La vida de Horacio Quiroga es curiosa e inquietante, su obra estuvo marcada por la muerte, la tragedia y la naturaleza. Formó parte de movimientos vanguardistas, como el modernismo y el naturalismo. Es considerado uno de los referentes de la literatura rioplatense.
Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació en 1878, en Uruguay, aunque gran parte de su existencia se desarrolló en Argentina. Su vida estuvo marcada por importantes tragedias, entre ellas las pérdidas de seres queridos y las historias de amor fallidas, algo que sin dudas se plasmó luego en su escritura. Su padre falleció cuando él tenía apenas dos meses de edad, tras un accidente con una escopeta. Posteriormente, su madre, se suicidó cuando él era adolescente. Algunas referencias dan cuenta que Horacio vio el momento en que su madre se disparaba.
Desde muy temprana edad, cuando aún asistía al secundario, el escritor uruguayo manifestó interés por la literatura, la fotografía y la vida de campo; áreas que constantemente retomaría en sus producciones. De hecho estos intereses se mantuvieron en el tiempo, mientras asistía a la Universidad de Uruguay. Durante esa etapa escribió en los periódicos La Revista y La Reforma, y la experiencia le permitió mejorar su escritura. En 1987, compiló 22 poemas.
El inicio literario formal de Quiroga comenzó a partir de un grupo de literatura, fue allí donde escribió sus primeros cuentos y en 1901 publicó su primer libro. Ese mismo año, nuevamente la muerte acosó al escritor. Sus dos hermanos y su amigo fallecieron producto de accidentes, y esto marcó un quiebre en la vida y escritura del autor. A partir de esos hechos, decidió radicarse en la selva misionera. Se limitó a vivir una vida introspectiva y fue allí donde alcanzó la madurez como escritor.
La tragedia fue una constate en la vida de Quiroga, presente incluso en su vida afectiva. En 1908 se casó con Ana María Cires y con ella tuvo dos hijos, pero ella no estaba feliz de vivir en la selva misionera y en 1915 se suicidó. Horacio se mudó con sus hijos a Buenos Aires. Durante este periodo escribió algunas de sus obras más importantes, entre ellas “Cuentos de la Selva”, publicado en 1918, integrado por ocho relatos, que oscilan entre lo real y lo fantástico.
Otras de las obras significativas de Quiroga son “Los arecifes de coral” (1901), “La historia de un amor turbio” (1908) y “Cuentos de amor, de locura y de muerte” (1917). En este último, se vislumbra el pasado trágico del escritor. Los 18 cuentos que integran el libro dejan entrever algunos temas como el sufrimiento, la demencia y las obsesiones. En ellos, Quiroga recrea una atmósfera hostil y lúgubre, al mismo tiempo que da cuenta de la complejidad del ser humano y el temor frente a problemáticas existenciales.
Cuando en 1936, le informan a Horacio que padecía un cáncer terminal, él decide poner fin a su vida y toma cianuro; sellando de una vez y para siempre toda posibilidad de escritura.
Los textos de Quiroga tienen una identidad propia, articulan la naturaleza y la vida del hombre a partir de descripciones sencillas pero vivenciales. Aún hoy, este escritor es considerado uno de los referentes del cuento en la literatura latinoamericana. Pese a tanta tragedia algo queda claro: Su prosa, natural y furiosa, ha vencido a la muerte.