Feminismo más allá de la fe – Chimamanda Ngozi Adichie: «Una experiencia privada»

Chimamanda Ngozi Adichie es una escritora nigeriana, referente de la lucha contra la discriminación sexual y defensora del papel de la mujer en África y en todo el mundo.

Nació en el seno de una familia de etnia Igbo. Sus padres trabajaron en la Universidad de Nigeria, su madre como secretaría y su padre como profesor. Con 19 años, se marchó a Estados Unidos para estudiar Comunicación y Ciencias Políticas en la Universidad Drexel (Filadelfia). Continuó sus estudios en la Universidad Estatal del Este de Connecticut y se graduó en 2001. También cursó estudios de escritura creativa en Baltimore, y un máster de estudios africanos en Yale.

Ha recibido varios galardones por su obras: el Writers’ Prize for Best First Book  en 2003, el Premio Orange de Ficción en 2007, el Chicago Tribune Heartland Prize y el Premio  del National Books Critics Cercle), ambos en 2013.

En la actualidad vive entre Nigeria y Estados Unidos impartiendo talleres literarios y ofreciendo conferencias alrededor del mundo, mayoritariamente sobre feminismo. Algunas de sus comunicaciones más significativas se encuentran publicadas como breves ensayos por la editorial Random House: Todos deberíamos ser feministas, Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo y El peligro de la historia única

En su compendio de relatos Algo alrededor de tu cuello, publicado por primera vez en 2009, nos habla sobre la  raza,  el desarraigo, el feminismo y los conflictos que se sufren en su país por culpa de las diferencias religiosas. Temas que desarrolla también en el resto de sus obras.

Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana: “Sí importan las historias  que leemos” « Diario y Radio U Chile

Un conflicto de fe

En Nigeria existe a día de hoy un fuerte conflicto religioso entre cristianos Igbos y musulmanes Hausa.

Los Igbos son una de la etnias más significativas del país y de todo el continente africano, ya que tienen una gran influencia y volumen (en torno a los 25 millones de personas). Durante el siglo XIX, con el colonialismo británico se introdujo el idioma inglés, uno de los más hablados en Nigeria junto con el nativo (Igbo), y se expandió la religión cristiana, católica en su mayor parte. Los cristianos Igbos se agruparon en su mayoría en los estados del sur.

En la zona norte del país, sin embargo, predominan los pueblos Hausa musulmanes. A través de los años, los Hausa han mantenido lazos con diferentes pueblos como los tuareg, los bereberes y los árabes, así como con otros pueblos islamizados de África Occidental.

La antigua religión y tradiciones Igbo son los Odinani, donde la divinidad suprema es Chukwu (el Creador). Era una religión fundamentada en el teocentrismo y la espiritualidad regía la vida diaria. En las áreas rurales del norte se mantuvieron las creencias animistas durante mucho tiempo aunque después, se empezaron a combinar con la práctica musulmana. Estas creencias todavía perviven en la sociedad aunque ya de manera muy reducida y casi en la sombra.

Las yihads llevadas a cabo por en los siglos XVIII y XIX llevaron a la conversión forzosa, la esclavitud o la muerte de los que mantenían prácticas religiosas tradicionales diferentes del Islam.

Las tensiones étnicas y la fe tienen el país dividido en dos. Durante los últimos años, muchos cristianos Igbo, residentes en el norte, han sido asesinados por grupos de Hausa musulmanes. Y los Igbo se han desquitado con violencia igual contra los musulmanes. El motivo principal de este conflicto es la presión de los musulmanes para que el Gobierno instaure la Ley Islámica o Sharia en sus zonas de influencia. Las disputas entre ambos han dejado más de 12.000 muertos. 

La lucha de la mujer en África: El coraje de las mujeres Igbo

Por otro lado hay que destacar el papel de la mujer en el continente africano. Hacer visible el rol de la mujer en la sociedad es el desafío de África si quiere lograr su desarrollo.

Se puede decir que la mujer en África está entre el activismo y la desigualdad: la mujer es una pieza clave para alcanzar el desarrollo económico, la igualdad social y política y obtener la paz en muchos territorios. Sin embargo, en algunas partes del continente, continúa padeciendo sumisión e inferioridad, y en muchas ocasiones estas condiciones son silenciadas.

Existe una enorme brecha que separa hombres y mujeres en África, particularmente en la región Subsahariana. Esta es la causa de que haya un importante parón en el desarrollo de estas zonas. Aunque se está trabajando en algunos puntos sobre esto, la mujer sigue sufriendo condiciones de pobreza extrema por encima del hombre. Esto está directamente relacionado con la discriminación de las mismas en cuanto a su libertad y sus derechos económicos y legales. En contraposición con esto último se sabe que las mujeres africanas mantienen el 90% de la economía, producen el 80% de los alimentos y sustentan a más del 40% de las familias.

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Las mujeres igbo son un ejemplo de la lucha por los derechos de la mujer en África. En el año 1929 tuvo lugar la llamada Guerra de la Mujer Igbo (en idioma Igbo Ogu Ndem, la lucha de las mujeres). Miles de mujeres del campo de las provincias de Owerri y Calabar se concentraron y presentaron ante los Jefes de Garantía (autoridades locales), que restringían sus libertades, limitando el papel de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. Las mujeres exigieron una mayor participación femenina en el gobierno, consiguieron la dimisión de varios Jefes de Garantía y un total de dieciséis cortes nativas se destruyeron o fueron incendiadas. La posición de la mujer en la sociedad nigeriana mejoró notablemente pasando incluso a ocupar asientos en las Cortes Nativas e inspirando movimientos feministas posteriores en otras zonas del continente africano.

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Este suceso demuestra el coraje y valor de la mujer africana y es uno de los pasajes más importantes de la lucha de la mujer en África. A pesar de esto la mujer en muchas partes de este continente tiene aún mucho camino por andar en pro de la igualdad de género.

Varios años después la mujer sigue intentando obtener mayor visibilidad. Ya han sido tres las africanas que se han hecho con algún Premio Nobel. En 1991, la activista política y escritora sudafricana Nadine Gordimer recibió el Nobel de Literatura, en 2004 y 2011 ganaron el de la Paz: la activista política y ecologista keniana Wangari Maathal, y la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf.

Otras mujeres han obtenido reconocimientos regionales e internacionales en diferentes ámbitos por su esfuerzo y su lucha. Tal es el caso de la activista congoleña Rebeca Masika Katsuva, la guionista Amma Asante y la empresaria Winifred Selby de Ghana, la atleta etíope Almaz Ayana, las políticas sudafricanas Geraldine Fraser-Moleketi y Nkosazana Dlamini-Zuma y la activista y profesora keniana Wanjiru Kamau-Rutenberg. En Nigeria, además de Chimamanda Ngozi Adichie, también otras mujeres han tenido importante repercusión: la joven escritora y directora Zuriel Oduwole, la cofundadora de Transparency International, Obiageli Ezekwesili, la arquitecta Olajumoke Adenowo, la presentadora Mo Abudu o la vicepresidenta del Banco Mundial Arunma Oteh.

La presencia de la mujer en puestos de responsabilidad locales, nacionales y globales, es fundamental para superar los grandes retos a los que se somete hoy en día la humanidad: la pobreza de más de la mitad de la misma, la violencia, el incumplimiento de los derechos humanos o el abuso de poder.

«Una experiencia privada»

Una experiencia privada es uno de los doce relatos que aparecen en el libro Algo alrededor de tu cuello de Chimamanda Ngozi Adichie. Narra el encuentro entre dos mujeres que, en medio de un disturbio entre musulmanes Hausa y cristianos Igbo, se esconden en una pequeña tienda de comestibles abandonada. La acción se desarrolla en la ciudad de Kano, al norte de Nigeria. Kano es en gran parte musulmana. Los cristianos y los seguidores de otras religiones no musulmanes forman una pequeña parte de la población. En este territorio las mujeres pueden ser castigadas o penalizadas por la participación en deportes o actos públicos[1].

Chika es una mujer cristiana de etnia igbo que vive en Lagos y está de vacaciones con su hermana en Kano, visitando a su tía. Se trata de una mujer de familia adinerada, la autora nos dice que portaba un bolso Burberry comprado en Londres, que abandona durante la revuelta. No sabe nada de disturbios ya que “lo más cerca que ha estado de uno fue en una manifestación de la universidad a favor de la democracia”. Como sabremos posteriormente, posee una formación británica y toda su vida ha tenido criados en casa.

Sobre la otra mujer, de la cual no conoceremos el nombre en ningún momento, se nos dice que es musulmana hausa: “Aunque no tuviera un fuerte acento hausa, sabría que es del norte por su rostro estrecho y la curiosa curva de sus pómulos, y que es musulmana por el pañuelo”. Esta segunda mujer se preocupa por un collar que ha perdido mientras corre para ponerse a salvo. Seguramente un collar compuesto por “algunas cuentas de plástico ensartadas en una cuerda”.  Además “su pañuelo tiene el vistoso atractivo de lo barato”. La musulmana está habituada a los disturbios y conoce la forma de actuar de los terroristas.

Al final de esta descripción se nos revela que la mujer musulmana tiene el pañuelo colgando del cuello y no rodeando su cara. Este último detalle hace que las dos mujeres se encuentren en una posición de igualdad ante el lector ya que el pañuelo no es, desde ese momento, un elemento diferenciador entre ambas. Además este pañuelo jugará posteriormente un papel primordial en la historia, adquiriendo un simbolismo especial.

Cuando se desata el conflicto, la mujer musulmana, conduce a Chika hasta una tienda vacía para que puedan pasar desapercibidas. Es allí, en ese espacio tan reducido, donde se desarrolla la historia. La tienda se convierte en un lugar íntimo donde las mujeres comparten algunas de sus experiencias y formas de ver la vida. Ambas se encuentran dentro de una burbuja que las aleja de la realidad de la guerra entre dos ideologías opuestas, a las que además pertenecen. Se crea una atmósfera de enorme privacidad en la que a pesar de sus diferencias, el hecho de que una haya socorrido a otra en un momento difícil significa mucho.

En la tienda al principio predomina el silencio y el relato se desarrolla gracias al papel omnisciente del narrador, que hace continuas alusiones a lo que está sucediendo fuera (lo cual la protagonista verá mucho más tarde, cuando salga de su escondite). Se describe la forma en la que Chika vive el conflicto. Envuelta en la incertidumbre de no saber qué hacer, cómo actuar, “quién era quién ni quién mataba a quién”. Y cómo posteriormente irá descubriendo la crudeza y las fatales consecuencias de los disturbios de fe en Nigeria: “Más tarde se enterará de que, mientras las dos hablan, hay musulmanes hausas matando cristianos igbos a machetazos y pedradas”. Para lograr esto el narrador se sirve de saltos simultáneos en el tiempo y en el espacio, pasando de relatar los momentos que comparten las mujeres en la tienda, a contar las vivencias de Chika una vez pasado el conflicto.

El trato entre ambas mujeres es educado y respetuoso durante toda la historia. Chika sujeta la puerta para que su compañera pase a la tienda, después de haber sido conducida hasta allá y agradece a la mujer musulmana su ayuda. La mujer musulmana en un momento dado extiende parte de su vestimenta típicamente árabe, para que Chika pueda sentarse en el suelo sin ensuciar la suya, de corte totalmente occidental: “falda tejana y camiseta roja estampada con una foto de la Estatua de la Libertad”.

Es un encuentro muy íntimo entre dos mujeres, que quizá en otro contexto, jamás hubieran coincidido en un espacio tan reducido. Entran en juego desde el principio del relato los sentidos y las sensaciones: los colores, olores, sonidos… tal y como se ve en este fragmento: “Se agacha para sentarse en el suelo, mucho más cerca de las mujer de lo que se habría permitido en circunstancias normales (…) Le llega el olor de la mujer, algo intenso como la pastilla de jabón con que la criada lava las sábanas”.

Las mujeres dialogan acerca de sus formas de vida y se preocupan por sus familiares perdidos en el conflicto. También hablan sobre sus profesiones: Chika estudia medicina en la Universidad de Lagos, mientras la mujer musulmana es comerciante. A raíz de esto se desencadena uno de los momentos más íntimos de la historia: la mujer musulmana se levanta la blusa y se desabrocha el cierre delantero de su sujetador para mostrar a Chika sus pechos, refiriendo un ardor intenso en sus pezones. Se descubre entonces que la mujer tiene un bebé al que aún amamanta. Chika le recomienda hidratar sus pezones tras la lactancia del niño y le instruye sobre cómo amamantarlo de manera correcta.

Otros dos momentos de privacidad suceden cuando la mujer musulmana se lamenta y llora en silencio por la separación de su hija durante el disturbio: “El llanto de esta mujer es privado, como si llevara a cabo un ritual necesario que no involucra a nadie más”. Y cuando, posteriormente reza para que todo salga bien y tanto la hermana de Chika como Halima, su hija estén sanas y salvas en algún lugar. Durante estas dos acciones la mujer cristiana es una mera observadora. “Sabe que la mujer está de rodillas mirando a la Meca, pero no mira. Como las lágrimas, es una experiencia privada y le gustaría salir de la tienda”. Ambos momentos sirven para ilustrar el modo de vida de los musulmanes y para que Chika pueda replantearse el suyo, bastante alejado de una fe inamovible: “No recuerda cuando su idea de Dios no ha sido borrosa como el reflejo de un espejo empañado por el vaho, y no se recuerda intentando limpiar el espejo”.

Finalmente, después de tres horas, Chika decide abandonar la tienda cuando cree que los disturbios han cesado. Sale a la calle y empieza a ver los cadáveres carbonizados a su alrededor. La autora describe este momento de manera muy gráfica reflejando así la crudeza de los hechos y realiza esta reflexión: “Mirará solo a uno de los cadáveres, desnudo, rígido, boca abajo, y se dará cuenta de que solo viendo esa carne chamuscada no puede saber si el hombre parcialmente quemado es igbo o hausa, cristiano o musulmán”. Chimamanda realiza con este pensamiento una crítica a los conflictos armados de cualquier tipo, exponiendo que un hombre muerto es un hombre muerto, mantenga las creencias que mantenga en vida.

Como bien dice la autora, para entender estos conflictos hay que ir mucho más allá: “Los disturbios no ocurren en un vacío, lo religioso y lo étnico a menudo son politizados porque el gobernante está seguro si los gobernados hambrientos se matan entre sí”.

La mujer Igbo, abrumada por el exceso de la cruenta realidad, vuelve corriendo a la tienda y en el trayecto se corta la pierna con algo. La mujer musulmana le abre la puerta de nuevo y le cura la herida mojando su pañuelo con agua. Ambas pasan la noche juntas, escondidas en la tienda y al amanecer, cuando realmente se han calmado los disturbios, por fin tienen que separarse. Chika devuelve el pañuelo ensangrentado a la mujer Hausa. Pero al alejarse, su herida comienza a sangrar de nuevo y pide a la mujer musulmana si puede quedarse con él, ante lo que esta última accede. El pañuelo actúa de nuevo como elemento de unión entre las dos mujeres. Un elemento nostálgico y sentimental que se convierte el único recuerdo material de este encuentro: “Más tarde Chika (…) en medio de su dolor recordará que examinó los pezones y conoció la amabilidad de una musulmana hausa”.

“Una experiencia privada” es un relato que une a dos mujeres por lo que son en esencia, sin tener en cuenta su fe o ideología, aunque sin perder de vista esto último en ningún momento. Son dos mujeres totalmente opuestas en costumbres, creencias, forma de ver la vida, vestimenta y educación que aun así se ayudan y comparten momentos muy íntimos sin llegar a ningún conflicto, ofreciendo así un ejemplo de que la solidaridad, el feminismo y la humanidad deben estar siempre más allá de cualquier fe.

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Este artículo se publicó originalmente en la revista OcultaLit
que cesó su actividad el pasado agosto 2020.

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Algunas fuentes de información interesantes:

Adichie, C. N. (2017) Algo alrededor de tu cuello. Barcelona: Literatura Random House.

La autora

https://elpais.com/elpais/2017/10/01/eps/1506809126_150680.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Chimamanda_Ngozi_Adichie

Feminismo

http://www.generandoigualdad.com/
http://www.mujeresporafrica.es/content/mujer-desigualdad-y-pobreza
http://www.vocesenelfenix.com/content/la-situaci%C3%B3n-de-la-mujer-en-%C3%A1frica-entre-el-activismo-y-la-desigualdad
https://es.wikipedia.org/wiki/Lucha_de_las_mujeres_Igbo

Igbos

http://meetingafrica.blogspot.com.es/2012/06/los-igbos.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_igbo
https://es.wikipedia.org/wiki/Lucha_de_las_mujeres_Igbo

Hausas

https://es.wikipedia.org/wiki/Hausas


[1] http://www.generandoigualdad.com/leyes-que-violan-los-derechos-de-las-mujeres/

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