La poesía en Perú, lo hemos dicho antes, es un Amazonas. Lleno de diversas especies y tradiciones. Siempre rico. Siempre en constante cambio. La diversidad del fenómeno poético puede ser por las tradiciones de los pueblos, las leyendas, la técnica oral para preservar el conocimiento. Los encuentros y los híbridos. La mística de la naturaleza y del paisaje, las formas que adoptan las aguas o la voz de los animales. Todo evoca un llamado propio de la realidad para ser transformada. Sin embargo, la poesía no es solo mística, sino que también es hermandad, amistad. El ser humano es un ser social, prima aprendida en la escolaridad. Ergo, jamás mejor aplicada que en los grupos artísticos. No solo se rodean en torno a un elemento común, sino a una fuerza que les exige ir más allá de un simple hacer.
Esto exime que la poesía se vuelva en vehículo, combustible y alma de un ser que ya no es propio de él, sino que se transforma en una forma diferente de sí mismo. Una posición similar al demonio que crea, que posee a uno y lo arroja al vacío del todo. Esto es lo que nos trae Arawiy. Un círculo poético que se forja de la comunión de voces jóvenes y revolucionarias. Ellos mismos se presentan de la siguiente manera:
El Círculo Poético Arawiy, fue fundado el 06 de febrero del año 2010, en las entrañas de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica y en un recital organizado por la Biblioteca Abraham Valdelomar de Huacachina de la misma ciudad. A partir del año 2010 ha organizado el evento anual Maratón Poético Voces Universitarias, entre otras actividades. Ha publicado Arawiy – Antología de la nueva poesía iqueña (2011) Dentro de sus integrantes se encuentran: José de la Roca, Sthefani Garayar, Santos Morales, Brayan Osores, Julio Espino, Martín Gala, Juan Vizarreta, Donna del Villar, Carol Angeles, William Siguas. Este 2021 publicará una nueva antología de poesía.
Esto los convierte en una apuesta vigente, novedosa y diferente de la poesía peruana contemporánea. Sus letras no caen en la superficialidad del debate sobre el arte, sino que profundizan en la reinterpretación de la realidad desde sus propias vivencias. Empleando figuras de su entorno, de su espacio, de su tradición, nos arrojan a un mar poético donde se perciben los aromas del campo, de la mano que trabaja, de la lucha y del fuego que lo consume todo. Arawiy no es solo un componente más ni tampoco de un colectivo que se forma en un bar. Sino que se convierten en ejes de la tradición lírica de Ica, tierra de maravillosos escritores. En este caso, Arawiy comulga con diversas procedencias, arraigando en sus letras la multiplicidad de sus orígenes. Por ello, los temas recorren las historias particulares de cada autor, desde la experiencia de los años, pasando por la luz del nuevo siglo. Solo así se puede explicar la razón de que Arawiy represente, de alguna manera, la esencia del Perú diverso y rico.
Publicaciones de integrantes
2009: Antología Poetica Iqueña Edición de Circulo Literario José Carlos Mariátegui
2011: Arawiy – Antología de la nueva poesía iqueña
2013: El hombre triangular sobre una pieza de barro de William Siguas
2014: La casa de la roca de José de la Roca
2015: Flor de lluvia de Santos Morales Aroní
2016: Como errante que no quiere nada de William Siguas
2017: Poetas en la arena Edición de la Biblioteca Abraham Valdelomar de Hucachina de Ica
2019: Bajo la lluvia de Santos Morales Aroní
2020: Bosque de piedras – Cuentos y leyendas de Parcona de Martín Gala
2021: …
Ahora presentamos una muestra poética de los integrantes del Círculo Poético Arawiy
José de la Roca (Ica, 1986) Ha publicado el libro de poesía La Casa de la Roca (2014), la Plaqueta Esperma de Dios (2013) y ha sido antologado en los libros Algo de cierto (2007), Arawiy (2011) y Poetas en la Arena (2017). Es miembro del círculo poético Arawiy. Master en Gobierno y gestión pública en América Latina por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España). CEO de Inedi Posgrados® y Gestora®. Docente de posgrado.
Una curtida cabrona presagia
Una curtida cabrona presagia
“Te mientes, cuando dices algún día.
Algún día es nunca. O tarde,
que lo mismo es”.
Le retruco que es el mejor día de mi vida,
La vieja relanza
“Y ¿qué pasa si te digo
que es el mejor día que, en toda tu vida, tendrás?”
Bucentauros
I
Unas cestas de caña
reposan en el cauce de un arroyo,
detenidas por piedras lazulitas.
Desde las orillas, los eucaliptos
aroman el afrecho que meriendan mis bucentauros
Mientras en la colina
la ñusta duerme en un tambo del camino
Aguaito desde la fogata sus pies pequeños
Mi concupiscencia alucina que bajo el arco de sus muslos inviolados
su Leteo borraría mis lágrimas.
Pero me niego a ser como los cuidadores de cerdos.
II
Amanece
Y el sol revienta en la quincha.
En la festividad,
las flores ebrias
exhiben sus cálices sin pudor
¿Y para qué ver lo ya visto?
¿Qué honor existe en postrernarse ante lo ya maculado?
Después de Don Vasco Núñez de Balboa
¿cuál es la prez de descubrir el Mar del Sur?
III
Sobre el batán,
mi yelmo funge de maceta de retamas
Sin descanso barren las mozas
sus casas con ruda
La tia Ñaupas cuelga mi coselete como un columpio
y en él travesean sus guaguas
El mango de la chaquitaclla
rasga mis palmas
como en la estancia, los relámpagos a las vacas
En la tarde
descendemos al río por el valle de Urubamba
Lo hacemos por un puente colgante
Tia Ñaupas me dice que ella lo cosió
con el pajar del apu Huanacaure
y la primera cosecha de sus cabellos
antes de estar preñada
Merendamos trucha asada
en piedras lajas escogidas de la ribera.
En el verano siguiente,
bajo la sombra de los sauces,
fundo una escuelita
Yanaconas y piñas leen.
Les enseño mi idioma
Les enseño de Aristóteles y Séneca
Luego con los adultos
me reúno en el fuego ante la Mama Quilla.
Bebemos chicha.
Uno de ellos señala mi barba.
Dice que se parece al sexo de su mujer.
Reímos.
Sthefani Garayar Zevallos Abogada. Estudiante del MBA en la Universidad del Pacifico. Cofundadora de las StarUp gestora® e Inedi Posgrados®. Ha publicado las plaquetas “Alas rosas” en el 2012, y “Tren de Caracoles” en el 2018. Ha sido antologada en los libros: “La esencia de la palabra” de la CONALL de Ayacucho 2011, y “Arawiy” en el mismo año. Integrante del círculo poético Arawiy.
Juguetes
Mi mamá nunca dice de dónde saca los juguetes.
Jamás nos ha explicado por qué la pelona tiene el cabello quemado
o por qué el Dinosaurio llegó con una rotura en la pierna.
Lo que nos ha dicho papá es muy gracioso.
Dice que por ahí Dino evacúa.
Durante horas,
mientras las muñecas se remojan en lejía,
yo cuento
uno,
dos,
tres.
No puedo acercarme ni tocarlas. Ellas deben bañarse.
Luego, las secamos,
las peinamos y les ponemos ropa limpia.
Nunca las desarmamos
porque corremos el riesgo de que no vuelvan a armarse.
Escuché a mamá decir a la vecina
que no las traiga mancas ni cojas
porque podríamos asustarnos.
Ella es valiente.
Yo la imagino debajo del puente,
entre la basura,
rebuscando tesoros.
Gorriones americanos
Pudimos casarnos
Como los mortales. Pero tú no lo eres
Eres todos los dioses reencarnados, insoportables de tanta belleza
Ayer hablaste del error que cometió Montaigne
al decir que la economía era un juego de suma cero
porque nuestra unión es de suma positiva
Hoy comentas de lo sabio que fue Tales al crear su monopolio
Mañana me enseñarás lo vigente que está Sun Tzu y
de cuánto hemos aprendido de él
Mientras el café se acaba,
pienso en cómo amamantaré a mis hijos
Que ya es tiempo de podar el jardín
Y que los gorriones se están quedando sin agua
Santos Morales Aroní (Ayacucho, 1990). Es abogado por la U.N San Luis Gonzaga de Ica, con maestría en la U.N. Mayor de San Marcos. Ha publicado el poemario Flor de Lluvia en 2015 y el libro de cuentos Bajo la Lluvia en 2019. En 2013 ganó el concurso en la categoría poesía organizado por el CONALL. Es miembro del Círculo de Poesía Arawiy.
Tunankancha
A mi hermano Miguel
El abuelo Santos ha cosechado las mejores piedras hechas con la saliva del sol y ha musitado; “wasiyta ruwasaq”.
En su boca, amalgama de coca y torqa, irriga fortaleza. Se quita el sombrero, hace reverencia al tayta inti y besa la Pachamama para que la casa perdure en el jugo gástrico del tiempo. El mismo ritual es reproducido solemnemente por sus peones.
Al atardecer, la casa está lista como gran nido de perdiz a la orilla del arroyo. También está listo el patachi para recomponer la energía y la chicha de jora para beber, cantar, bailar, resollar, llorar hasta el canto del gallo.
El abuelo Santos ha edificado la casa matriz en honor al sol y para que la lluvia le hable desde el techo con su gorjeo cristalino.
La abuela, por su parte, domestica el pukupuku para tener certeza de la hora: La abuela ha domesticado el tiempo.
Ambos se asoman al río con sus cuerpos crisálidas, su reflejo los mira y los bendice para que su amor perdure a 5300 m.s.n.m.
Han decidido multiplicarse. Veo a mi padre ligero como chubasco, gatear y zambullirse en el pecho de la abuela buscando la vía láctea.
El abuelo Santos ha sembrado tankar kichka a un lado de la puerta para que sea su cancerbero.
El pájaro árbol ha crecido, sus pequeñas hojas verdes elípticas se alimentan de destellos, con lentitud de lagartija.
El pájaro árbol ha echado como fruto granos púrpuras de ayrampos; papá los derrite en su boca como pequeños soles sangrantes.
Tunankancha solariega, sudor casa, sangre casa, árbol casa, wasi hause.
En tus grietas discurre la saliva del sol y en tu techo fulgura suspendida la garra solitaria del relámpago.
En tu puerta, la abuela y el abuelo Santos como dos Monarcas Inkas, esperan a sus wawas mientras desgranan mazorcas de estrellas.
Andina sempiterna
Fulguraban piedras en la saliva del tiempo. Cantaban las hojas del guindal augurando estelas ovíparas. De cuando en cuando el chubasco arreaba piara de nubes.
Y tú, andina sempiterna, dejabas morir en tu pecho palomar de suspiros, en otras edades donde el atuq era pequeño insecto herbívoro, el rayo cordón um- bilical que zurcía el cielo con la tierra, los arroyos niños pequeños gateaban en busca de su padre río.
Por la mañana, cogías tus rebaños; luego, salías alegre al pastizal, salpicada de ternura, llevabas de quqaw, machka, puspo y tu puchka para hilar caminos al regazo de tu madre.
Al medio día te sentabas furtiva a la sombra de algún ichu paterno a merendar. Luego te quedabas dormida a soñar con cernícalos iridiscentes. Despertabas resollando y sudorosa, brincabas a contar tus rebaños. Por la tarde, retornabas junto con el sol, musitando algún huayno vespertino, a la distancia la huma- reda de una choza anunciaba tu llegada.
Así transcurrían tus días, alegres como vísperas de herranzas.
Ahora te encuentro en el alba, con herbajes liándose a tus huesos. Cargas en tu lliklla amalgama de wayra y wayta. Enarbolándote en las punas como torcaza flamígera, como hervor de semillas en el surco solar del equinoccio
William Siguas (Cañete, 1990) Estudió Lengua y Literatura en la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica. Dirige la revista de literatura Grima, la página literaria El Centenario Y La Literatura, vía Facebook y la Editorial Grima. Ha publicado los libros de poesía El hombre triangular sobre una pieza de barro (2013) y Como errante que no quiere nada (2016). Miembro del Circulo Poético Arawiy.
Si un niño naciera ahora (capitán)
Créeme.
La tarde no se equivocó cuando te sostuvo
cerca al sol abrasador, pequeño monstruo de nueve meses
ahora podrás ir a la escuela sin condiciones
daremos la vuelta a esa cucaracha muerta cuando
intente espantarte, te protegeré del sol, de los espacios
de la línea amarilla, de la respiración que ensucia
no abandonaremos las ideas inconexas
de los médicos para tu cuidado,
mi voz ronca podrá empaquetar los soliloquios de
tu voz amarilla.
Ángeles vendrán a verte y a cuidarte
para crecer fuerte, avanzarás al sendero azul
a consultar a tu madre qué somos cuando uno nace y muere
preguntas complejas que se responderán allí en el garzo cielo
cuando los troncos sirvan de balsa
y naveguemos al cielo invertido
de cada gota de agua que salpique en mi cara
tú dirás riendo, es la mar que se parte en dos
y sonriendo nuevamente me besarás.
Nunca habitaremos los siglos centrales
de ahí inmóvil, tú avanzarás
o quizá quedaré y te vayas
me dueles de todas las formas
como las moscas posándose sobre mi rostro
anidando miserias
enterrado y solo, pero me voy
avanza cría del señor, verbo copulativo
avanza a la senda, a la luz tropical, al invierno de Paris
vive como lo decía Cavafis
avanza en dos maneras vida y muerte
ambas serán tu bitácora, no le temas a las sierpes marinas
o a las crueles aves del Estínfalo
acusa si es posible y camina respirando
al sendero verde
eres un perspicaz modelo
de Dios.
Esta crisis también tiene banderas a media asta.
Utilidad del pasado
A estas ganas de escribir, le puedes dar alimento
alimento suave y solemne
e imprimir versos que resuman la vida:
la conciencia y los elementos que sirvan
una antología
un poema
un cuento
un dibujo raro
la utilidad de la cámara fotográfica
un discurso
una mirada tierna a un papel
la voz cruel
una locura, jalarle la soga a un franciscano.
Hoy no existe la violencia con las que nos trataron ayer
no hay para ese café caro, ni para un buen colchón.
A los políticos de la universidad les dedicaré
estas líneas
a los profesores también
al no ir a la universidad e irnos a leer
al fondo muy al fondo
donde las nubes no llegan
como viajes a Huamanga, a Puno, a Arequipa
volver a la realidad y querer perderme
intentarlo
luego ser profesor, nada más,
somos derrotados
para este siglo
Poesía
Poesía
Poesía
utilidad de la canción, utilidad del pasado
como tu mirada perdida y tu voz:
¿Ellos o yo?
Carol Angeles (Lima, 1996). Egresada de la Facultad Letras y Ciencias Humanas de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Comunicadora social interesada en los memes y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Trabajó como redactora web en La República. Actualmente trabaja en la Dirección de Responsabilidad Social de la UNMSM. Publicó en el año 2020 el libro colectivo “Hábitos de caza”, producto del taller virtual de Poesía Clásica del Fondo de Cultura Económica y en febrero de 2021 publicó el libro colectivo “Palabras y trazos” del taller virtual Poesía y experiencia: Escribir desde el yo del FCE. Es miembro del Círculo Poético Arawiy.
La vida definida
Ojalá fuese una nube gris que pasa sobre mí mientras llueve
ojalá fuese una de esas gotas gordas sobre las palmeras deshidratadas
ojalá fuese tan solo un gramo de arena blanca
ojalá, una onda marina o un rizo eliminado en Illustrator.
Ojalá fuese un número enigmático místico mágico universal e infinito
pero finalmente un número que no sabe que es un número.
Ojalá fuese el color de los ojos de mi gato, verde y azul
o azul y blanco.
Ojalá, una noche fugaz fucsia
o un dedal sin usar olvidado entre los carretes de hilos dentro de la lata de galletas de mi abuela.
Ojalá no tuviese ilusiones ni pasiones y fuese mi vida predecible
ojalá mis sueños no significasen nada
y el miedo a la muerte sea menor que el miedo a la vida
ojalá fuese el mar pintado de colores por las algas
o una oruga que no se convierte nunca en mariposa.
Tener la vida definida y encontrarla en mis entrañas
para entregarla al más allá.
Matar a Dios con canciones
Alguien me dijo que me dolería matar a Dios
adentro de mí aún siento que lo necesito
pero he aprendido a escucharme
sin juzgarme
el amor de Dios no es amor
La idea de Jesús detrás de mí abrazándome
me calmaba tanto
que no me dejaba volar cerca de mi infierno ardiente y desalmado
Al final, esa era yo
híbrida, púrpura
progenitora de ideas ciertas
equivocadas y perturbadoras.
Mi corazón de humana necesita paz
y la paz está aquí.
Alzo los ojos al cielo
¿Quién me escucha?
Alzo los ojos a mi creador
Grito despavorida
el amor de Dios no es amor
Pero yo sí
y aunque no haya monstruos marinos en los extremos del planeta
y aunque las tortugas de mar del Ñuro sigan siendo urañas y viejas
y Hillsong me siga gustando musicalmente
el amor de Dios no es amor
y no merece que le dedique mi canción favorita de Radiohead.
Brayan Rojas Osores Estudió Lengua y Literatura en la Universidad San Luis Gonzaga de Ica. Dirigió la revista literaria Algamaris. Figura en la Antología de la poesía iqueña – Poetas en la arena (2017). Sus poemas han aparecido en revistas especializadas como Lucerna. Es miembro del círculo poético Arawiy.
Darmer
Discutí sentado el camino de la tristeza.
Mientras hablo mientras levanto un hombro para saludarte
sin ninguna condición practico ser el mar
el vómito de ciertas especies lo cual no te saben bien.
La propia sal me sirve para endulzar los días que no vienes.
Algunas veces salgo a caminar de puntillas y a mi regreso
arrastro hacia la orilla toda la arena.
Y te imagino con el sol, recostada sobre aquella playa
–donde el amor no está– para olvidarme.
Practico ser el mar y aquí termino:
los pescadores no saben escribir mi nombre
no saben cuan dentro del mar habita otro mar.
Entonces mientras hablo mientras levanto un hombro para despedirme
toco las extremidades que me quedan y parecen las pinzas de un muerto.
Aves de Calcante
Un día nos dejaron solos
tejiendo como arañas
la medida de nuestra imaginación
Dédalo abrió el sol
no pudo regresar a él
la menor de las fortunas
arroja cáscaras de aquella visión
Ícaro hizo la paz
el grillo en su cerebro
no la inventó para vivir.
En casa ocurren presagios
oscurece el mar para vivir
entonces dijeron la verdad
la mayor comunicación son las aves.
Donna del Villar (Ica, 2000) Estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Privada San Juan Bautista. En el año 2016 ganó el Concurso de Poesía del Colegio “José Carlos Mariátegui”. Ha participado en los recitales; Festivarte 2018 y Arte a la Carta “Recital de Otoño” 2019 y Maratón Poético Voces Universitarias Edición VI en el 2020, organizado por el Círculo Poético Arawiy. Es miembro del Círculo Poético Arawiy.
Pensamientos encorvados en un inmaduro vientre
Soñé un poco antes de existir.
Soñé, la pérdida de mi realidad fluida
a la mirada de un hoyo negro que observa de reojo con apetito,
aquel espectro en mi memoria que condena al ser que habito.
Y puedo ser solo el reflejo del castigo de una estrella,
y puedo ser la pupila dilatada en el destello de una era
que, anunciando su primer parpadeo,
ve la luz en la supernova y se extingue;
en su rapidez, en un grito.
Insomnio
Temo al ser que se oculta en mis parpados,
oscuridad que me sigue cuando no pienso más.
Al perpetuo consumo en mi canto.
Al silencio en los ojos,
a la tenue mente cuerda despedida.
A los rostros que me observan cuando cuento las ovejas,
que hablan, tal vez, del hombre y el odio a sí mismo.
Y perduran dichosos alrededor
festejando la esperanza de rozar con los dedos un satélite,
escondiéndose en pantanos blancos,
en el mar, donde mi voz no germina.
El mundo se vuelve extraño cuando el sol no me mira.