Entrevista a Juan Carrá, escritor y periodista

Con o sin nuevo libro bajo el brazo, Juan Carrá tiene temas de sobra para abordar en una entrevista. El escritor y periodista argentino vio publicado este año Lógica de la perturbación por Salta el Pez Ediciones. En el libro encontramos once cuentos acerca de la familia, el poder, el crimen, el azar, entre otros tópicos que se vislumbran propios de su escritura. Ficciones que nos recuerdan que la literatura provee modos de aproximación a los diferentes problemas de la sociedad. La entrevista pondrá foco en la carrera del autor, en su libro, en su compromiso con la memoria de las víctimas de la última dictadura militar argentina (1976-1983) y en su mirada sobre el género policial y la novela negra.

Un escritor es, primero, un lector. ¿Cómo fueron tus inicios en la lectura?

Yo marcaría dos momentos: el principio cuando tenía alrededor de diez, doce años. El primer momento con un libro fue con Las aventuras de Tom Sawyer, de la colección Robin Wood. También estaba Las mil y una noches, de esa misma colección, en la casa de mi abuela. A partir de esas lecturas tuve mi primer contacto con la literatura. Después eso se cortó y no fui un lector muy consecuente, ni de chico ni en la adolescencia. A fines de la secundaria empecé a tener lecturas más políticas, de sociología, ciencias políticas, y la literatura empezó a entrar por ahí, con Walsh, Roberto Arlt, Osvaldo Soriano, autores que exploré siempre buscando el lado social de la literatura. Se me empezó a abrir un nuevo mundo. La literatura llega un poco tarde a mi vida, pero con mucha potencia, te diría que a partir de los veinticinco años ya con una voracidad muy grande, tratando de recuperar el tiempo perdido como lector y, en simultáneo, va surgiendo también la intención de la escritura.

¿Cuándo te surgió la idea de publicar?

En un momento determinado empiezo a estudiar Periodismo. Yo trabajaba reparando impresoras como técnico de informática, y me cansé de ese trabajo. Quería explorar otra cosa, sentía que tenía cosas para contar, sobre todo en términos políticos, y creí que el periodismo era el camino para eso. Empecé a estudiar Periodismo, y la primera pulsión de escritura tiene que ver con ese género, ese formato, y la literatura llega bastante después, mientras yo trabajaba en el diario El Atlántico. Empecé a escribir lo que fue después mi primera novela, Criminis Causa, a partir de un caso policial que me tocó cubrir en la sección Policiales del diario El Atlántico. Había tenido un coqueteo antes con un cuento sobre Malvinas que se llama “La llamada”. Ese cuento lo publiqué en un diario, y después tuve algún que otro apunte de posible cuento, pero no había una relación muy formal con la escritura de ficción, hasta que en el diario surge la posibilidad de escribir como una salida más catártica que como una expresión seria de deseo artístico. Eso después se fue configurando. En relación a cuándo se me ocurrió publicar, no se me ocurrió en ningún momento, sino que se me empezaron a aparecer las oportunidades y fui publicando, y en un momento vi que lo que escribía funcionaba, que tenía lectores y lectoras, que recibía buenas devoluciones, y empecé a tomarlo con mayor seriedad. Y acá estamos, con ocho libros publicados.

¿De qué formas aparecieron los cuentos de Lógica de la perturbación?

Los cuentos de Lógica de la perturbación tienen diferentes historias de cómo fueron surgiendo. Es una recopilación de cuentos que fueron escritos en diferentes momentos, no pensados para ser publicados todos juntos. Incluso algunos cuentos son a pedido, para algunas antologías. Otros son más ejercicios narrativos para algún que otro ciclo de lecturas que pedía algún texto temático. El primer texto, “Pura tapera”, es un cuento que surgió a partir de una iniciativa de Bibiana Ricciardi para escribir un audiocuento que está en Spotify. A partir de diez sonidos que me entregaron tuve que escribir un cuento y la verdad que ese texto me gusta mucho, y decidí incorporarlo a esta antología. Después hay un cuento que es un homenaje a Riquelme para una antología que iba a salir con esa temática, que después no se publicó. Hay otro que es de corte policial, con un poquito de terror, que estaba publicado en una antología de terror que se llama Pelos de Punta. “La enfermedad” es uno de mis primeros cuentos escritos que se terminó publicando en una antología, Charco Negro, acá y en España, también en la colección Leer es Futuro, que salió desde el Ministerio de Cultura en el último gobierno de Cristina, y que se reedita ahora en este formato. Después hay un texto escrito en el marco de la Feria del Libro de Merlo que es un texto homenaje a Quiroga. Hay un texto homenaje a Buster Keaton, que surgió en el ciclo Función Privada, que dirigen Hernán Lucas y Leonardo Oyola. Y así fueron apareciendo. En realidad, la editorial me propuso publicar algo con ellos, y empecé a juntar los cuentos que tenía dando vueltas y que creía tenía sentido que tuvieran una publicación sistematizada en un libro, y surgió este volumen, que creo que tiene una solidez temática muy interesante a través de este eje de la perturbación. Los personajes perturbados, la perturbación de esos personajes, te diría que son el eje temático que los unifica.

Fuiste adolescente en la década de 1990, época en la que empezaste a militar y a asistir a tus primeras marchas por Memoria y Justicia…

Para mí, haber sido adolescente en los ochenta y noventa y haber vivido esa etapa de despolitización muy fuerte producto del menemismo y lo que fue, a nivel mundial, el “fin de las ideologías”, me marcó muchísimo. Porque haber abrazado en ese momento la militancia, la causa de derechos humanos, salir a la calle a militar por la Verdad y la Justicia en la época de los indultos, en la época de la Ley de Obediencia Debida y la Ley del Punto Final, de la impunidad, hicieron carne muy fuerte en mí toda la temática que tiene que ver con la lucha revolucionaria de los setenta, pero sobre todo también con la lucha contra los dictadores del genocidio que vivimos en la década del setenta en la Argentina, de la mano de los militares. Eso se terminó convirtiendo en un eje temático muy importante que tiene que ver con mi trabajo literario.

En ESMA, Ojos al ras y Agazapado mostrás maneras diferentes de acercarse a la dictadura y a sus consecuencias…

Sí, como te decía recién, es más un trabajo periodístico basado en la cobertura de un tramo de la Megacausa ESMA, con las ilustraciones de Iñaki Echeverría. Es un libro en formato cómic, una crónica gráfica, que narra el rol de la Escuela de Mecánica de la Armada en el aparato represivo del Estado durante la última dictadura cívico-militar. Tiene tres formatos de lectura: en principio el formato de viñeta, clásico del cómic, después hay unas crónicas de tipo clásico que funcionan como separadores de capítulos, que tienen ilustraciones, y al final hay como unas pastillas periodísticas, de textos muy cortitos con ilustración, que complementan, digamos, información que el eje temático, el eje narrativo que propone la viñeta, no lograba dejar adentro del relato. Entonces entendimos con Iñaki que había que agregar esa información como anexo.

Ojos al ras es un libro de cuentos que aborda el tema de la dictadura desde el punto de vista de los civiles. La relación entre civiles y terrorismo de Estado en diferentes cuentos, que arranca con un cuento que se llama “Brujería”, que trabaja con la apropiación del cuerpo de Eva Perón por parte de López Rega y, a partir de eso, el surgimiento de la Triple A. Y después una serie de cuentos sobre la apropiación de niños y niñas durante la dictadura, la traición dentro de la militancia, las relaciones de poder entre el empresariado y los trabajadores en el marco de la dictadura, con el mito del Familiar en los ingenios azucareros de Tucumán. También sobre el rol de la familia tipo, el “no te metas” que aparece en juego. Diferentes tópicos que nos permiten pensar la dictadura desde el punto de vista de los civiles desde diferentes formatos.

En Agazapado busco trabajar, desde la actualidad, sobre un represor en prisión domiciliaria, y de una relación un tanto tóxica y perversa con una chica que es una especie de sirviente enfermera que lo cuida, pero que a la vez va estableciendo con él un vínculo de poder y contrapoder en el interior de un departamento que funciona como encierro. Es un libro que tiene una estructura compleja en términos de temporalidades, pero que trata de poner en juego la idea de la empatía, y a partir de eso incomodar al lector, proponerle un lugar de lectura un poco más activo, y de pensamiento crítico respecto a la dictadura.

¿Cuál es para vos el panorama actual del género policial y de la novela negra?

El panorama de la novela negra actual, me parece que es un género que siempre tiene una vitalidad en términos temáticos muy importante, un pequeño núcleo de lectores y lectoras que siguen al género, y una importante cantidad de escritores y escritoras que lo abrevan. Lo que sí hay que decir que los formatos que hoy tiene el género son hibridaciones, es difícil encontrar hoy textos de género puro. Son pocos los autores que siguen apostando a los formatos duros del género, porque necesariamente el género va mutando para poder sobrevivir. Tuvimos en el último Gijón, que es el festival de novela negra más importante del mundo, premiados nuestros, argentinos, cercanos, amigos, como Marcelo Guerrieri y Nicolás Ferraro. Ganadores de premios muy importantes. Y si vamos a esos textos, por ahí Nico Ferraro es un autor de género bastante clásico, de novela negra bastante clásica, pero Marcelo no. Marcelo llega al género desde otro lugar y trabaja una hibridación muy interesante como para pensar en renovaciones dentro del género. En estos términos también podemos pensar en Cometierra, de Dolores Reyes, una novela muy valorada por la crítica que tiene hibridaciones muy interesantes. Ni hablar del trabajo de Romero. Hay mucho para decir al respecto, pero me parece que lo más importante es marcar esta idea de que la actualidad del género está relacionada con su capacidad de mutación, y mientras existan ejes temáticos que permitan trabajar sobre la crítica social, me parece que el género tiene un camino bastante fértil por delante, pero siempre entendiendo que hay que buscar formas estéticas que permitan que el género sobreviva.

Foto: Noelia Monópoli.

Juan Carrá nació en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, en 1978.

Es docente de las carreras de Periodismo en TEA y de Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes.

Como escritor, publicó con anterioridad las novelas Criminis Causa (Letra Sudaca, 2013), Lima, un sábado más (Vestales, 2014), Lloran mientras mueren (Vestales, 2016), No permitas que mi sangre se derrame (Random House, 2018) y Agazapado (Hojas del Sur, 2021). También publicó la novela gráfica ESMA (Evaristo, 2019) junto a Iñaki Echeverría y el libro de cuentos Ojos al ras (Alto Pogo Ediciones, 2021).

Como periodista, llegó a ser jefe de la sección Policiales del diario El Atlántico de Mar del Plata.

Foto principal: Revista Ruda