Marina Casado es licenciada en Periodismo, colabora en el periódico El País, es doctora en Literatura y actualmente compagina su labor docente como profesora de lengua y literatura castellana con sus estudios de Filología Hispánica. Obtuvo diversos galardones, como el Premio Carmen Conde de Poesía (otorgado por la editorial Torremozas) por Este mar al final de los espejos, además de ser finalista del Premio Adonáis en 2018, 2019 y 2020. Fundadora del grupo poético Los Bardos, no solo escribe poesía, que podemos leer en otros poemarios suyos como Los despertares, Mi nombre de agua o De las horas sin sol, sino que publicó un ensayo sobre Alberti en la editorial Líneas Paralelas y, más recientemente, en 2021 publicó su primera novela juvenil titulada Los doce reinos del tiempo (Ediciones de la Torre).
Es este su quinto y último poemario titulado Los ojos fríos del vals, prologado por Andrés París y publicado por la asturiana Bajamar Ediciones, editorial que nace en 2016 y en la que se registran tanto voces nuevas, emergentes, como voces que ya nos van sonando.
Marina nos advierte en la primera página que sus versos los dedica a las princesas cisne, a Darío, Cernuda y todo aquello que, dice, no debería gustarle. Añade como imperativo que deberíamos resucitar a ese cisne cuyas alas fueron diseccionadas. Por supuesto, todo esto nos sonará a las vanguardias, a esa poesía que poetas como Enrique González Martínez invitaba a detener, a “torcerle el cuello al cisne”, siendo este una de las primeras voces disidentes que se alzó en contra del modernismo iberoamericano capitaneado por Darío. En su soneto, comenzaba: «Tuércele el cuello al cisne/ de engañoso plumaje/ que da su nota blanca al azul de la fuente».
Esta referencia es crucial, pues creo que Marina establece un diálogo con esta invitación con la que está claramente en desacuerdo. Ella propone como respuesta recolocar el cuello a ese cisne y coser de nuevo esas alas, pues dice en uno de sus versos: «Hay que resucitar al cisne (…) y no cortar más alas».
Su poesía ofrece imágenes plagadas de violines, rosas, leones, cuentos, espejos, dragones, Sorolla, incluso, además de la nostalgia, patente entre sus líneas. Y una tristeza que cae suave en las páginas, una tristeza que disecciona y analiza: «Estar triste consiste/ en inventar un bosque/al que poder marcharnos/cuando no quede nadie (no es posible que quede nadie)». O: «llegará el día en que también/ añoraremos este tiempo».
Son la ausencia y la nostalgia dos conceptos entrelazados que cohabitan precisamente en la memoria. Sin memoria, por tanto, no hay razón para la nostalgia, esa del verano del 97 o la de esos ojos que cruzan el espejo en el poema “He heredado el color de su mirada”.
Afirma el yo poético, si continuamos en la memoria, que es la primera de las tres partes de su poemario, que cuando está inmerso en el recuerdo “la muerte nunca fue para nosotros”. Y es que la muerte, en el fondo, no la desea nadie. Pero llega. Y con ella, la ausencia. Y así, la nostalgia.
Por supuesto, subyace una profunda tristeza en esa nostalgia: “el sueño se parece a una puerta cerrada/ Acabaremos comprendiendo que aquel río/ era un pozo de sangre/ y todo volverá a llorar despacio/ como diciendo adiós”.
En la segunda parte, rescata a Odette y Odile, del cuento de hadas-ballet El lago de los cisnes de Chaikovski, 1875. Y aquí también perdura la memoria: “no soy más que/ un intento fallido/ de olvidarte”.
Es en «Historia de la noche» (la tercera parte) cuando Odette se despide de Odile, aquí el yo poético se metamorfosea en cisne: “bajo mis alas invisibles duerme el vals”. Aparece el tiempo antropomórfico, que se vuelve al barman y le pide un “champán sin espinas”. Y, como cierre, ese vals que anuncia en el título hace su aparición en escena en esta tercera parte, la más experimental de todas, que anuncia como “Poema representable en cuatro actos”, en donde la voz poética se atreve con la experimentación, la introducción de acotaciones, la plena libertad formal en este “mundo secreto de la medianoche”, que describe la voz lírica y al que se nos invita a entrar.