I
En una tormenta bilateral de enfoques paralelos, miro mis manos y encuentro 4: 2 para dejar mis huellas dactilares marcadas en las formas, y otras 2 para alcanzar a Dios.
Todo sigue fragmentado, y una astilla de realidad se clava en mi entrecejo, mi alma augura que la desintegración esta haciendo de las suyas.
Decido alcanzar a Dios con mis manos propias para Él antes de hacerme una con el sueño profundo, y no lo logro.
Dejo de ser voluntad para unirme al universo de los espejos incompletos.
¿Dónde entonces quedó mi reflejo? ¿Cómo puedo despertar…?
II
Y al asomarme por la borda, la vida parece otro viaje. Una palpitación me vibra por dentro, y por fuera, un destello: parece que me llama un milagro.
Intento mover las telarañas que me cubren, mi cuerpo es pesado y cada paso se vuelve más difícil. Ya ni recuerdo por qué me levanté. Solo escucho una voz muy fuerte, como un taladro que no me permite recordar. ¿Hacia dónde iba? ¿Qué buscaba…?
III
Claro claro, el brillo, el milagro, el pálpito, las telarañas, el cansancio ,el frío, la incertidumbre, los cristales. ¿Y si ese brillo no existe y yo me lo inventé…?
IV
No, debe ser real, porque nada ha brillado más en este universo, en este planeta gris de confusión y desgana. Debo alcanzarlo y otra vez, ese latido tan profundo. ¿Es acaso una señal de algo más…?
V
¡Ha regresado, ha regresado! Ahora lo recuerdo, mi cuerpo de voluntad, mi reflejo y esta ancla eterna que me mantiene partida. ¿Y cómo sostengo esta vislumbre de verdad…?
VI
El fuego, la pasión, el movimiento, la intriga…