Vuelve a sonar el campanil de esta humilde Espadaña. La única línea en el viento que se sigue manteniendo es la que ahonda en los problemas sociales de una tierra, cosecha o contexto concreto. Un canto social al que os invito a unir vuestra voz, sea cual fuere, esté donde esté y resuene donde resuene. Para que la única tendencia, a día de hoy, sea la realidad social que nos envuelve a todos y cada uno de los que aquí leyeren.
En esta vuelta, os presento a Ana Vega Burgos, promotora de Igualdad y muy implicada en la educación de la misma en diferentes niveles educativos. Llevándola a la práctica, a través de talleres, charlas o eventos culturales.
ANA VEGA BURGOS
LA MUERTE SABE A OLVIDO
Se apaciguó la luna
y fue el silencio hondo el que venció el combate.
Una estrella perdida
vaga de rayo en rayo,
desorientada y tímida.
Se han dormido los pájaros nocturnos
tiritando en las ramas del álamo desnudo
y se estremece, hambrienta, entre las algas,
la nidada de plásticos
mecida por las aguas.
En un barquito de papel, mis sueños
se van humedeciendo, y no son lágrimas,
lo juro: es la ginebra o quizá el hielo,
o la lluvia de ayer, o la saliva amarga
de aquel último beso que fue como una dádiva
que se echa desde lo alto al pordiosero.
Se reflejan las luces de la ciudad nocturna
en el asfalto gris, como en los cuadros
que mirábamos juntos las tardes de los jueves,
los mismos cuadros siempre desde la misma cama
de sábanas revueltas y amores clandestinos.
Se estremece la luna detrás del campanario
mientras se descompone en angular cubismo
la imagen de mi vientre, con un corazón roto
verde, azul y morado,
clavado, como un pirsin, en mi ombligo.
Planean, lentas, las nubes, y el ciprés del pantano
emerge del estanque,
verde como una luna lorquiana de gitanos.
Corta mi corazón como un cuchillo.
El agua sabe a musgo y a silencio.
La muerte, me dijeron, sabe a olvido…
Jueves, cerrado por corazón roto.
EL GRITO
Hay un hombre que grita en el tren de regreso
cada día, a las siete en punto de la tarde.
De sus fauces abiertas brotan larvas
que se cobijan bajo la piel de los viajeros.
Ningún sonido sale de su boca. Tal vez
se pierde donde el grito de la dimensión Munch,
donde el sonar que anuncia el suicidio en las playas
de las desesperadas ballenas calderón.
A las siete en punto de la tarde, en el tren
hay un hombre que grita. Una mujer que grita.
Un niño que mañana gritará como un ciego
de Saramago, un ciego
herido por la luz enloquecida
del último girasol incinerado.
Yo, que un día me detuve ante las escaleras
y decidí quedarme junto al gorrión dormido
-bajo la ausencia del reloj-
me entretengo en contar cada tarde, a las siete,
las larvas de culpable complicidad que flotan,
como náufragos expulsados de la patria perdida,
entre autómatas de mirada vacua
que piensan en su cena y en la best tv serie
de su última plataforma contratada.
Hay un hombre que grita en el tren de regreso
y una mujer se bebe su grito cada noche,
y un vómito cobarde de silencio salpica
a los cristianos que devoran leones
antes de regresar a su vagón de circo
desde el lunes al viernes cada mes, cada año,
cada vida…
Exceptuando el domingo.
Ni diosa ni dulce ni serpiente – Antología de poetas cordobesas
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REINA DE DIAMANTES
Eran los tiempos de las madrugadas
alegres como el grito de guerra de las bandas,
las notas extraviadas rodando por el hielo,
doloridos los pies y el corazón
deshecho, pero arriba, nena,
arriba,
retócate los ojos y dame de beber
de tus labios de fresa.
Se apagaba la luna extendiendo sus dedos
de alba desubicada.
A veces el retorno era entre besos,
risa ronca, un aliento
con efluvios a ron de garrafón, whisky o ginebra,
qué más da, todo arde
como te arden las sienes.
Pero no quieres verte en el espejo
al salir de la cama.
Ese espectro de pecho helado y huesos blandos
ya se ha ido
(si es que ha estado siquiera,
a lo mejor fue un sueño, pesadilla
borrosa de resaca).
Tienes negros los ojos como una dolorosa
y la boca perdida;
ya no hay fresas,
solo un hondo agujero como el que engulló a Munch.
Eran tiempos de noches tachonadas de neones.
A veces te miraba
y brillaba tu piel como si de repente
una lluvia de trozos de cristal te mojara.
El limón de los cuadros te subía a las pestañas
y toda tú quedabas flotando entre burbujas,
perdida en la vorágine de nada.
Y sin embargo, ahora
que ya se fundió el tiempo de las noches de bar
y el carmín de tus labios dura siempre,
me encuentro con tus ojos en el fondo de cada
billete, vaso, luna,
y sé que me nostalgias atrapada en tus hilos
de reina despojada.
Barras de luna
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ANA VEGA BURGOS
Actualmente imparte charlas y talleres de Poesía, Teatro e Igualdad en diversos institutos de enseñanza media, y preside la A.C. La Talega Roja, desde donde organiza diferentes eventos culturales. Ha trabajado como bibliotecaria, técnico en Educación Infantil, promotora de Igualdad, vendedora ambulante, camarera, limpiadora, entre muchos otros oficios. Tiene publicadas tres novelas: Su mirada azul escondía un misterio (Ed. Litopress, Premio Fuente Agria de novela corta), Rosas para Amelia (V Premio de Narrativa Juvenil Diputación de Córdoba) y Lo que esconde el otoño (Tandaia), su primer thriller policíaco; dos libros de relatos: Esperando a Anais y Tacones de cristal (relatos por la Igualdad de género, la mayoría de ellos premiados en diversos certámenes nacionales), y dos poemarios, Jueves cerrado por corazón roto (VI Premio Alfonso Monteagudo) y, a punto de salir de imprenta, Barras de Luna VIII Premio Internacional de Poesía José Zorrilla, publicado por Algaida. En Narrativa Breve ha obtenido unos 50 galardones tanto a nivel nacional como internacional, entre los que destacan el I Premio Águila, el XXVI Mujerarte (también obtenido en Poesía en la edición XXVIII), X Cartas de amor de Torrelavega. Su poesía está incluida en la última antología de poetas cordobesas, Ni diosa, ni dulce, ni serpiente, publicada por la Diputación de Córdoba en diciembre de 2020, además de en varios blogs literarios. Ha participado en diversos recitales poéticos y en Cosmopoética 2017.
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BASES
- Podrán participar poetas españoles que me remitan una selección de entre 3 a 5 poemas a la siguiente dirección: emocionesencadenadas@gmail.com. Indicando en el ASUNTO: ESPADAÑA.
- Los textos podrán ser inéditos o ya editados, publicados en otros medios (revistas, libros, fanzines, etc…) mas se valorarán preferentemente los primeros.
- El nombre del archivo (en formato DOC O DOCX) será POEMAS Y NOMBRE (Nombre y primer apellido de autor). No se aceptarán textos firmados bajo pseudónimo.
- Deberá incluirse otro documento con una breve biografía (no es necesario exceder las 8 líneas).
- Aquellos correos que no cumplan con los requisitos expuestos no se tendrán en cuenta.