antes que humano.

Pero que jamás hubo un perro: me estaba mirando a mí.

Diego Espíritu (Guadalajara, México 1990). Parte del colectivo de investigación y creación Arte+Ciencia de la UNAM, así como del colectivo independiente de gestión cultural y producción artística Waxolote Okupa. Autor de Poemas Panks para community managers (Buenos Aires, Santos Locos, 2016; México, Mantarraya 2017).

Antes de la noche se cubrirán los yacimientos

Hoy amanece una costa más de mugre en las cobijas,
se extiende una mano a las latas de atún húmedas:
no es invisible como la del cuento que por las noches
musita Larrea, pero ¿cuánto cuesta reducir al hijo del rey
a una fotografía borrosa? Setenta mineros, una mancha de cobre
en los ríos que no se borra, un cementerio y las ratas afuera
muerden/los muñones de un torso desnudo sin piernas.

Filosofía latinoamericana

Que los hegelianos
acusen a otros hegelianos
de no entender bien a Hegel
y los marxistas a otros marxistas
de ser dogmáticos
es el orden natural del pensamiento.
En cambio no lo es que,
al abrir siempre alguna puerta,
encontremos tanta muerte

Jhensy Lucena Castillo (Venezuela,1992). Licenciada en Educación Integral. Cantautora. Escritora y artista visual. Publicada en la edición impresa #2 – Prints de Errr Magazine, México 2015, las antologías “Fin de ciclo” por Dossier Galeria, 2016, la edición Especial III Aniversario “Horas de extravío”, el Número X de artes visuales y literatura “Perecedero” de la Revista Awen, y la II edición de “Ant[rop]ología del fuego” por Ediciones Palindromus, 2020. Obtuvo 1 mención honorífica en el V Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, Venezuela 2020. Lleva un blog llamado “Café de las Seis” promoviendo la obra de otros realizadores artísticos a través de la palabra escrita: https://cafedelasseis.blogspot.com/.

País mareado

Yo vivo en un país de excesos y racionamientos.
Un país de peculiares Horizontes,
de horrorosos individuos buscando  terrenos,
esquinas para deshacerse de objetos indeseados 
además de los objetos estomacales de sus hijos.
Excusándose con que el aseo pasa una vez al mes.

Vivo en un país anárquico.
Los semáforos existen para adornar la calle,
las paredes solo sirven de propaganda política,
los bancos centrales ofrecen cantidades
que no compran desayuno
_______mucho menos cena.

Yo vivo en un país donde florecen grietas.
De humanos que encienden arboles por diversión 
buscando que la noche sea un poco menos oscura.
También incendian cauchos a manera de protección,
cocinan en hogueras alumbrándose los ojos en el fuego 
sustrayendo de las llamas esa luz que hace falta para vivir. 

Yo vivo en un país de niños desnutridos.
Almas tristes que salen a la calle a cazar agua.
Ojos vacuos que miran lúgubre en las personas 
pieles de mixtura fosforescente,
maldades adheridas en su propia concepción 
deseosos  de que algún destello permanezca.

Yo___vivo en un país que tambalea 
______vivo en un país mareado. 

Las batallas tienen llama propia

I

Los hombres sobreviven al tiempo
para comprender la vida.

Los héroes contra tiranías
encarnan libertad,
evocan la heroica trayectoria.

Aspiraciones humanas.
El pueblo con su esperanza.
Estampar conciencia libertaria.
Venezolana efervescencia,
capaces de arriesgar la sangre.

La juventud -por la lucha.
La juventud -por la lucha.
De libertad, de libertad.
-¡Libertad!

II

Todos los días,
incesante.
Todos los días,
vorágine.
Sangre rápida
expresión inevitable
de lo cotidiano,
de lo cotidiano.

La juventud, -la vida.
La juventud, -tu vida.
De libertad, de libertad.
-¡Libertad!

Mariana Estrada Gaytán (Aguascalientes, México, 1998) Es tesista en la Licenciatura en Españolas en la Universidad de Guanajuato. Fundadora del Encuentro Nacional de Revistas Literarias (ENAREL) “Fernando Benítez”.Ha participado en coloquios y seminarios de literatura en torno a poesía hispanoamericana del siglo XX. Ha publicado ensayos diversos y poemas en diversas revistas literarias como Punto de Partida, Punto en línea, De-lirio, Campos de Plumas, y Maremoto Maristain. Actualmente es directora editorial de la revista de creación y crítica literaria Los Demonios y los Días (www.losdemoniosylosdias.com)

Poema del aula

No atendimos a aquel presentimiento
aquel olor a pólvora —aún distante—
                                   Rocío Acebal

Los meses de otoño se envisten
como las lunas revolucionarias
de rojas banderas y encallados movimientos.

Cuando es octubre
no pedimos planos de la trayectoria balística
porque nada tenemos que ver con Japón
ni con el insólito sistema finlandés.
En lugar de aerodinámicas propuestas,
nuestra resistencia consiste
–como siembra de los meses precedentes–
en levantarse un lunes por la mañana,
desayunar medio pan y no
olvidar meter el libro de novela
negra, a la bolsa que depara
un extravío.

Y que no se nos olvide marcar con tinta
indeleble el nombre propio
cerca de los genitales,
ni con algún pañuelo bruno
rescatar la faz del todo
para que se cubran de lleno
nuestras lágrimas.

En este mes, los estudiantes se levantan
no con la función en las plazoletas principales
sino a caminar su camino desde siempre,
procurando cuando menos su regreso,
que ya es ganancia desmedida.

Pero no todos corren con fulgor:
la fortuna es ventajosa y su fuerza
de elección
pone siempre las cuestiones
ante el vaso cristalino.

Hoy es un lunes de principios del mes.
La lección del día lleva por nombre
“El espejo de piedra”.
Y Alfredo no llega a la clase.

Su nombre en rostro permanece hoy vacío
porque en un intento por componer
sus fragmentos de ruido al reflejarse,
acaso no siguió
la predilecta pista aerodinámica
que garantiza para siempre,
y hasta hoy, su pupitre
de polvo en resistencia.           

Calle Libertad                    

Sentados en el asfalto                      
d o s
hombres se miran con la sencilla
diferencia de dos
gotas en el dorso de un mismo
vaso contenidas.

Se miran casi frente a frente
y reproducen con quietud los movimientos
grabados de su pupila en contención:
un paramento de piedra
ante cada uno
pone en la memoria cuasiacústica
la trastocada fuerza del viento inútil
cuando amanece desvelado o supino.
Junto al eco crudo de sus pies
las virutas de papel y
el polvo de hojarasca sepia
recuerdan la silente distancia
q u e t i e n e n e n t r e s
el rebote de sus miradas
y la caída de la última moneda
aventada a la hojalata
con descuido y sin reclamo.

Y reproducen en su quietud los movimientos…

Pero nadie se pregunta  
aquí afuera
qué vuelo tiene la expresión al aire libre
ni cómo ha cambiado la necesidad en
las formas de esperarse, lo mismo
en el adriático color celeste
que en el cambio de riqueza,
enunciado por el anónimo Urbanista.

Aquí no se habla del milagro perdido
del allá, en este aquí
ni de los pasos en la calle
–en esta misma calle–
que muere a su comienzo
en una de las cuatro esquinas
de ocelos abnegados.
Aquí no se habla del filo para cortar
dos pedazos de espejo.
Aquí no se cuenta la verdad
de los cruzados
que vuelan bajo
mucho más
abajo

hasta dejar caer a plomo
el número de su asiento
en el asfalto: 
la mirada
esquiva la mano
el silencio.

Cruz Flores (Naucalpan, México, 1994) escribe y programa textos. Ha recibido becas del Fondo Nacional de las Artes y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Escribe crítica literaria en la revista Letras Libres y crítica de arte en su página personal de Medium.

Holding Cell

Agridulce hasta el remedo, amor constante
hasta el otro lado del puente,
hasta la despedida. Un arrepentimiento
que se siente con la voz y la mirada,
un beso en la mejilla que se desvanece,
escalda y se termina, un cierre, una garita,
puerta rodando y no dar jamás la vuelta.
Dábamos rodeos por no soltarnos,
por no mirarnos a los ojos, no me quiero ir
señor Stark, señor don Tesla,
no quiero perfumes que maquillen
la falta de respeto que le tengo,
la sensación trabada en la garganta.
No traje mis medicamentos,
déjeme traer mis medicamentos.
El silencio se me da por temporadas.
Se me aprieta hasta la médula y los órganos,
me da el viento de la calle sin suéter,
el dolor de espalda, sólo tengo
estas cosas que ofrecer: unos cuantos
perdigones, pan mohoso, mis palabras,
pero no me quiero ir. No me dejes
encerrarme en un refugio,
llenarme de pulgas, enfermarme.
Me escondo tras la barba de tres días,
no soy yo, no fui yo siempre
cavernícola y raquítico enjaulado
con el recuerdo de otro mar como divisa
y la muerte de los otros que se acerca,
a la espera de la próxima visita.
No me dejes enfermarme de mi cuerpo,
luz a tientas, agridulce hasta el remedo,
amor constante, déjame salir.

Historia universal

Veo los mapas de los hombres:
actos, quehaceres, proyectos,

dedos que se abren frente a mí,
voces que indican
“todo lo que ves
será tu herencia.”

Hablan
y parecen brillar,
incuestionables.

No hago preguntas, voy con ellos.

Sólo entonces me doy cuenta
de remiendos escondidos,
fisuras en la tela:

donde antes habían islas
solo existe
un mar oscuro

pero la Historia sigue ahí,
presente y eterna
como la estrella de la mañana
que no sé distinguir
porque nunca la he visto.

Las cosas grandes cambian
cuando miramos detenidamente.

Los hombres indican el camino
que debo seguir
para reclamar su Historia.

Yo prefiero desviarme.

Melissa del Mar (México, 1999), estudia comunicación y medios digitales en el Tecnológico de Monterrey. Cuenta con un diplomado en Literaturas Mexicanas en Lenguas Indígenas (2019), por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. Sus textos están disponibles en Buenos Aires Poetry, El Universal, MásCultura de Librerías Gandhi, Campos de Plumas, Mood Magazine, Spotify. Es jefa de comunicación y difusión de Cardenal, Revista Literaria y directora de arte y cultura de PICO Informativo. Cuenta con una columna en Proyecto Ululayu. Ha dado conferencias en TEDx, Feria del libro (FIL Zócalo), Festival Mesoamericano de Poesía, Festival Universitario de Literatura y Artes, El arte de pensar, entre otros. Ha presentado ponencias en torno al arte, poesía y comunicación en Universidad del Claustro de Sor Juana (2019), Universidad Iberoamericana (2019) Universidad del Mar (2019), Instituto Politécnico Nacional (2020), Museo Histórico Cultural Juan Santamaría (2020), Canon México (2020). Es creadora del taller «Todos los nombres que soy» de escritura creativa desde la mujer. Mismo que se impartió a más de 150 mujeres de toda Latinoamérica de manera gratuita. Su trabajo poético se ha presentado en México, Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Italia, España, Bélgica y Estados Unidos.

Serinú

Semilla de agua, cuenca de origen donde creció el fresno que bifurcó a
los senderos.

En tus entrañas de bosque hundido,
se gestaron y corrieron tus hijas todas,
doradas milpas,
te llamaban patria,
____madre,
____suya,
____nuestra.

A través de la espuma que fluye hereditaria,
gacelas entre tus montes
otoñaron el color del mediodía
y danzaron los tallos en tus paredes de tierra blanda;
solo en cosecha lenta brotaron.

Deviniste en la luz cuya sombra ladeaba
y, sin hacerlo, te concibieron quienes te encontraron manantial,
sin saberte morada.

Fue su malahierba la que te plagó
hasta hermanarte con el polvo,
que, como tú, también permanece hito.

Placenta de la palabra oculta,
lengualeche, cultivo de agua serrana
que se contuvo hasta fluir serpiente
y al final de la senda, la zarza ardiendo,
el fuego que siempre fuiste.

Navegando en el temblor lejano de tus pupilas, 
________entiendo que mi fe nació en tu vientre
________y escurrió hasta mi mano que te acoge hoy
________sabiéndote mañana conjurada.

Lo presagió la corteza del álamo que escribe al viento:

Aprender (te)
____Impo (ner) te
 Conocer (te) 

Ahora, evocas marchita el pasado que

Amarilla
pintó la espiral que solo tú transitaste
y te deshaces en mil formas que somos, 

dejando de ser por
quienes, al tercer día,
tomaron tus hebras y con ellas celebraron el hueco dentro de la gruta,
____creyéndola grieta que se vacía y seca ante la lumbre.

Pero es tu cueva, bulbo de ébano,
donde yacen los brotes verdes que revientan pastizales
besando el futuro de la boca sedienta.

De tu aliento
nacieron todos los serinúes
y el camino de las huellas que ya el agua borró.

________Porque sus plantas marcaron tu orilla,
y, sin embargo,
________ahora que la recorro, solo a ti te encuentro,
________volviéndote el centro y la periferia,
________el origen donde la tierra es roja

y te nombras abismo que crece hacia adentro,
________donde eres todo cuanto ha sido.

Nos interrumpe el susurro del Mar
que se escucha ya reclamar en estruendos
________y hojarasca en llamas,
que nacerás de nuevo,
para iluminar lo que permanecía oculto
y te veremos por lo que siempre has sido:

________________Dadora de la palabra,
________________________creadora de quienes te sepultaron,
________________________________pensándote tardía sin saber que,
________________________________________como la piedra,
 ________________________________________________resistirás para surgir de nuevo en ti,
________________________________________________________siendo otra agua la que fluye en el río,
________________________________________________________________y, a la vez, la misma. 

Hoy, como entonces

Enredadera de agua, habitada por la espiral
del Mar
y la sombra, tierra fértil
que es tu boca
donde la palabra vuelve a nacer.

Nos soñamos planta
para entender las hablas
que el pasto emana
cuando lo escuchamos.

Revientan de ti los tallos,
que consigo trae la alborada,
y nos unen a todas como tus hijas,
hermanándonos a cada brote
bulbo, campo,  
semilla.

Germinamos desde la raíz del tule
y entrenzamos ramajes
para sanar nuestras herencias
hierbas, heridas, y
hoy, como entonces,
nombrarnos una
frente a la muerte que nos plaga.

Somos verbo fundacional
en tu lengua que es placenta.
Aceite fecundo de arce emanas,
para darnos vida, viento
de tu vientre palabra.

Caminaremos senderos de abedul 
para llegar al umbral que nos habita, 
y así embelesadas,
plantar sus recuerdos
y cubrirlos de musgo,
para evitar que
hoy, como entonces,
los pisen todos.

Nos reconocemos en tu lengualeche,
que es también
campiña, en donde
pese a la muerte habitada en tus sustratos,
sabremos cantar otras melodías
que no sean solo para
acompañar a la tristeza.

Agradezco al néctar que de tu mano escurre,
como líquenes de miel tibia,
hilos de luz,
pues, con ella nutres a la boca de piedra,
Aminoras, espiga, en el trigal de tu verso,
el desvarío de la vida que transcurre. Y
hoy, como entonces,
tus hebras nos tejen pasado, presente.
Y así, somos una en el polvo que nos recuerda,
somos todas
sobre el comal que nos reinventa.

Y si enterrar nuestras ramas pretenden,
vaporserpiente saldrá de nuestros robles
para decir nunca más en silencio, que
hoy, como entonces,
seguiremos brotando. 

Y si quemarnos en hogueras buscan,
arderemos en llamas, que al cielo pinten, 
para recordarles que nuestro incendio no se apaga con agua, y
hoy, como entonces,
resistiremos.

Y si a otra de nosotras arrancarla del suelo quieren,
usaremos de lluvia al llanto de las muertas que nos han dejado,
en camposantos sembraremos
en su memoria jacarandas y
hoy, como entonces,
cada vez más fuertes,
volveremos a nacer.

Ezequiel Carlos Campos (Fresnillo, Zacatecas, México, 1994). Es autor de los poemarios El beso aquel de la memoria (2018; 2019), El Infierno no tiene demonios (2019), El instante es perpetuo (2019) y Crónica del desagüe (2020). Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, italiano y otomí. Premio Estatal de la Juventud 2019 en la categoría de Talento Joven/Literatura.

(Poemas incluidos en Crónica del desagüe,
Instituto Zacatecano de Cultura, México, 2020)

6

La escasez de agua antes de la minera
no era un problema.

Los más de mil habitantes
de algunos pueblos aledaños
dicen que había un manantial,
pero se secó inmediatamente después de los trabajos.

Gracias a la corriente de agua
la gente lavaba y regaban las parcelas.

Ahora ni lavado ni siembra ni vida.

9

No somos los únicos afectados:

en todo el país
hay gente despojada
de sus comunidades:

hectáreas destruidas por la corrupción de las autoridades.

Por allá se construyeron malecones,
centros comerciales y condominios
en territorios que antes permitían
_______la libertad de la naturaleza.

Eder Elber Fabián Pérez (1992, Ciudad de México)  Es estudiante en la Universidad Autónoma Metropolitana en Iztapalapa, Forma parte del cuerpo editorial de Cardenal Revista Literaria. Ha publicado poesía en revista De-Lirio,  Tlacuache,  Buenos Aires Poetry , Revista Hispanoamericana de Literatura , Poesía entre Neón y Atunis Galaxy Poetry. Ensayo y crítica en la revista El Comité 1973, Círculo de Poesía y en Cardenal Revista Literaria. Además de cuento en la revista Campos de Plumas, Vertedero Cultural, Revista Intervenciones y Cardenal Revista Literaria. Ganador en el año 2019 del concurso ¡DI CAPACIDAD! Por el cuento “Él no es una carga”

Si esta tierra hablara…

Si esta tierra hablara…
Si  pudiera desahogarse nos diría cuánto odio, cuánto sufrimiento,
Cuánto dolor, cuánta tristeza alberga entre sus raíces,
Y seguro gritaría hasta que su voz se apagara como la noche.
Porque esta es la tierra donde se acumulan sin descanso los cuerpos y la rabia,
Donde los cuerpos destrozados son lanzados en un oscuro sitio,
Para que la luz no revele las cicatrices y el olor a muerte.
Donde las piedras se vuelven cráneos y las sombras tiemblan,
Donde la sangre corre como un río sin cause,
Donde  los cadáveres  brotan como  flores artificiales,
Esta es la tierra donde las balas muerden y destruyen la carne,
La tierra que engulle a los hombres y sin piedad escupe sus huesos. 
¿Cuántos muertos habitan entre su piel?
¿Cuántos cadáveres  más podrás soportar?
Es imposible saberlo pobre y bella tierra, eras inocente
Y te han llenado  las manos de sangre ajena
¡Ah si esta tierra hablara! Sin tan solo pudiera…

Los amantes de Pompeya

Junto a tu cuerpo, como las manecillas del reloj a la media noche,
Voy entregándome por completo, dispuesto para esta inmolación benigna.
Para que mi cuerpo, tu cuerpo, nuestro cuerpo se una como el rayo a la tierra
Y quedar así, como dos estatuas contemplándose en medio de la noche.
Sin importar que la muerte se encuentre a lado nuestro. Así deseo perecer:
Frente a tus manos peregrinas que buscan un oasis en mi centro,
Frente a tus muslos agitados  como las olas que hirieron a Leandro,
Frente a tus labios que rozaron como el viento cada rincón oculto de mí ser.
Para que este beso, el último acaso, se dilate hasta la inmortalidad,
Venciéndose en lo profundo de mi pecho, entre el silencio de la sombras,
Y así extinguir este ardor que ha provocado la destrucción de nuestro pueblo.
Condenados, aprisionados, sumisos, perdidos el uno dentro del otro
Compartiendo este dulce final, concediéndonos a un placer prohibido.
Sometidos al fuego interno que abraza y destruye nuestra piel: amémonos.
Gocémonos sin importar nada más, hasta que nuestra voz se extinga
 Y queden nuestros restos como efigies de un amor eterno, vil y celestial.

Mateo Mansilla-Moya (Ciudad de México, 1994). Es fundador y Director General de Cardenal Revista Literaria. Ha publicado dos poemarios: De sueños rotos, promesas olvidadas y un final feliz (Acribus editorial, 2016) y La temporada de ballet clásico ha terminado (Buenos Aires Poetry, 2019). Ha publicado en las revistas Mood Magazine, Por Escrito, El puro cuento. Recibió una mención honorífica en el Decimocuarto Concurso Nacional de Cuento Preuniversitario “Juan Rulfo”, convocado por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y la Fundación Juan Rulfo. Participó en el 7° Rio Grande Valley International Poetry Festival (2013) y en el 9° Festival Internacional de Poesía Ignacio Rodríguez Galván (2019). Estudió Derecho en el Colegio de Derechos Humanos y Gestión de Paz de la Universidad del Claustro de Sor Juana.

Detuve la camioneta
cuando un grupo de hombres armados me lo indicó.
Enfrente había un auto estacionado
sobre el boulevard
a un costado del canal Anzaldúa,
un extenso hilo de agua
donde los niños nadaban con dirección al sur
y los hombres pescaban
lo que la corriente
había arrastrado consigo
desde el Río Bravo

La tarde olía a las naranjas
putrefactas
que la gente no recogía
en esa tierra de nadie

El auto estaba rodeado
por personas que cubrían sus rostros
con pasamontañas
y que retenían en su pecho
las siglas de la muerte

Los sin cara
apuntaban sus fusiles de fuego
a una mujer cuyo rostro
se hundía en el pavimento.
La tomaron por el mecate
que amarraba sus brazos por la espalda
y la arrastraron a la orilla del canal
frente a mis ojos

Ella cayó de rodillas
en un cuadro de pasto seco

El sol quemaba al horizonte
de rojo

A donde se dirigiera el río
sus aguas arrastraban consigo
la muerte

Río Bravo

Solíamos caminar
a la orilla del río
del lado en que el olor de los naranjos se perdía
con el de los cuerpos putrefactos
de los catanes
que los niños habían abandonado sobre la arena.

Eran los días
en que la sal del Golfo
nos raspaba la nariz
y la tez del cielo
se volvía la nuestra.

Habíamos aprendido a jugar con el sol
al otro lado del río
donde aún podíamos escuchar
que alguien nos esperaba.

Conocíamos
el lenguaje de las plantas
porque las habíamos contemplado
dialogar con sus sombras.

A pesar de que eso nos reconfortaba
y nos hacía sentir en casa,
nos sabíamos extranjeros
en el lugar al que alguna vez
llamamos patria.

Aldo Vicencio (Ciudad de México, 1991). Poeta y ensayista, estudió la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fundador del colectivo Naufragio. Es autor de Piel Quemada: Vicisitudes de lo Sensible (Casa Editorial Abismos, 2017), el videolibro Anatolle. Danza fractal (El Ojo Ediciones, 2018) y Púlsar (Ediciones Camelot América, 2019). Su obra ha sido publicada en diversas revistas literarias iberoamericanas como Punto en Línea de la UNAM y Círculo de Poesía (México); Digo.Palabra.txt (Venezuela), Revista Antagónica (Costa Rica); Enfermaria 6 (Portugal), La Ubre Amarga (Bolivia); Buenos Aires Poetry (Argentina), Santa Rabia Magazine (Perú); Una verdad sin alfabeto (El Salvador), Oculta Lit y penúltiMa (España),entre otras. Ha sido incluido en las antologías Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana (Lord Byron Ediciones, 2016) y Nido de Poesía (LibrObjeto Editorial, 2018).

Indócil claridad 

las marcas del viento que no es viento
sobre los hombros que corren,
que se desprenden, los hilos de luz audaz

___todo el mar es mar,
insurrecto___animal___convexo

________las manos palpitan contra las pilastras

sótanos que recorren aves sin alas

________atravesar el cielo para llevar agua

las cosas de la piel se despliegan como flores de chispas

el juego de la impaciencia
________los dedos que no ubican su trascendencia

tomar el seto, ampliarlo para dormir despiertos
_____ondeando como órbitas

a todas horas las caudas del suelo

agita tus ojos

________________entre liebres saltando al fuego
________________la copa de una estrella rodante
de nuevo, la insistencia de una lluvia horizontal
el impulso sin nombre, gravedad caliente, nuestros amigos,
________________el afecto de los perros perdidos

Sol acantonado, en las palabras la multiplicación del alimento

la posibilidad es la más peligrosa de las rebeliones
________contenido en el loto, me entrego a la necesidad

la acción es tiento del césped: los pétalos siempre brillan en las llamas 

Vibrar marcha

hacer la posibilidad de la ausencia
________________________destierro de actos

________________________las sensaciones que nunca embisten
________________________________________s e   l e v a n t a n

partir una naranja
[el cobre ígneo, santuario del retorno, la palma cerrada

partir particularidades, sin excepción, sin excepcionalidad
________el curso del polvo imanado, los agüeros del pretérito
________________no terminar, esa sola interrogante

el instante de hacer, hacer la percepción de la lluvia
más toda la realidad lecha, atónita, rota
________lleva el negro de las sombras

________________sin solvencia, la piel de los ojos nombrados
________________________demoler las rejas, dientes dispersos

nunca hay quietud para las grietas del mundo

sostener al árbol antes que el aire
________________y llevar al rayo, para habitarlo sonriendo

hablar de la desdicha
________pervivir en los afectos
resonar a pesar de la totalidad que pretendan

suero de milagros sintientes, astillado aliento
________________el andar de la pradera

libres las manos, una revuelta de signos
sin exclusión, las ruedas concéntricas que se acercan,
________________________________________________vibrando

los días sin inercia
huellas recogidas, ablación, viandante

de alguna forma, niños otra vez, brincando sobre el humo 

ramitas de corderos azuzando jaurías
____sin pesar, música cimbrada

dos registros siempre, sobre la ausencia que se extiende
____intemperie sin dominio  |
_______________|      densidad solidaria

el deseo de los altares y no de los sacrificios
________________________perpetua rebelión de colores

una mirada marcapasos:
a r r o j a r   h o j a s   e s    a r r o d i l l a r    a l   c i e l o

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