«Las parodias y las caricaturas son las críticas más penetrantes.«
Aldous Huxley
Jorge Luis Borges, obsesionado con los reformadores, los espejos y los hombres, cuenta en su relato titulado «Etcétera», que cuando falleció Melanchton, le suministraron en el otro mundo una casa parecida a la que tenía este en la tierra. Todo era igual, incluida su biblioteca, de manera que Melanchton continuó trabajando en su escritorio sin saber que ya era un cadáver.
Este ingenioso relato, o mejor, metáfora borgeana, no puede dejar de recordarnos «el otro yo» que habita en la literatura y la metafísica, y que, sin duda, se parece el relato corto titulado «Bestseller» del guayaquileño Enrique Pilozo, donde un escritor ficticio llamado Fulgencio Barros, como si pidiera a gritos pactar con Mefistófeles, lucha una noche entera consigo mismo por obtener tan solo una idea literaria que le dé gloria y fortuna. La frase final del relato: «Fulgencio había fallecido unas horas antes y nadie fue capaz de avisarle» es tan lapidaria como ingeniosa, y demuestra la obsesión que puede embargar a todo aquel que busca el «absoluto» entre la cultura.
Por supuesto, Enrique Pilozo no es Fulgencio, ni como Balzac daría un reino por una idea, pero su pasión igual que una flecha etrusca, une la psicología, el cine, el comic, la literatura, y como acertando en la diana, ha cosechado frutos a nivel nacional, en su natal Ecuador, e internacionalmente, en Estados Unidos y otros países. Igualmente, este hombre comprometido con las ilustraciones y las letras, ha escritor columnas de opinión para «The Ángeles Times», tiene algunos libros en su haber, y ha realizado seis cortometrajes en español e inglés, mejor dicho, es un hombre interesante e inquieto, creativamente hablando.
Una pasión interior que lo ha caracterizado desde su tiempo en el «Saddleback College» donde obtuvo un importante premio de cartoon editorial, y que lo ha llevado por más de tres décadas a obsesionarse por tener la mayor colección de comics originales, y a conocer ilustradores y caricaturistas tan ricos y diversos como Pancho, Roque, Bonil, Asdrubal, los hermanos Peña Herrera, Julián García, todos ecuatorianos, y a nivel general, le ha puesto el ojo izquierdo y derecho a dibujantes internacionales como Nine, Tabaré, Parisi, Boligan, Ruiz, Ares, Turcios, y otros más con apellidos de futbolistas o políticos.

Y es que este coleccionista consumado (¿pueden percibir el olor a tinta en su casa californiana?), no solo es un dibujante, sino también un escritor fino. Confirmando así la verdad de que hay libros para leer, otros para releer, y otros más para coleccionar y admirar (estos últimos son los que ponemos en la parte superior de nuestra biblioteca), pero en específico, me refiero a «Deseo incontrolable» (2020), el denso y reciente trabajo de Enrique Pilozo, que combina, lo excelente de su pluma gráfica con lo mejor de su inventiva literaria, dejando como resultado 100 cuentos cortos que sinceramente, fascinan al lector. Un efecto de gustar, por supuesto, que no es nuevo en su producción, pues ya en su Guayaquil natal había presentado en el 2014 su obra “Hagamos el humor”, que tuvo muy buena acogida y que dejó al público con deseos de más, mucho más.
Así entonces, al mirar en retrospectiva la trayectoria de Pilozo, hay que reconocerle dos cosas: su compromiso político y su carisma como artista. Y por «compromiso político» no me refiero a que incursione en partidos políticos, (si fue partidario de ideas de izquierda, ahora no lo sabemos) sino que todo lo que plasma con tinta, acuarela o carbón, tiene esa connotación sensible de llevar un mensaje para los otros, de despertar la conciencia reflexiva, de azuzar alguna realidad social. Algo que quizá aprendió de su admirado Oswaldo Guayasamín, quien todos sabemos, fue un comprometido con las causas sociales latinoamericanas; y por «carisma como artista», me refiero a su espíritu colaborativo, ya que su cartera de amigos que van desde México hasta Chile, y desde New York, a Dubai, han participado en muchos de sus trabajos gráficos o animados.
Y quizá ha sido esta faceta de hombre político y artista amistoso, la que ha permitido que tenga una plaza abierta para publicar en medios tan importantes como «La Opinión», «The Ángeles Times», y la reconocida y famosa revista «Heavy Metal», y que también gracias a esta visión haya concebido cortometrajes animados como “Los dibujantes” donde entrevistó a 50 ilustradores importantísimos sobre cuatro preguntas: ¿Quién es usted?; ¿Si no hubiera sido caricaturista que hubiera sido?; ¿Qué es lo que más te irrita?; ¿Cómo te gustaría ser recordado? Aunque, por supuesto, no es este su único corto documental animado, pues “La noche de los lápices” es una obra digna de resaltar, ya que toca asuntos políticos muy cercano a una represión futurista orwelliana.

Conversé con él, y realmente hay que decir que, así como el presidente Alfonso López Pumarejo trajo a Colombia al poeta Pablo Neruda, en Pereira el crítico de cine Germán Ossa nos ha presentado al gran ilustrador y realizador audiovisual Enrique Pilozo. Cito la relación, porque si bien tenemos buenos caricaturistas como Matador o Mheo, Enrique es un graficador que tiene muchos méritos para hacernos sentir honrados con su visita, ya que en su haber tiene cinco producciones digitales como director y productor, ha sido actor, es psiquiatra de profesión, y tiene dos premios importantes internacionales que lo acreditan como uno de los mejores en su rubro.
Saludos Enrique, primero quería preguntar: ¿Cómo un tecnólogo en psiquiatría termina ilustrando?
La pregunta sería, ¿cómo terminé escribiendo?, pues comencé muy joven como ilustrador, y ahora tengo unos 30 libros llenos de sketches. Un día sentado, mirando mis dibujos, me di cuenta que cada uno de ellos contaba una historia, y así fue que nació « Deseo Incontrolable », donde hay 100 cuentos cortos. Este es, por supuesto, el segundo libro que acabo de publicar.
¿Qué técnica emplea en sus gráficos o caricaturas?
No tengo una técnica especifica. Porque la mayoría son grabados, además, salto de los grabados al óleo, de ahí a la acuarela, sigo con la escultura, y otras cosas más. Soy muy inquieto en ese aspecto, como ya pueden ver en mi recorrido como artista.

¿Ha tenido alguna influencia de otros autores en su estilo?
Todos tenemos influencia de tipo subconsciente. No es que digamos que voy a copiar a tal o cual autor, sino que agarramos influencia subconscientemente al apreciar otros trabajos. No sé si es porque sea ecuatoriano, o por mis años de experiencia en la caricatura, pero he sido uno de los pocos que ha publicado en Heavy Metal, la famosa revista de historietas de fantasía norteamericana, conocida principalmente por su mezcla de fantasía oscura, ciencia ficción y erótica.
¿Cómo define su tipo de caricatura?
Comencé haciendo cartoon político para los periódicos de la universidad donde estudié. Incluso gané un concurso y obtuve el primer puesto en un evento donde participaron 30 universidades. Así fueron mis inicios. De ahí armé un portafolio, me presenté al The Ángeles Times, y les gustó lo que hacía y me emplearon. Pero en realidad yo he dibujado más que todo como hobby, para desestresarme, porque me he ganado la vida ejerciendo de técnico psiquiátrico. Profesión de la cual soy jubilado.
¿En literatura qué le gusta, qué ha leído, o del cine qué autores le atraen?
Leo todo lo que caiga en mis manos (Risas). Leí mucho a José Ingenieros, La rebelión de Tupac Amaru, incluso Mein Kampf, y otros títulos, pero por supuesto, esto fue en mi etapa escolar en Ecuador. Y de cine, podría hablar de Martin Scorsese, Woody Allen, Stanley Kubrick, es decir, todos los clásicos.
¿Qué busca con la publicación del libro «Deseo Incontrolable»?
En la introducción del libro se dice mi motivación, pero en sí, es: «Escribo, dibujo, filmo, amo con la pasión de los inquietos, de los que van dejando huellas y sembrando recuerdos por los caminos de la vida, con estas cortas historias pretendo encender la imaginación, provocar y entretener a la vez.»