El alcalde de Zalamea es la obra de más éxito y una de las más logradas de Pedro Calderón de la Barca. Como dice en su Arte nuevo de hacer comedias, las obras se concentran en la cuestión de honor/honra porque era lo que interesaba al público y en consecuencia, se convirtió en el tema más tratado en el teatro durante todo el Siglo de Oro. Se puede afirmar que es un drama de honor, al menos así lo consideran la mayor parte de los autores que han escrito sobre la obra. Si contemplamos el tema, vemos que es posible, asimismo, hablar de un drama social e incluso de un drama judicial, aunque esta categoría en aquella época no existía como género autónomo. La elección de un período histórico que todo espectador debía conocer en la época, como marco de la acción, tenía que ver con el afán del autor de hacer verosímil la acción, lo que debe de entenderse como un recurso de captación y conservación de la atención del espectador. Hay diferentes tipos de honra a la que podemos referirnos:
- Honor adquirido por nacimiento, es decir, lo referente a los estamentos sociales y a la limpieza de sangre. Este primer tipo, el honor obtenido por nacimiento lo vemos por primera vez en el capitán, quien de esta manera ya introduce uno de los conflictos centrales de la obra: en los versos 205 y siguientes, establece la diferencia entre una dama que le correspondería a él y una villana, con la que no empezaría- podemos suponer- una relación seria. También el diálogo de Juan Crespo con el capitán a partir del verso 765, es la oposición de dos estamentos, es decir, el honor adquirido en mayor o menos medida por la cuna. Juan en ese diálogo no se refiere a la posibilidad de ascenso, sino solo habla de la estratificación social, donde un estamento se define por su distinción de los otros estamentos y si estos no existieran, no existiría esta diferenciación. Pedro Crespo habla varias veces de este primer tipo de honor, por ejemplo en el diálogo sobre la compra de la ejecutoria de su hijo: versos 488, donde aparece la idea de que el villano como tal no tiene honra. Sin embargo, Crespo no quiere ascender por la compra de un título nobiliario, lo que a él le confiere honor es su linaje, su limpieza de sangre.
- La opinión. Este segundo tipo de honor es donde la reputación entre los demás es lo que más cuenta y lo vemos claramente cuando Pedro Crespo, en el diálogo con el capitán, pretende que éste se case con su hija para así restablecer el honor de Isabel y de toda su familia. Hay que hacer notar que nada cambia materialmente, que la violación no es castigada, que solamente se procede a ejecutar un procedimiento o una norma social, el matrimonio, para que la mancha quede borrada. Es decir, solo el hecho de estar casada ante los ojos de los demás, restablece el honor. Claramente, lo que cuenta es la opinión de los demás y eso para Isabel es más importante que su propia vida.
- El honor adquirido por méritos personales: el tercer tipo de honor es le adquirido por méritos. Pedro Crespo es el villano más rico de Zalamea y presume de esta cualidad. Otro aspecto de este honor por méritos es la postura de Pedro respecto a su trabajo, el que le ha proporcionado su riqueza. En los versos 424 y siguientes de primer acto, Pedro Crespo describe todo lo que ha trabajado en el día de hoy. Reivindica de este modo un honor para el villano, distinto del de la limpieza de sangre que se obtiene por nacimiento, un honor que emana de la labor en el campo. A ello se opone la actividad de la que viene Juan Crespo: ha jugado y ha perdido dinero, lo que provoca un consejo de padre a hijo que este último no escucha con demasiada paciencia. Sin embargo, Calderón le da la razón al padre y así lo pretende transmitir al espectador: honrado es aquel quien trabaja y produce su propia riqueza. En el ánimo de Pedro Crespo está latente un espíritu de superación que quisiera ver realizada en la persona de su hijo Jun. Calderón ofrece para Juan una solución: su se enrola en el ejército, podrá realizar hazañas que le aportarán honor por propio mérito.
- Honor, patrimonio del alma: está basado en la moral, la integridad personal y en la conciencia. Hacia el final de la primera jornada, don Lope y Pedro Crespo dialogan sobre el honor. Pedro afirma que mataría a quien le ofendiese la opinión y don Lope le dice, de modo algo desconectado de lo anterior que por ser quien es tiene que aceptar las cargas que le corresponden. A lo que Pedro Crespo contesta: “Con mi hacienda; pero con mi fama, no; al rey, la hacienda y la vida se ha de dar; pero el honor es patrimonio del alma, y alma solo es de Dios”. Pedro Crespo describe aquí un tipo de honor que nada tiene que ver con el resto de honras ya mencionados, se trata de un concepto que se desvincula de la ajena opinión y pasa a residir en la propia virtud del individuo, quien se constituye en el único juez de su propia honra.
Con todo, para explicar la honra, tenemos que atender al momento de la mayor deshonra que se da en tres momentos de la obra: la violación de Isabel (que ocurre fuera de escena), el momento en el que Pedro Crespo se encuentra atado a la encina y la autohumillación de Pedro Crespo al arrodillarse frente al capitán. Podemos suponer que Calderón nos presenta la deshonra gradualmente y que la última escena es la que más indigna, tanto más cuanto que Pedro Crespo elige voluntariamente la humillación. Isabel representa a ultranza del honor como reputación social, en el bosque le ofrece su vida a su padre para que la gente diga de él que ha recuperado de este modo su honor. Calderón, al hacer que Pedro Crespo no mate a su hija y que impida que Juan la mate, comienza la desvalorización de este tipo de honor tradicional y horizontal, basado en la opinión pública. La escena sobre las rodillas ante el capitán, que podría considerarse la escena de mayor deshonra, constituye el nudo del drama. En ella el alcalde renuncia a la violencia, al derecho que asistía a todo hombre de honor: ejecutar por propia mano la venganza que diera nueva vida a su ser social muerto por el ultraje; pero si bien es cierto, que Pedro Crespo renuncia a su venganza directa como padre, sí se venga indirectamente como alcalde, una actuación que hasta el rey aprueba.
En conclusión, podemos decir que El alcalde de Zalamea es esencialmente un drama de honor y un drama judicial, puesto que ambas temáticas tienen mucho peso en la obra. En un plano más secundario, es un drama social que trata el conflicto entre las clases sociales, así como, entre el estamento militar y la población civil. Es esta obra, Calderón supera la visión de la superioridad del estamento de los nobles por encima de los vállanos. Aquí, un juez villano justo juzga a un noble avieso, esto obedece a la necesidad social de resaltar la dignidad de los villanos en aquella época. Así pues, cuando falla la honra, se requiera la justicia para sustituir la deficiente conciencia.