En los trabajos de María Casiraghi como poeta, narradora o periodista, vamos a encontrarnos con una autora comprometida. A la militancia de la palabra, suma el foco sobre los pueblos originarios, el medio ambiente y el viaje en tanto necesidad de movimiento con un propósito. Al leer Nomadía, libro de relatos publicado por primera vez en 2010, descubrí su capacidad para acercarnos a las voces de quienes habitan la Patagonia. María Casiraghi demuestra que a través de la literatura es posible transformar lo que entendemos por tierra. Con tantos kilómetros recorridos y páginas escritas, esta entrevista busca generar una aproximación a su obra.
¿Cuándo empezaste a escribir? ¿Qué experiencias en la vida y en la literatura te motivaron?
Empecé de muy chica, sin mucha conciencia de lo que hacía ni por qué. Escribía en mi diario íntimo, o en papelitos sueltos, poemas, canciones, y también cuentos. Después, quizás en una segunda instancia, las lecturas que hacía me empezaron a motivar para escribir, más que nada, prosa. La literatura me transportaba, alimentaba mi imaginación, y me pedía que pensara nuevas opciones, que jugara un poco. Novelas policiales, de aventuras, los clásicos siempre, hasta que en la adolescencia empecé a leer a autores como Quiroga, Cortázar, Ray Bradbury (me maravillaban) y el gran Hermann Hesse, indudable su influencia, pero no hablo de influencias de estilo, ojalá así fuera, me refiero a que esas lecturas despertaban mi deseo de escribir.
¿Cómo apareció tu necesidad de contar la realidad de los pueblos originarios? La novela Otro dios ha muerto (2015) se centra en la vida y memoria de Petrona Prane, mujer mapuche que vivía en una comunidad en el boquete Nahuel Pan, en Chubut.
Apareció por un azar del destino si se quiere, aunque no creo mucho en el azar. Yo viajaba como periodista por el sur de la Patagonia, año 2000, junto a la fotógrafa Marta Caorsi, con el fin de relevar material para dos libros, uno de retratos y otro de paisaje, flora y fauna, contratadas por una editorial de Buenos Aires. Viajamos seis meses solas por toda la provincia de Santa Cruz, entrevistando a sus habitantes y sus entornos. Y así dimos con Petrona Prane, una mujer maravillosa, que vivía en Pico Truncado desde hacía unos años con su pareja, el Vasco. Nos cautivó. Ella, su historia, su ternura y su fortaleza, sin duda una mujer excepcional. Era hija del Lonco Emilio Prane, del Boquete Nahuel Pan (Chubut) y había sido desterrada de su tierra al año de vida, en un desalojo violento como han sido y siguen siendo, lamentablemente, los desalojos indígenas. Pasamos un buen tiempo con ella, con la promesa de volver. Volvimos cuando presentamos los libros, y desde entonces nos comunicábamos por teléfono. Ella quería que escribiera su historia, que la ayudara a difundirla, y más de una vez me invitó a que asistiera a los rogativos de su comunidad. Se había sumado a la lucha por la recuperación de su territorio, y como era la única que conservaba la memoria ancestral, los ritos, la lengua, todo, se dedicaba a enseñar a las nuevas generaciones este legado. El tiempo pasó, y a pesar de mis intentos, no pude volver. Un mal día Petrona murió de un infarto. No pasaba los 63 años. Con su muerte quedó trunco nuestro proyecto de escribir su historia. Mi novela nace para cumplir esa promesa.
Aunque lleva siglos la lucha de los pueblos originarios, en esta época en que el planeta está siendo devastado de una manera tan salvaje, el aporte de su cultura y cosmovisión se vuelve fundamental para que, aprendiendo de ellos, restituyamos una relación armónica con la naturaleza.
En cuanto a tu poesía, Décima Luna (2011) es un libro que escribiste a raíz de tu maternidad. ¿Te gusta reunir poemas en torno a un tema o cada poemario representa, más bien, el momento en el que te encontrás?
Más bien lo segundo, no soy de esquematizar mucho nada. Mis libros de poesía que son “temáticos” por llamarlos de una manera, no son decididos a priori, no me sale bien eso de “elijo tema y después trabajo”, me parece que los temas nos eligen. Creo que eso es lo que hace la poesía, cuando algo nos inquieta o nos conmueve, hasta que no lo escribimos, no nos deja en paz. Así surgió Décima Luna, pero también Cóndor, que reúne una serie de poemas inspirados en este ser enigmático de nuestro cielo, nacidos en sucesivos viajes por el Cañón del Colca en Perú, o mi último libro El tao de las palabras, que fue escrito por una obsesión en torno al lenguaje y su misterio, a la relación de las palabras con el ser, con nuestro cuerpo y con el cuerpo poético.
¿Qué le dirías a alguien que quiere publicar su primer libro, pero no sabe cómo?
No sé si tengo mucho para decir, es un camino bastante personal, cada quien tiene sus formas. Pero quizás le sugeriría simplemente que se anime, que no tenga miedo de golpear puertas. Sin pausa y sin prisa. Quiero decir, ni apurarse en sacarlo verde, ni dejarlo madurar tanto hasta que se pudra; a veces, para seguir escribiendo cosas nuevas necesitamos cerrar ciclos. Publicar es cerrar y abrir al mismo tiempo. Es un proceso hermoso. El primer libro nunca se olvida.
Hablanos de “Bosques de la poesía” y del proyecto CONASUD.
Bosques de la poesía es un movimiento de poetas y artistas en defensa de la naturaleza que nació en pandemia, ante los devastadores incendios forestales de Córdoba y que después tristemente siguieron proliferándose en todos lados. Tres poetas, Teuco Castilla, Aldo Parfeniuk y Pedro Solans empezaron con este proyecto fundando lo que fue el primer bosque de la poesía en Argentina, en Carlos Paz, en diciembre de 2020. Lo que propone el movimiento es fundar bosques nativos en distintas localidades, que esos bosques funcionen además como centros culturales al aire libre y al interactuar con sus habitantes le recuerden siempre la importancia del cuidado de la biodiversidad y la defensa de la naturaleza.
Se han fundado decenas en Argentina y se ha extendido el movimiento por Bolivia, Perú, Ecuador e incluso España. De Bosques de la poesía nace CONASUD, una agrupación cuyo principal fin es impulsar una ley en Argentina que declare a la naturaleza como sujeto de derechos. En la agrupación hay importantes juristas, ambientalistas, una senadora nacional, periodistas y poetas. Mi rol es justamente el de comunicadora, me ocupo de la difusión y comunicación. Si bien las reuniones de CONASUD vienen teniendo lugar de manera virtual desde hace más de un año, hace poco se hizo el primer encuentro presencial y pronto se hará un lanzamiento público (Nota del entrevistador: tanto el link a la página de CONASUD como las redes sociales del proyecto aparecen al final de la entrevista).
¿En qué proyectos trabajás en la actualidad?
Estoy cerrando un libro de poemas y trabajando en otro, bastante frondoso, nacido en 2020, que me llevará tiempo hacerlo porque escribí mucho ese año de encierro y tengo que ver qué hago con todo el material. También planeo retomar un libro de relatos que vengo trabajando desde hace tiempo, vinculado a historias, relatos que tuvieron lugar en diferentes instancias de viaje a lo largo de mi vida. Al mismo tiempo, si logro organizarme, planeo para junio, julio, meterme de lleno con una novela; aún estoy terminando de hacer el trabajo previo de investigación y armado, estructura, etc. Seguro sea un proyecto de muy largo plazo, así que será cuestión de sentarse y empezar.

María Casiraghi nació en Buenos Aires en 1977. Es poeta, narradora y periodista.
A través de Alción Editora (Córdoba, Argentina) publicó los poemarios Escamas del silencio (2004), Turbanidad (2008), Décima Luna (2011), Loba de Mar (2013), Albanegra (2015) y Cóndor (2018). Con Ediciones en Danza (Buenos Aires) publicó los poemarios Música griega (2019) y El tao de las palabras (2021). Cuenta, además, con una antología personal: Vaca de Matadero (2017, Ed. Summa, Lima, Perú).
Como periodista, es autora de Retratos, Patagonia Sur y Patagonia Sur -Santa Cruz- Argentina (GAC, 2000) junto a la fotógrafa Marta Caorsi, y desde 2012 colabora en publicaciones culturales y de viaje.
Tiene en su haber el libro de relatos Nomadía (Monte Ávila, Caracas, Venezuela), con el que recibió la Mención Honorífica Premio especial Ricardo Rojas en género cuento y novela bienio 2009-2012, y la novela Otro dios ha muerto (2015, Alción, Córdoba, Argentina).
Tradujo libros de viajeros naturalistas europeos de fines del siglo XIX por la Patagonia, entre ellos Wilds of Patagonia, de Karl Skottsberg y Wanderings in Patagonia, de Julius Beerbohm (Editorial Sagier y Urruty, Buenos Aires, 2003). Participó en festivales de poesía nacionales e internacionales, publicó sus cuentos y poemas en revistas y blogs de la Argentina y el exterior e integra numerosas antologías tanto de narrativa como de poesía. Hasta la fecha, su poesía fue traducida al portugués, inglés y francés.
FB: maria.casiraghi.77 / IG: @maria.casiraghi
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Foto principal: La Casa del Sol Estudio